Camila dejó que el vestido rojo se le deslizara hasta los pies y se lo quitó dando un simple paso. Se envolvió con un albornoz seco, se recogió el pelo con horquillas y trepó a la cama con una taza de café que se había traído de abajo. Había deseado que Lauren viniera a la cama con ella esa noche; pese a sus protestas de antes había deseado que la estrechara entre sus brazos sobre la arena misma, pero parecía que cuanto más atraída se sentía hacia ella, más se alejaba Lauren de ella.
Después de contemplar la lluvia de estrellas en el cielo y bailar en la arena, Lauren se había ido encerrada en sí misma durante el trayecto en coche de regreso a casa. Le había pedido a Camila que se detuviera en el casco antiguo desde donde se iría a su casa, dondequiera que estuviera su hogar. Aún no la había llevado allí ni presentado a sus amigos y familiares. Camila nunca hasta entonces había tenido interés por conocer a las personas que formaban parte de la vida de su compañero. Se decía que mientras fuera feliz con él, resultaba irrelevante que le gustara o dejara de gustar la compañía de quienes le rodeaban. Pero en el caso de Lauren sentía necesidad de ver alguna otra faceta suya. Necesitaba presenciar su relación con otras personas, pues de ese modo se convertiría para ella en un personaje tridimensional. Este tema había sido siempre motivo de discusión entre Camila y sus antiguos compañeros y ahora por fin entendía qué era lo que éstos deseaban.
Cuando Lauren se apeó del coche, Camila arrancó y la estuvo observando por el retrovisor, intrigada por saber qué dirección tomaría. Después de mirar a derecha e izquierda de la calle, desierta a tan altas horas de la noche, Lauren se encaminó hacia la izquierda en dirección a los montes y el hotel. Sin embargo, tras unos cuantos metros se detuvo, dio media vuelta y avanzó en la dirección opuesta. Cruzó la calle y avivó el paso con aire resuelto hacia Killarney, pero se paró en seco; al cabo, cruzó los brazos sobre el pecho y se sentó en el alféizar de piedra de la ventana de la carnicería.
Camila se dijo que tal vez Lauren no supiera dónde estaba su hogar o que, en caso de saberlo, no sabía cómo regresar allí. Ella conocía esta sensación.
El lunes por la tarde Lauren tuvo que aguardar diez minutos junto a la puerta del despacho de Ally. Se le escapaba la risa al oír cómo Oscar despotricaba ante su jefa. Pero, por entretenida y graciosa que fuese su diatriba, Lauren deseaba que aquella reunión acabase, ya que ella había quedado en encontrarse con Camila a las seis. Disponía de veinte minutos. No la veía desde que fueran a contemplar los Delta Acuáridos el sábado por la noche, la mejor noche de su larguísima vida. Había procurado alejarse de ella después de aquello. Había intentado marcharse de Baile na gCroíthe, ocuparse de otra persona que necesitara su ayuda, pero no había podido. No se sentía atraída hacia ninguna otra dirección que no fuese Camila y esa atracción era más fuerte que cualquier otra que hubiera experimentado nunca. Esta vez no era sólo su mente lo que tiraba de ella, también lo hacía el corazón.
—Ally —la voz de acento serio de Oscar salió flotando al pasillo—, necesito urgentemente más personal para la semana que viene.
—Sí, lo entiendo, Oscar y ya lo hemos organizado para que Suki te ayude en el laboratorio —explicó Ally con tanta amabilidad como firmeza—. No podemos hacer nada más, de momento.
—Pues con eso no será suficiente. —Oscar estaba que echaba chispas—. El sábado por la noche millones de personas contemplaron los Delta Acuáridos. ¿Sabes cuántos deseos van a llegar disparados aquí durante las próximas semanas? —No aguardó una respuesta y Ally tampoco intentó dársela—. Es un procedimiento peliagudo, Ally, y necesito más ayuda. Por más que Suki sea extremadamente eficiente en el departamento de administración, no está cualificada para efectuar análisis de deseos. O dispongo de más personal profesional o tendrás que buscar un analista de deseos nuevo —dijo bufando. Salió hecho una furia del despacho pasando junto a Lauren y enfiló el pasillo murmurando—: ¡Tantos años de estudio para ser meteorólogo y acabar haciendo esto!

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Si pudieras verme ahora ( Camren)
FanficEn la vida de Camila Cabello todo tiene su sitio, desde las tazas para café exprés en su reluciente cocina hasta los muestrarios y los botes de pintura de su negocio de diseño de interiores. El orden y la precisión le dan una sensación de control so...