c i n c o

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Por fin es fin de mes, lo que significa que tendría su tan esperado salario. Ha estado ahorrando ya hace más de un año y tiene una buena cantidad guardada en el banco. Está pensando en comprarse algo de ropa nueva y unas zapatillas, ya que las que tiene estaban bastante gastadas. Lujo que podía darse al tener un buen monto.
Hace buen clima afuera y se siente ansioso de ir al banco a depositar todo lo que le han pagado ese mismo día. Si sigue así, en menos de tres meses podrá viajar a Japón.
Su tío, el hermano mayor de su madre, ha estudiado danza hace muchos años atrás. Teniendo bastante problemas en un inicio, tal como él. Sin embargo, este se había marchado a aquel país vecino para poder ser parte de un estudio bastante famoso en aquel entonces.

Y ahí es donde espera surgir Jimin.

Por ende, necesita el dinero suficiente para el boleto de avión, para su estadía y un poco más, en caso de que tenga que volver por cualquier motivo a su país natal.

El sol brilla, los pajaritos cantan y él se hab levantado de un humor maravilloso. Definitivamente serían un buen día. Al ser día de paga, no tiene que ir a trabajar ni al almacén, ni al club. Por lo quemes trata de un día para sí mismo, en donde la mayoría de las veces va a comer algo delicioso como auto-regalo por todo el esfuerzo que esta haciendo.

Poniéndose su ropa deportiva, se prepara para salir a correr aquella mañana. A pesar de no estar bailando desde hace mucho, nunca ha dejado de ejercitarse. Aún era igual de flexible que cuando egresó y aún poseía la misma resistencia. Así que de vez en cuando salía a correr para quemar todo lo que se comería más tarde.

Ya está listo para salir de su habitación, cuando al otro lado de pasillo escucha un grito bastante desgarrador. Se espanta en un principio, pero al salir del cuarto nota que hay una mujer en el pasillo de rodillas y corre a ayudarla.

— ¡Señora! ¿Qué le duele? – Pregunta mientras intentando levantar a la mujer, quién se quejaba bastante.

La señora no hace nada más que soltar maldiciones y agarrarse el estómago, entonces Jimin nota que el suelo está mojado. Recién ahí cae en cuenta que la mujer no es robusta y más bien está embarazada.
Como puede, toma a la mujer en brazos y baja con ella a la calle, pensando en que al día siguiente andaría con un horrible dolor de espalda que le dejaría postrado por días, pero nada importaba en ese momento más que la salud de aquella embarazada mujer.

Baja de sus brazos a la mujer, una vez ve a un taxi a lo lejos para hacerlo parar. El chofer incluso baja del vehículo para ayudarle y se encaminan al hospital más cercano.

Durante todo el trayecto Jimin va haciendo más que un apoyo, de saco de arena. La mujer no deja de tirarle golpes y decir lo mucho que le duele cada contracción. Son los quince minutos más terribles para el pobre rubio y está convencido que seguro que encontrará más de algún moretón por su cuerpo a la mañana siguiente.
Cuando finalmente llegan al dichoso hospital, internan a la mujer enseguida dejándolo a él llenar unos papeles. Con suerte sabe el nombre de la señora, estando en la obligación de llamar a la amable anciana de la pensión, para saber más datos sobre el esposo.

Más cuando ya piensa que todo el circo de locos ha terminado, llega el tan esperado padre del bebé que esta a punto de nacer. Este no hace nada más que gritar que no posee el dinero suficiente, que se encuentra en la banca rota y que su mujer iba a morir, entre muchas otras cosas que Jimin no quiere continuar escuchando.

Mientras este hombre se encuentra llorando a mares con el médico, Jimin paga todos los gastos con una de las secretarías de la planta de maternidad. Ni siquiera conoce bien a la pareja y mucho menos le caen bien. Pero saber que el hospital posiblemente es capaz de echarle a ambos, mientras ella se encontraba a punto de dar a luz, hace que la parte que más odiaba de si mismo saliera a flote.

Boy in Black | MYG & PJM. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora