v e i n t i s é i s

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A penas tiene la oportunidad de escapar de aquel rubio, busca a su amigo en el segundo piso para reclamarle por lo que estaba haciendo.
Habían hablado de muchas cosas durante su estancia en el hospital y se había sincerado más de la cuenta con Jin. Más no esperaba que este ocupara todo lo que le había contado para torturarlo.

Porque sí, esto era una tortura.

No esperaba ver a Jimin tan prontamente, ni mucho menos comenzar a vivir bajo el mismo techo. Sabía de antemano que su mejor amigo aún no lo perdonaba por sus tontos actos, pero sabía que en el fondo estaba feliz de que siguiera con vida.

Tiene tantas cosas que reparar y no tiene idea por donde comenzar y ese chiquillo de cabellos dorados, no hace nada más que desordenar todos sus pensamientos.

De verdad quiere tomarse el tiempo necesario para restablecer su relación con Jin y lograr acostumbrarse a todos los malos pensamientos que aún le carcomen. Su cuadro depresivo podría decirse que ya está mucho más controlado, debido a los tratamientos y la intensa terapia psicología, pero nada de eso le aseguraba hasta cuando duraría su estabilidad emocional.
Él más que nadie, sabe que en cualquier momento puede descontrolarse y volver a actuar de manera impulsiva. Y no quería volver a llegar a tales extremos nunca más en lo que le queda de vida.

Treinta días le tomó darse cuenta todo lo que perdería y arrastraría consigo, si es que llegaba a morir. No quiere destrozar la felicidad de Jin, no quiere que su amigo Taehyung se convierta en ese chico serio que hace algunos días le había visitado. No quiere...dañar a las personas que quería.
Ya es bastante difícil vivir con la culpa de no haber protegido a su madre, como para sentir que estaba pasando a llevar a todas las personas que importaban.

Y definitivamente, no quiere dañar a ese dulce chico que le recibió como si nada, cuando él sin dudarlo había desgarrado su estómago.

No debe estar cerca de él, aún no.

Entonces decidido a reclamarle a Jin que no pensaba dormir en su casa y que se devolvería a su apartamento, le vio ordenar pulcramente toda su ropa en los cajones de el mueble de su ahora habitación.
Se queda en el umbral, observando como su amigo sonreía sin siquiera notar su presencia.

Estaba feliz.

Verlo hacer aquella simple tarea, trajo demasiado recuerdos a su mente. Recuerdos que atesora como los mejores años de su vida. A pesar de que Jin es alguien que le doblaba en edad, le había cuidado tanto en su adolescencia, que no tenía manera de agradecérselo.
El castaño se preocupó de hacerlo estudiar y que dejara todos aquellos trabajos pesados que realizó siendo aún un niño. Conociendo por primera vez lo que era realmente tener un hogar.
Si no hubiera sido por Jin, seguramente ya estaría a tres metros bajo tierra sin que nadie llorara una mera lágrima por su partida. Pero ahora, luego de tantos años a su lado, se daba cuenta que era realmente afortunado por haber conocido a aquel castaño de noble corazón, que sin siquiera saber su historia siempre tuvo sus brazos abiertos para él.

— ¿Necesitas algo?

La voz de Seokjin le hace volver a sus cincos sentidos, solo para negar suavemente con el rostro.
Sin querer, su mirada se ha entristecido ante los recuerdos del pasado y el mayor no tarda en dejar todo de lado para acercarse a él con preocupación.

— ¿Sucede algo? – Pregunta inspeccionándole con la mirada, a lo que Yoongi vuelve a negar mirando hacia el suelo. – ¿Te duele el brazo? – Insiste tomando con delicadeza su fría mano izquierda y tantea con sus manos su cuerpo.

Boy in Black | MYG & PJM. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora