Boy in Black | MYG & PJM.

o n c e

Su cabeza palpita y todo le da vueltas aún. Un par de voces se escuchan a la lejanía, sintiendo la sensación de estar en el fondo de un túnel. No recuerda demasiado de lo que había pasado y menos donde se encuentra.
Con bastante dificultad, abre lentamente sus ojos para ver un amplio techo sobre él y sentir a la perfección como los huesos de su espalda suenan. Al parecer se ha dado un buen golpe, provocando que su cuerpo duela en algunas partes.
Quiere decirle a las voces que se callen de una vez, más su voz no logra salir de su desgarrada garganta. Siente un amargo y desagradable sabor en los labios, agregándole que tiene una sed de los mil demonios.

Al estar costado mirando hacia arriba, no tiene mucho más información que las blancas paredes y el par de voces que se escuchaban a unos metros.
Con todo el esfuerzo que le permite su adolorido cuerpo, logra girarse hacia su derecha y ver cómo hay dos siluetas sentadas frente a frente en una esquina de la habitación, quiénes no le están prestando atención para nada.
Una de ellas suelta varios gruñidos, mientras el otro se encarga de envolver sus manos con algo. ¿Eso que veía eran vendas?

En verdad, Jimin ni siquiera tiene claro si está en la realidad o continua medio inconsciente. Por lo que no indaga mucho en los detalles de aquellas personas, sintiendo nuevamente los ojos pesados y un cansancio infinito invadirle el cuerpo. Esta por quedarse dormido en cualquier momento y aún así, quiere mantenerse despierto para entender algo de lo que dicen esas voces que no logra recordar.

— Debes tener más autocontrol. – Habla con firmeza uno de ellos, quien parecía bastante molesto. – ¿Qué hubieras hecho si Nam no te detenía?

El aludido simplemente se encoge de hombros, pegando un pequeño chillido en cuanto el que le estaba regañando mueve con brusquedad sus manos.

— Sabes que si te metes en problemas como estos, vendrán por ti otra vez. – Sentenció con voz más calmada y deja salir un suspiro preocupado. – ¿Quieres eso?

— No. – Habla finalmente la persona que ha estado con la cabeza agachada todo ese tiempo y le da la espalda. — No quiero...

— Debes controlarte entonces.

— Pero él...– Susurra dirigiendo su mirada al rubio que yace en la gran cama, del cual no tienen la noción de que esta escuchando todo, pese a la confusión en su mente.

— Sí lo sé. – Suspiró mientas dejaba una pequeña caja a un lado de ellos, que parecía ser un botiquín de primeros auxilios. – Mañana hablaremos de esto. ¿Está bien?

— Bueno...– Contesta el chico con tono preocupado, llevando sus manos vendadas a su rostro. Se veía realmente abatido.

El más alto se levanta de su asiento, llevando su mano a la cabellera oscura del otro sólo para revolverla con cariño y sonreír de medio lado.

— No ha estado del todo mal lo que has hecho. – Le sonríe viendo cómo este descubría su rostro para mirarlo desde abajo. – Le has salvado y es lo que importa.

El otro simplemente asiente a las palabras de ánimo del otro, observándole salir de la habitación.
En ese punto, Jimin solo mantiene sus ojos cerrados escuchando todo lo que sale de esas bocas y de vez en cuando los abre para saber dónde se encontraban cada uno de las personas en el cuarto. De cierta forma una parte de su cerebro había despertado al escuchar esa melodiosa voz, buscando en cada rincón de su memoria la identidad del dueño de esta. Sin lograrlo en todos esos minutos.