『••[Embrujo de Pasión]••』🔞 AU ✧MLB✧

『••XXXII••』

"Cri-Cri, cri-cri"

"Buuuuuh... buuuuuh"

Estaba oscureciendo, ya los grillos habían empezado con su estridulación opacando el sonido de los árboles que eran remecidos por el viento y el ulular de los búhos hacían eco desde lo alto, alguno que otro aleteo de múrcielos o aves nocturnas que sobrevolaban bastante cerca del carromato ponían en alerta a sus ocupantes.

Pero, a pesar de eso, la pareja se mantenía en silencio. Un silencio que les venía incomodando desde que partieron hacia Versailles. Solo los acompañaba el sonido de las ruedas del vehículo, quebrando por el peso las pequeñas ramas y machacando hojas secas, irrumpía el paisaje nocturno.

— Creo que lo ideal debía ser viajar un poco más temprano comentó Adrien impaciente de romper la distancia que irónicamente había construido desde que se encontraba dolido producto del engaño de la joven.

—Lo siento— susurró Marinette apenada.

Adrien observó atento como la chica apretó la tela de falda entre los puños y se encogía de hombros avergonzada. Reacción que había ocasionado su imprudente comentario.

—No, Marinette — la culpa lo invadió y deseó haberse mordido la lengua antes de soltar esas palabras que sonaron como un reproche. —. Entiendo que todo se dio de manera improvisada y usted solo aprovechó la oportunidad.

Pero Marinette guardó silencio, no sabía que responder. Si se ponía a analizar todo su actuar fue impulsivo, tal vez debía planear mejor la huida, o quizás simplemente no debía atreverse a hacerlo, después de todo era una mujer.

Adrien no podía dejar de sentirse preocupado por la actitud de la azabache. Ya no parecía la Marinette que conoció meses atrás, era cierto que la primera impresión fue de una chica débil, sin embargo, en sus encuentros se dio cuenta de lo talentosa y osada que era, cualidad de la cual ella no estaba consciente. Pero ahora se la veía temerosa, una mujer sometida y aquello le provocaba una gran rabia.

Estaba ansioso, no encontraba palabras para que la conversación no muriera. Adrien no quería que el viaje se torne más incómodo de lo ya era. Además, estaba aborrecido de perder oportunidades con la joven.

—Discúlpeme —habló nuevamente.

—¿Por qué? — respondió Marinette confundida.

—Por haber perdido la facultad de comunicarme con usted — confesó apenado —. Cada vez que me he dirigido a usted, de mi boca salen sapos y culebras.

Marinette llevó su atención al hombre a su lado, aquella confesión la había tomado por sorpresa. Sinceramente no se imaginaba que el hombre al cual le había mentido estuviera deseoso por su perdón.

—Aquí la única que debe pedir disculpas soy yo— se apresuró a responder.

—Creo que los dos nos hemos lastimado bastante— Adrien sonrió apenas, más bien aquello pareció una mueca amarga.

Nuevamente el silencio envolvió a la pareja. Pero no sólo la falta de palabras les hacía sumergirse en el mutismo. Adrien mantenía fija la mirada en el camino, estaba atento pues al oscurecer no era difícil perder el rumbo. A pesar de que él había viajado muchas veces de noche rumbo a Versailles, pero esta era la primera vez que lo hacía sin la supervisión de Félix o su padre.

—¿Sabe algo? — ella se atrevió a hablar primero —. Lo merezco— contestó cohibida—. Merezco todo lo que me sucede, soy víctima de mi cobardía.

El rubio iba a refutar, iba a decirle que no es cierto, que ella no se merecía los desaires y las palabras rudas que le había dedicado a lo largo de ese tiempo y sobretodo que no se merecía que la gárgola que tenía como padre la haya vendido como mercancía en una borrachera al peor partido de esa secta. Sin embargo, todo lo que tenía que decir fue opacado por un ruido raro que logró escuchar al fondo del bosque que los rodeaba. Tal vez se trataban de un par de pisadas fuera del camino. Pero estaba seguro de que alguien los estaba siguiendo.