Martes 13 de abril de 1260, el frío se sentía cada vez menos y el sol empezaba a caldear el ambiente, sin embargo, los parisinos aun no podían deshacerse de sus ropajes para las bajas temperaturas. Esa mañana cálida, la calma de muchos se vio estropeada:
— ¡ATRAPENLO!
La orden del rey André fue clara y las tropas no dudaron en acorralar a los bandidos.
—¡LO QUIERO VIVO!
Esa mañana los parisinos se veían envueltos entre el blandir de espadas y flechas desperdigadas de los caballeros que custodiaban la carroza real y los saqueadores que decidieron tenderle al rey una descarada emboscada en pleno centro de la ciudad.
Un gran revuelo se había producido, las gallinas corrían atontadas sorteando los pies de las personas que trataban de huir de los ladrones que no les importaban herir a quien se interponga en el camino y lo mismo podía esperarse de los soldados que su único fin era atrapar a líder de la temible banda.
El grito desgarrador de la princesa aturdió a quienes estaban cerca de la carroza y aquello despertó la rabia en más de uno.
¡HA INTENTADO ASESINAR A LA PRINCESA!
Habían intentado ultrajar a la doncella más importante del país.
—¡Fue él! — se podía escuchar a viva voz entre el barullo.
— ¡Le Dislocoeur, otra vez! ¡Atrapen a ese bellaco traidor!
Los gritos desesperados de los pobladores permitían que el llanto de la princesa sea escuchado únicamente por su escudero quien defensor la protegía entre sus brazos y ella temblaba aferraba a su cuerpo.
La espada que empuñaba Nathaniel goteaba la sangre del rufián que audaz atacó el carruaje real a plena luz del día y no sólo eso; su intención era raptar a la dama que viajaba cómoda.
— Princesa quédese junto a su padre. Debo atrapar a ese cobarde que ha osado tocarla — Nathaniel levantó la visera del yelmo* para buscar con la mirada el trayecto del sujeto, su rostro denotaba rabia, bufaba al respirar y su mirada era la de un animal listo para atacar a su presa.
— ¡No!, no me dejes sola, soldado.... Tú no me abandones como todos — la princesa en plena crisis nerviosa se aferró aún más del metal que rodeaba el cuerpo del soldado.
Debía ir tras el ladrón al que apodaban Le Dislocoeur. Un forastero que había llegado a París y formado una banda de ladrones que ya le habían declarado la guerra a la corona francesa. El malandrín estaba herido, Kurtzberg lo hirió en el momento que tomó cobardemente a la princesa como escudo.
El sujeto de ojos rasgados pensó que nadie sería tan demente para atacarlo si tenía a la princesa entre sus brazos, pero no contaba con que el escudero fuera ese desequilibrado que le enterraría una espada en el hombro sin hacerle el menor daño a la dama. Ahora el raptor huía y su banda de maleantes eran perseguidos sin opción a fallar.
— Su alteza, princesa... Debo realizar mi deber — toda la rabia empezó a ceder, ahora la desesperación de que el hombre se le escapaba lo inundaba, por alguna razón quería ser él quien lo atrape y darle su merecido— Mi deber es ir tras...
—¡Tú deber es protegerme y ahora te ordenó que no me apartes de tus brazos! — la princesa Chloe no podía dejar de derramar lágrimas, salir del palacio empezaba a aterrarla — ese... Asqueroso... Me to-có — empezó a llorar nuevamente al recordar la sensación de las manos libidinosas sobre su cuerpo y las perversiones que alcanzó a susurrarle al oído "volveré por ti y serás mía" esa frase aun resonaba en su cabeza.
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『••[Embrujo de Pasión]••』🔞 AU ✧MLB✧
FanfictionCorrían los años 1260 en la capital francesa, la Santa inquisición ponía mano dura a la herejía y pronto empezaría a acechar al aquelarre de brujas al cual eran pertenecientes las hermanas Dupain-Cheng. Estaba contra el reloj y debían cumplir el ob...