『••VIII••』

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 El rey André Bourgeois suspiraba incomodo mientras bajaba los peldaños de las escaleras húmedas y cochambrosas, era guiado por uno de sus escuderos de confianza.

—¡Apura Sabrina! — la frágil princesa apuraba a su doncella de compañía para que no se quede atrás.

—Y-Yo no ... creo que el hijo del herrero — se detuvo acallando un grito al ver un grupo de cucarachas que se cruzaron en su camino — yo vi al viejo herrero llegar sin sus hijos.

—Pues si no te apuras no podremos saberlo Sabrina — replicó en un susurro la realeza.

Ambas damas desobedecían la orden del rey de no entrar a las mazmorras donde se tenían apresados a viles delincuentes incluyendo condenados de brujería y herejía, el rey Bourgeois había ido acompañado del herrero Agreste quien llevaba tiempo insistiéndole en hacer algo por el único sobreviviente de los Kurtzberg y como viejos amigos, el rey se veía en la obligación de cumplir ese único favor que en toda su vida le había pedido el artista del metal.

La princesa tenía la orden de quedarse segura en el interior del carruaje junto a su dama de compañía, pero como era de esperarse ella no acataba las ordenes dispuesta a encontrarse con el menor de los Agreste ignorando que Gabriel había asistido solo.

—Entonces como parte de su condena quiero al muchacho en el ejército, su destino será morir al frente del campo de batalla — ordenó con severidad a uno de los verdugos encargados de custodiar los calabozos.

El hombre solo lanzó un gruñido a modo de aceptación acompañando al rey y al herrero hasta la salida de esa húmeda, oscura y pestilente cárcel donde muchos de los encerrados vivían sus últimos momentos llenos de miseria.

—El rey ya se marcha y no vimos que el joven Adrien esté, ya vayámonos princesa — suplicaba en pánico la pelirroja.

La princesa Chloe bufó derrotada y antes de llegar a perderse en ese laberinto de celdas, decidió que era tiempo de rendirse y salir antes de que su padre se entere de que lo había desobedecido.

Al darse la vuelta sus ojos azules se toparon con un reo que intentaba alcanzar un recipiente estropeado y sucio, pero contenía agua. Alguien lo había alejado del alcance del muchacho, lo más seguro habría sido por diversión ajena, dichosos de ver como el condenado se estiraba luchando en alcanzar un poco de líquido para sus labios resecos.

Algo en la princesa se removió y la impotencia de ver al hombre miserable luchar por un poco de agua sobrepasó el asco y repugnancia que sentía en ese momento al ver escuálido individuo revolcándose por algo que en su palacio sobraba.

A pasos ligeros se aproximó y acercó con su pie el recipiente hasta la reja de la celda, sintiéndose aliviada de que al fin el muchacho podría tomar el cuenco y llevarlo a sus labios. Pero para su sorpresa el chico estaba tan débil que se le hacía imposible si quiera levantar el objeto.

Chloe zapateo desesperada, debía irse, pero algo no le impedía abandonar al desdichado, se aproximó a la reja y tomó sus faldas vaporosas intentando que no se ensucien al momento de ponerse de cuclillas. Ahora tenía una clara visión del infeliz.

Los huesos asomaban en su piel magullada, las ropas harapientas y mugrosas, su cabello trasquilado ya estaba creciendo y podía notarse la tonalidad roja en este, además de llevar envuelto una tela sucia y rota alrededor de su cabeza la cual le cubría un ojo. La princesa se cubrió la nariz evitando aspirar el hedor pestilente que emanaba el muchacho.

Tomó asqueada el cuenco agrietado cercándolo a los labios partidos y ensangrentados del prisionero. El muchacho bebió con desesperación el líquido vital — despacio, lo estas derramando — murmuró la princesa.

『••[Embrujo de Pasión]••』🔞 AU ✧MLB✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora