t r e i n t a y d o s

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Música escucha por el apartamento y poco a poco sus ojos comienzan a abrirse. Se sienta en la cama un poco desorientado, viendo su gran cuarto iluminado por la cálida luz del sol que se cuela por la ventana. Da un largo bostezo estirando sus brazos, quedándose bastante tiempo mirando un zapato que hay a un lado de su cama junto a sus pantuflas. Refriega perezosamente su rostro y mira todo como si algo faltara ahí, pero no sabe que es hasta que un rostro aparece en su mente.

Jimin.

Ah, sí. Aquel hermoso rubio que se había negado rotundamente a dormir con él la noche anterior, pero que de alguna forma le había convencido para se quedara en su cama hasta que se durmiera. Lo gracioso había sido que Jimin había terminado durmiéndose mucho antes que él, cosa que aprovechó para admirar por largas horas su lindo rostro. Quizás se estaba aprovechando un poquito de la amabilidad del rubio, pero tenía la gran necesidad de estar a su lado últimamente y mientras este lo consintiera de esa forma, lo disfrutaría todo lo que pudiera. Sabiendo que en algún momento, Jimin tomaría la decisión de irse de su lado. Como todos, lamentablemente.

Yoongi se levanta finalmente de la cama, sintiendo el frío bajo sus pies. Sale del cuarto y camina por el pasillo abrazándose a si mismo, escuchando la música que lo ha despertado. Sabía que aquel grupo que cantaba era uno de los favoritos de Jimin, debido a que este siempre se duchaba con ellos de fondo, además que más de una vez lo había pillado coreando algunas canciones a todo pulmón.

Llega hasta la cocina sin hacer mayor ruido, guiado por el delicioso aroma a comida, viendo poco después bastante divertido como un rubio de aparente buen humor, se encontraba bailando al son de la rítmica canción y movía el sartén entre sus manos.

Sus pasos fueron silenciosos, por lo que cuando pegó su frente a la espalda del menor, no le sorprendió escuchar el gran grito que soltó al aire, al haberlo pillarlo desprevenido

— ¡AAAAH!

Jimin salta por el susto, provocando que un par de verduras del sartén salgan volando y caigan al suelo. Yoongi ríe sonoramente al haber logrado su cometido y nuevamente se apoya en la espalda del rubio, no queriendo rodearlo con sus brazos pese a que es lo que más desea hacer en esos momentos, quedándose solamente en esa posición para sentirlo cerca y sentir su aroma.

— Buenos días. – Susurra una vez Jimin se gira levemente a observarlo por sobre su hombro, con el ceño fruncido.

— B-buenos días. – Contesta viéndolo solo un segundo, antes de volver su vista a su labor.

Se ha sonrojado.

Una de las cosas que más adoraba Yoongi de que vivieran juntos, era el hecho de poder ver las mil facetas de Jimin sin tapujos. Desde su lado adormilado por las mañanas, a su rostro llorón al ver una película triste. Sólo llevaban una semana conviviendo y esos siete días ya los consideraba los mejores que había tenido en su miserable vida.

Adoraba ver las mejillas sonrojadas del rubio. Adoraba verlo comer felizmente. Adoraba ver la forma en como sus ojos se cerraban para regalarle una de esas tiernas sonrisas que hacían latir con fuerza su corazón.

Lo adoraba por completo.

Por eso no hace falta que diga mucho, cuando Jimin se da vuelta y lo envuelve en un cálido abrazo que le sabe a felicidad. Deja que lo mime un momento, apoyando su rostro en el hombro del contrario, disfrutando de su cercanía. No entendía porque cada mañana Jimin hacía lo mismo, para luego huir de sus brazos totalmente avergonzado de lo que había hecho.

Últimamente ya ninguno de los dos sabía qué clase de relación llevaban. En un momento podían estar acariciando sus manos, para al siguiente mantener una distancia de un metro en el sillón sintiéndose incómodos.

Boy in Black | MYG & PJM. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora