『••[Embrujo de Pasión]••』🔞 AU ✧MLB✧

『••III••』

- ¡Hermana contrólate! - con desesperación la azabache menor gritaba mientras intentaba ponerse de pie.

-¡Me lastimas! - gritaba sollozante.

Bridgette tenía sus dedos enredados en las ondas azabaches de su hermana menor.

- ¡Hace unas horas querías ponerle fin a tu vida! ¿Ahora pides mi clemencia?... ¡Pequeña idiota! - Bridgette furiosa obligaba a su hermana a avanzar por el piso lleno de piedras, la llevaba casi gateando desde que juntas bajaron del caballo.

Todo el camino a casa le había gritado improperios castigándola por lo que había intentado hacer.

No le importaba que los vecinos las vieran, pero queriendo evitar más espectadores, arrastró a Marinette hasta la parte de atrás alado del pequeño establo.

- ¡Me he arrepentido! - gritó implorante luego de que la mayor la soltara al fin.

Sin embargo, iracunda tomó un hacha - sí quieres morir yo haré los honores.

-¡Bridgette! ¡No seas una bruta!, Me arrepiento de lo que intentaba hacer - pero Bridgette estaba cegada por sus sentimientos.

Su hermana mayor solía ser bastante explosiva cuando se sentía acorralada, y este era uno de esos momentos en los que todos sus más íntimos miedos salían a la luz, se llenó de terror ante la idea de perder a su hermanita... y no lo estaba canalizando de la mejor manera.

El hacha soltó un ruido sordo al chocar contra la tierra.

Mismo suelo en el que la desdichada Marinette lloraba desconsolada. Sus ropajes estaban llenos de polvo al igual que sus manos las cuales al intentar limpiar las lágrimas que surcaban su rostro se juntaban con la suciedad dejando rastros de lodo en el camino de agua salina.

- Marinette, ¿Por qué? - preguntó rendida después de que sus débiles brazos se rindieran al peso de la rústica herramienta que usaba su padre para cortar madera.

- Porqué... yo... no quiero cometer ese atroz asesinato - confesó sollozante.

Bridgette abandonó la filosa herramienta para arrodillarse a la altura de su hermana menor abrazándola - pero es nuestro destino, mi querida Marinette - en cierto punto entendía a su hermana.

Pertenecer a una secta satánica era algo difícil principalmente para la frágil Marinette.

Vivía negándose a participar en cada sacrificio humano, a cada orgia y a otras barbaridades inhumanas, sentía que había nacido en la familia equivocada. Todo lo contrario de su hermana mayor.

Bridgette de veinte años, dos años mayor que Marinette, disfrutaba de todo lo que tenía que ver con la congregación de la cual eran parte los Dupain Cheng, pues desde su nacimiento había vivido relacionada con todo lo que estaba relacionado con el señor del fuego.

Inesperadamente su hermana menor no compartía dichos ideales, los cuales le traían pesares a la familia entera.

Y ahora que se les había informado que, con su mayoría de edad, ya era tiempo de que las hermanas sean parte oficialmente del culto de personas que han renunciado al mundo, al sistema, a la inexpugnable iglesia, a aquella secta a la cual llegaban personas creando una hermandad donde se les otorgaba la completa libertad de pensamiento y cuerpo. O eso pensaban sus miembros.

Las jóvenes debían conseguir un corazón para ofrendarlo al señor que les daba la libertad deseada.

El corazón sacrificado de una persona que sienta genuino amor por ellas.

Sea hombre o mujer, amigo o familiar, solo se necesitaba alguien que no formara parte de la congregación, pero los sentimientos por su futuro asesino debían ser fuertes y verdaderos.