The Interview (Terminada - SIN EDITAR)

Treinta y siete

—¿El pedido de la mesa dos? —dije apoyándome en el mesón, viendo hacia uno de los ayudantes de cocina. 

—Ya va —me informó Mike viendo al plato que terminaba de hacer— ten.

Me pasó el plato y el resto de la cosas, y puse todo sobre la bandeja, aún debía practicar más la técnica para poder llevar la bandeja con tanto peso sin que se me caiga todo. Aun me tambaleaba, pero al menos llegue con todo a la mesa que correspondía, y con una sonrisa y un “que lo disfrute”, me retiré para tomar la orden de mi otra mesa.

Hoy me había tocado turno de noche, y terminabamos todo a eso de la una de la madrugada ya que en ordenar y limpiar todo aquí, nos tomaba más tiempo. Por fin el restaurante ya había cerrado y sólo quedaba subir las sillas y el trabajo estaba terminado.

—Hoy hubo mucha gente, ¿Cómo te fue con la propina? —Aria me preguntó con una sonrisa cansada mientras subíamos las últimas sillas de la mesa.

—No me quejo para nada —dije riendo— hoy han sido bastante amables en dejarme la propina.

Terminamos de acomodar las últimas sillas que quedaban y nos fuimos a cambiar de ropa. Hoy, gracias a Dios, la chica a la que no le caía muy bien, no le había tocado éste turno, por lo que el trabajo esta noche había sido muy agradable sin tener que recibir esas miradas de desprecio. No sabía como habían chicas tan inmaduras aún, está bien que te guste un artista, y yo también odié a las novias de los chicos famosos que me gustan, pero eso fue cuando era más pequeña, cuando tenía dieciséis años, pero la chica ya tiene veinte y me es imposible comprender cómo actúa así aún. Pero qué más da, uno se puede encontrar con muchos locos en ésta vida.

—Nos vemos mañana —me despedí de todos los que quedaban ahí, y luego caminé hasta mi auto para por fin irme a casa.

Conecté mi celular y puse la nueva canción de Justin, que definitivamente me había enamorado y no había podido para de escuchar.

—No limit in the sky that I won't fly for ya... —canté mientras conducía hasta mi casa. Y ahora que estaba escuchándolo, no habiamos hablado desde ayer, o al menos no había respondido mi último mensaje, lo que me era extraño.

Las semanas habían pasado lentas, e intentabamos hablar todo el tiempo, aunque los horarios variaban cada vez que viajaba a un nuevo país, pero de igual forma intentabamos estar en contacto lo máximo posible. 

Puse una mano sobre mi cabello mientras apoyaba mi brazo sobre la ventanilla del auto, esperando que el semáforo cambiara a verde. Revisé mi celular, por primera vez desde que había ido a trabajar, y me encontré con un mensaje de él, haciendo que mi corazón se acelerará y la sonrisa en mi cara no pudiera ser mas grande.

Ya estaba aquí.

Conduje lo más rápido que pude, todo lo que me permitía la ley y un poquito más, y cuando estuve a un par de casas de la mía, pude ver la camioneta blanca en la que muchas veces me habían venido a dejar, y no pude estar mas feliz de verla parada frente a mi casa, cuando sabía quien se encontraba ahí dentro.

Le puse la alarma a mi auto y cuando estaba acercándome, lo vi bajarse de la camioneta y apenas me vió, troto hasta mi para poder abrazarme. Lo rodee con mis brazos sobre su cuello, y no pude evitar que las emociones que había estado reprimiendo durante éstas semanas, salieran a la superficie hoy.

Comencé a llorar sobre su hombro  sin poder evitarlo ya, sacando a fuera todo lo que me había estado guardando cada vez que hablaba con él por teléfono. Lo había extrañado tanto, que verlo aquí ahora a penas me lo podía creer.

—Shh cariño —dijo en mi oido mientras que sus manos acariciaban mi espalda y sus labios se posaban en mi cuello, haciéndome relajar al instante al saber que estaba aquí.