Camila estaba sentada con las piernas cruzadas encima de la sábana blanca que cubría el polvoriento suelo de cemento del edificio en construcción; tenía los ojos cerrados.
—Así que aquí es donde te metes cada día cuando desapareces —dijo una voz. Camila no abrió los ojos.
—¿Cómo lo haces, Lauren?
—¿Hacer qué?
—Aparecer de repente justo cuando estoy pensando en ti.
Le oyó reír, pero ella no contestó a la pregunta.
—¿Por qué esta habitación es la única que no se ha terminado? ¿O empezado, a juzgar por su aspecto? —dijo Lauren situándose detrás de ella.
—Porque necesito ayuda. Estoy atascada.
—Bien, si una cosa sabes hacer, Camila Cabello, es pedir ayuda.
Se hizo el silencio hasta que Lauren comenzó a tararear una melodía conocida que Camila no había logrado quitarse de la cabeza en los dos últimos meses y que estaba dejándola casi en bancarrota por culpa del cerdito que Dinah y Becca habían llevado a la oficina. Abrió los párpados de golpe.
—¿Qué estás tarareando?
—La canción del tarareo.
—¿Te la ha enseñado Luke?
—No, fui yo quien se la enseñó a él, si no te importa.
—¿En serio? —rezongó Camila—. Pensaba que se la había inventado su amiga invisible. —Rió para sus adentros y luego la miró.
Lauren no reía. Al cabo de un momento, dijo:
—¿Por qué hablas como si tuvieras la boca llena de calcetines? ¿Qué llevas en la cara? ¿Un bozal? —Rió a carcajadas.
Camila se puso roja.
—No es un bozal —replicó—. No te figuras qué cantidad de polvo y bacterias hay en este edificio. Por cierto, deberías llevar casco —señaló golpeándose el suyo—. Dios quiera que no se nos caiga encima.
—¿Qué más llevas? —Lauren hizo caso omiso de su mal humor y la repasó con la vista de la cabeza a los pies—. ¿Guantes?
—Para que no se me ensucien las manos —dijo Camila con un mohín infantil.
—Ay, Camila —Lauren sacudió la cabeza en un gesto reprobador y caminó cómicamente a su alrededor—, con todo lo que te he enseñado y sigues preocupándote de ir limpia y arreglada.
Cogió una brocha que había al lado de un bote abierto de pintura y la mojó.
—Lauren —dijo Camila, nerviosa, sin quitarle ojo—, ¿qué te propones hacer?
—Acabas de decir que necesitas ayuda.
Le dedicó una ancha sonrisa. Camila se puso de pie lentamente.
—Sí, necesito ayuda para pintar la pared —advirtió ella señalando el muro.
—Vaya, por desgracia, no has concretado qué clase de ayuda querías, así que me temo que eso no cuenta. —Empapó la brocha de pintura roja, apretó los pelos con la mano y los soltó hacia Camila como una catapulta. La pintura le salpicó la cara
—. ¡Uy, lástima que no llevaras equipo de protección en el resto de la cara! —bromeó
Lauren viendo sus ojos desmesuradamente abiertos a causa del enojo y la estupefacción
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Si pudieras verme ahora ( Camren)
FanfictionEn la vida de Camila Cabello todo tiene su sitio, desde las tazas para café exprés en su reluciente cocina hasta los muestrarios y los botes de pintura de su negocio de diseño de interiores. El orden y la precisión le dan una sensación de control so...