『••[Embrujo de Pasión]••』🔞 AU ✧MLB✧

『••XXX••』

XXX

—¡Toc, toc!

La puerta sonó dos veces consecutiva esperando la respuesta desde el interior de la ostentosa habitación.

—Adelante.

El glorioso permiso acompañado de una hermosa voz llegó hasta sus oídos. Sin perder el tiempo abrió la puerta encontrándose en la enorme habitación real solo.

—¿Princesa? Cuestionó inseguro, escudriñando la estancia sin la presencia de la persona que más deseaba ver en esos momentos.

—Pon llave a la puerta y camina hasta aquí—escuchó la voz suave y una sonrisa se dibujó en el rostro del soldado.

A pesar de que se le hacía extraño que la princesa lo llamase desde atrás de una cortina de terciopelo escarlata no prestó mucha atención y acató las instrucciones puesto que ser extravagante y caprichosa era propio de la princesa.

Recorrió la tela con suavidad y lo que estaba frente a sus ojos era mejor de lo que sus sueños más húmedos podían haber recreado. Se encontró con la princesa desnuda en el interior de una sobresaliente tina y el cabello recogido en lo alto de una coleta. Tragó grueso antes de soltar alguna palabra.

—O-Ordene usted... M-Mi princesa— titubeó debido a los nervios al encontrar a la noble en tan íntimo acto. No sabía que había hecho para merecer tal privilegio. La sangre le estaba hirviendo por todo el cuerpo, provocando que se endurezcan no solo sus pensamientos y el rostro se torne casi del color de su cabello.

La noble tragó grueso, también estaba nerviosa, pero un fuego la quemaba por dentro, se sentía deseada por el soldado y eso le agradaba.

—Quiero que talles mi espalda— ordenó con tono pausado.

El soldado titubeó en sus acciones necesitaba procesar la orden recibida y necesitaba confirmar si aquello no fue una mala pasada de su mente.

—Di-Disculpe... Princesa, pero creo.

—¿No puedes hacerlo? —Preguntó la joven con el sentimiento de desprecio por el desaire de su caballero.

—P-Pero sus doncellas...

—¡Shh! — silencio el patético titubeo del hombre —. Están todas ocupadas y he ordenado a Sabrina que recolecte algunas flores y las coloque en la habitación de mi madre de parte mía.

La orden era clara y Nathaniel estaba allí para cumplir todo lo que se le pidiese. Dio dos pasos inseguros aproximándose a la bañera.

—¿No vas a hacerlo con todo ese metal encima o sí? — Se detuvo el joven al escuchar el reclamo de la rubia —. Quítate la armadura.

—Enseguida

Empezó a deshacerse habilidoso de la pesada protección de su pecho, hombros, rodilla y en cualquier lugar que hubiese metal. Se aproximó otra vez hasta tina donde estaba sumergida la princesa cual preciosa sirena le ordenaba con esa dulce voz.

—¡Espera! — Así lo hizo Nathaniel esperando impaciente por un mandato —. Quítate la camisola... No quiero que mojes tus ropas.

Sin levantarse del filo de la bañera, el joven se despojó otra vez de la prenda que para la princesa representaba una incomodidad dejando su pecho torneado al descubierto.

Chloe suspiró sin vergüenza al contemplar los pectorales de su escudero — procede — indicó ella extendiéndole en las manos un pequeño trapo que el muchacho tomó nervioso.

Se colocó en posición, con la espalda encorvada abrazaba sus piernas contra su pecho. El agua cubría la mitad de sus senos, sin embargo, Nathaniel podía fantasear sin ningún problema y aquello lo hacía sentir como si fuese un pervertido. Trató de distraerse frotando la suave piel de la princesa, intentaba no llegar a lugares indebidos a pesar tener la tentación a pocos centímetros.