『••V••』

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Advierto que el siguiente capítulo puede herir la sensibilidad de las personas en algún punto.

La multitud displicente lanzaba palabras sucias y venenosas contra las dos personas que acusaban de pecadoras.

Aalis Kurtzberg ha cometido un grave delito contra la fe, además de ser acusada de practicar brujería y adorar al señor de las tinieblas — se escuchó un gran murmullo por parte de las personas alrededor.

Nathanael Kurtzberg, hermano de la bruja es acusado de ocultar el secreto de esta — las palabras del inquisidor encendían la llama de la ira de los ciudadanos.

— Los jóvenes judíos recibirán su sentencia ahora.

Después de que Roger el inquisidor leyó el decreto la muchedumbre empezó a lanzar maldiciones y toda porquería que encontraban a su alcance.

—Esta mujer venenosa es una hereje y una enemiga de Dios... maldita rufiana...— y más improperios le gritaban a la pelirroja que era obligada a caminar entre la morbosa multitud.

Esperaba ser atada a una rústica estaca previamente colocada en la mitad de la plaza, las cuerdas ásperas quemaban sus muñecas dejando al rojo vivo la piel, sus rodillas sangraban de tantas veces que cayó al suelo, su túnica que la señalaba como prisionera estaba empapada de lodo, escupitajos de gente aborrecible y agua putrefacta. Sus bellos ojos vertían un mar de lágrimas que lavaban sus mejillas enlodadas y ese hermoso cabello rojo lo habían mutilado sin piedad.

Al igual que Aalis, su hermano se encontraba en casi o peores condiciones. El muchacho solo podía mantener abierto uno de sus ojos pues el otro fue cerrado de una patada, sus labios sangraban y casi no podía mantenerse en pie pues ya había recibido una fuerte paliza en la mazmorra donde los mantenían cautivos antes de recibir el veredicto del inhumano castigo.

— La mujer es sentenciada a ser azotada en público y luego será excluida en las mazmorras. Mientras que el hombre será persuadido con diferentes métodos hasta que confiese todo lo que ha visto alado de su hermana, solo así sus pecados serán limpiados — la sentencia fue dictada por un obispo — disfrazando la realidad de que aquellos desdichados no volverían a ver los dulces rayos del sol, si no morían mientras eran torturados, lo harían por las heridas o simplemente morirían de hambre.

El gentío celebró la sentencia y Aalis Kurtzberg fue encaminada para cumplir su cruel destino, el soldado se abrió paso entre la multitud, los gritos ensordecedores a centímetros de sus oídos la aturdían y ella no podía hacer nada solo mover sus pies por inercia mientras era arrastrada.

Casi al llegar hasta donde el camino se veía despejado, Aalis juró que una mujer de ojos verde olivo le sonreía triunfante, esos ojos ya los había visto antes, «si tan solo pudiera ver su rostro» se torturaba en su mente, pero su cabeza estaba oculta por una gruesa capa que no permitía que su rostro sea visto en su totalidad.

Llegó hasta la imponente estaca y fue atada con el rostro pegado a la escabrosa madera.

Marinette apretaba con fuerza la mano de Adrien mientras veía con horror el cruel espectáculo. Su cuerpo se estremeció y dio un brinco cuando escuchó el sonido del látigo cortando el viento. Casi pudo sentir el golpe en su propia piel más el grito de dolor de la joven le hicieron retorcer las entrañas.

— Ya no puedo ver más— está llorando con solo imaginarse intercambiar lugares con la chica pelirroja. Se imaginaba el dolor que la desdichada sentía en esos momentos.

Mientras que Adrien empuñaba con fuerza su mano libre, el corazón se le estrujaba incrédulo de que aquellos jóvenes eran culpables de todo lo que se les acusaba. Él los conocía, nunca les vio señales de ser enemigos, pero como impedir que la masacre se siga dando, era un simple aprendiz de herrero y ellos los verdugos designados por la santa iglesia.

『••[Embrujo de Pasión]••』🔞 AU ✧MLB✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora