『••[Embrujo de Pasión]••』🔞 AU ✧MLB✧

『••XXVII••』

— ¿Qué haces, mi dulce dama? — Cuestionó Félix aproximándose a las espaldas de la mujer que se encontraba en el área de la cocina.

— Preparo un té relajante. Todos lo necesitamos— sonrió al sentir las manos de Félix recorrer excesivamente delicado su cintura y posteriormente abrazarla de forma tierna, pero, al mismo tiempo posesiva, estrechándola protector, acorralándola entre su cuerpo y la pequeña mesa donde ella previamente preparaba el té.

—¿Acaso mi lirio quiere drogarme para divertirse conmigo? — susurró en el oído de la joven provocando que los poros en su cuello se despierten a la mínima sensación del aliento caliente sobre su piel.

— Para divertirme con el gatito no necesito drogarlo — sonrió y cerró lentamente Dejándose llevar por la exquisita sensación que Félix le proporcionaba.

—Es cierto— el hombre recorrió con ambas manos el largo cabello de la azabache hacia un costado dejando su nívea nuca descubierta —. Con un beso ya estoy a sus pies — concluyó antes de trazar un camino de pequeños besos húmedos sobre su cuello expuesto.

— Mmmmh— suspiró debido a la gratificante sensación que le recorría el cuerpo entero —. Creo que sus besos ¡Mmmm! .... tienen el mismo efecto en mí — ya no recordaba que hacía previo a las caricias de Félix, solo se concentraba en las caricias del héroe que la protegía esa noche.

— He traído un vestido de mamá— explicó con voz pausada y ronca sin despegar los labios de la piel de la dama.

—Cre—Creo que no debería ponérmelo aquí — titubeó ella pensando en si aquello que dijo fue buena idea.

—Tienes razón— Félix la tomó de la mano haciéndola girar lentamente para quedar frente suyo —. Ven a mi habitación para que puedas cambiarte el vestido— ofertó depositando un delicado beso en el dorso de su mano sin dejar de mirarla fijamente a los ojos provocando en ella un escalofrío que le recorrió la columna.

Bridgette pensó un momento en si debía adentrarse al territorio del Agreste, pero no tenía opción; desnudarse en la dependencia de la cocina, existía la posibilidad de ser vista por el menor.

—Esta... Bien — aceptó un poco temerosa, pero al mismo tiempo ansiosa de caer en la guarida del Agreste.

Caminaron juntos por el corredor hacia donde las habitaciones se encontraban acompañados por una vela hasta el momento en que la azabache escuchó un quejido cerca de la habitación del padre de los hermanos que la hizo detenerse en seco.

— ¿Qué sucede? — preguntó Félix extrañado.

— Iré a ver cómo está mi hermana — caminó presurosa.

— Tranquila...— Félix atajó el andar de la joven —. Confía en Adrien... El la cuidará — él herrero consiente de que existía la posibilidad de que algo inapropiado esté ocurriendo en el interior de la habitación —. Yo conozco a mi hermano, el sería incapaz de hacer algo indebido a la señorita Marinette — sin embargo, mantenía presente la correcta moral de su hermano y por ello aprovechó a soltar esas palabras lo suficientemente alto para que su mensaje llegara al interior de la habitación y lograra hacer mella en la conciencia de Adrien.

— Está bien... Confiaré en tu palabra y en tu hermano — replicó no tan convencida como ella quisiera, sin embargo, decidió callar para no hacerle un desaire a su anfitrión.

Avanzaron por el pasillo en silencio hasta detenerse frente a una cortina que conocía muy bien. Félix levantó un poco la tela invitándola a pasar primero.

En la estancia los hermanos Agreste tenían el lujo de tener dos camas, muy distinto a su hogar donde ella y Marinette compartían una humilde cama rellena de heno seco. Cama que incluso debieron compartir con sus padres cuando eran apenas unas niñas, pero su situación económica mejoró tan solo un poco desde que al satanismo se había convertido.