『••XVII••』

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— Ya se fue Claude — Sabine entró al pequeño cuarto de sus hijas, las dos estaban acurrucadas en la cama que ambas compartían.

— De que nos sirve si padre sigue aquí — espetó Bridgette; sentía la amargura en su corazón y la rabia por su padre incrementaba cada día.

— Shhh que no te escuché por favor — Sabine se aproximó hasta sus hijas, se alteró por aquella falta de respeto, todas las reprimendas que su esposo les hacía se las tenían bien merecidas.

— ¿Por qué le tienes tanto miedo? Padre debe respetarte — la muchacha mayor apretó a su hermana entre sus brazos, Marinette intentaba reprimir el llanto que no cesaba desde que el desgraciado de Claude destruyó su pequeña felicidad con el rubio.

Bridgette logró atajar a Claude quién traía a empujones y maltratos a su hermana, a su vez ella también recibió agresiones por defender a la azabache menor, sin embargo, a ella no le pesaba la mano o los pies para darle un golpe en la entrepierna del maldito y huir hasta su vivienda creyendo que podían estar a salvo. Lastimosamente de su padre no podían salvarse pues cuando pusieron un pie en la casa ambas fueron abofeteadas y el hombre hiciera pesar a Claude como si de una deidad se tratase.

Ya sabían lo que les esperaba una vez Claude Rossi abandone la morada.

— Escuchen mis niñas — su madre suspiró abatida — deben entender que es su padre quien nos da protección, techo y comida... hasta cuándo van a aprender que una mujer no debe cuestionar lo que su esposo diga.

— ¿Entonces... tengo que hacer todo lo que Claude me pida? — Marinette se dignó a replicar, su voz destrozada provocaba lastima y dolor en las féminas que la acompañaban.

— Sí, cariño... — Sabine pasó con cuidado una mano por el cabello de la desconsolada muchacha —... serás devota a tú esposo.

— ¡Tonterías!, ¿Por qué debemos volvernos esclavas? Marinette tiene derecho a elegir con quien quiere pasar el resto de su vida — la sangre le hervía a Bridgette.

— Bridgette, tu padre ya dio su aprobación así que deja de meterle tontas ideas en la cabeza a tu hermana — reprochó Sabine. que a pesar de no estar de acuerdo con entregar alguna de sus hijas a la familia Rossi, ella no podía hacer nada en contra la decisión de su marido.

— ¡MARINETTE! — el estruendoso grito del hombre de la casa sobresaltó a las mujeres.

Sabine se puso de pie inmediatamente agachando la cabeza y permaneciendo inmóvil sin saber de qué lado estar, por su puesto quería proteger a sus hijas, pero su obligación de mujer era hacer respetar la decisión que su esposo ya había tomado.
Las tres damas esperaron atemorizadas que el corpulento hombre entre del todo al pequeño cuarto de la humilde morada.

— ¿Qué he hecho para merecer unas hijas como ustedes? — preguntó a la nada y con rabia latente prosiguió — Me han decepcionado... hasta tú Sabine — señaló a su mujer que no se atrevía a levantar la mirada y confrontarlo — todo es tu culpa mujer, haz criado mal a tus hijas.

— Mamá no tiene la culpa — replicó titubeando la mayor de sus hijas provocando más la ira del insensato hombre.

Su padre se abalanzó a Bridgette, la tomó del brazo con fuerza zamarreándola y obligando a quedar fuera de la cama casi trastabillando— No tienes derecho a replicar mis palabras — la ira del hombre parecía no dar tregua — tus aires de rebeldía no van a llevarte a ningún lado, por eso eres una fracasada — los ojos verdosos del hombre estaban adornados por pequeñas venas rojas.

— Hablas, pero no logras decir nada, padre — Marinette replicó observando la escena.

—¿De dónde sacas esas frases? — Tom olvidó a su hija mayor para acercase cauteloso a la segunda insolente — ¿Con quién te juntas que te mete ideas estúpidas en la cabeza? — Con aires violentos se golpeó con su dedo la sien acompañando sus ademanes con lo que su boca soltaba.

— Con alguien que es diferente y sigue sus propios ideales, que no necesita ser la copia de alguien más o la oveja del rebaño de los Rossi — respondió serena y con palabras claras.

— No me faltes el respeto Marinette — la apuntó amenazante con su dedo índice— las dos son unas ovejas descarriadas que ni si quiera tratan con respeto al hombre que les dio la vida — ahora contéstame, esas palabras confusas y sin sentido solo pueden salir de la boca de ese anciano en el centro.

La muchacha guardó silencio, la habían descubierto con facilidad.

— ¡Responde! — inculcó con fuerza tomándola de los hombros — ¡Eres la aprendiz de un alquimista!

La joven se llenó de valor; manteniéndose firme a sus ideales gritó — ¡Al menos es algo decente! — contra atacó ella lo cual le costó recibir una sonora cachetada que la hizo perder el equilibrio.

Bridgette quiso atrapar a su hermana fallando en el intento y ambas cayeron al suelo. Sabine hizo amague de querer ayudarlas más el tirano la detuvo.

— Mañana mismo te incorporas a la familia Rossi — escupió con rabia — y más te vale que no hayas cometido una barbaridad con ese herrero.

la rebeldía de Bridgette no podía simplemente ocultarse y olvidándose del respeto por el hombre que estaba frente a ella, le plantó frente sin ganas de ceder — ¡NO! — con el rostro rojo de furia y lágrimas rondando de impotencia gritó — No te lo vamos a permitir padre, somos adultas hace mucho tiempo y no vamos a acatar tu orden, ¡NOS IREMOS HOY MISMO!

—¡Basta!

Sabine que en todo momento guardaba silencio gritó parando el discurso de su hija.

—Mujer tú no te metas— Tom la apartó para agarrar a su hija mayor del brazo y empezar a guiarla fuera del pequeño cuarto — ahora seré yo quien les enseñe a estas insolentes a respetar a un hombre.

Fue perseguido por las dos féminas mientras Bridgette intentaba soltarse a toda costa, pero Tom era fuerte; cuando llegaron a una parte determinada del área de la cocina, este pateó una silla vieja que al caer dejó ver en el suelo una pequeña cerradura.

—¡Ábrela! — ordenó a su esposa. Sabine negó asustada. — ¡QUE LA ABRAS ORDENO!

Ella se encogió de hombros asustada por el grito, pero después de unos segundos reaccionar y abalanzarse a la cerradura; abrió una pequeña puerta que era la entrada de un pequeño escondite.

—¡NO! — Bridgette se agarró al cuerpo de su padre luchando por no caer hacia abajo, pero Tom no dejaba de empujarla hacia el oscuro agujero.

—Te culpo a ti, por todo lo que le has orillado a hacer a tu hermana — Tom le dio una última mirada llena de despreció y fue lo último que pudo ver pues fue obligada a entrar quedando encerrada bajo llave.

—No podrás escapar de tu casamiento Marinette — la azabache era detenida por su madre que le impedía socorrer a su hermana — mañana a esta hora empezarás con tu rol de esposa y será mejor que seas la mejor para Claude ¿Entendiste?

Pero Marinette no podía evitar mirarlo con desprecio.

—¿ENTENDIDO? — arremetió nuevamente.

—Sí... padre.

Y entre los gritos de auxilio de su hija mayor y el llanto pesaroso de la menor, el corpulento tirano se fue hasta la pequeña alcoba que compartía cada noche con su mujer.

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—Adrien — el rubio cerró sus gemas al sentir el cálido aliento de su azabache en su oreja, aquello le erizó la piel.

—Hágame el amor ahora — Marinette acarició sus hebras y sus ojos chocaron con los de su amado que la miraba con desconcierto.

Esa noche era su oportunidad, era prohibido, pero al menos quería atesorar ese recuerdo, sentirse amada por primera y última vez, pues el resto de su vida sería solo un objeto que adornaba la vida de Claude.

『••[Embrujo de Pasión]••』🔞 AU ✧MLB✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora