Veintiocho

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Bajamos las escaleras minutos después, y al hacerlo pude escuchar como los mellizos estaban peleando en la cocina por algo que no llegué a entender. Entré con Justin detrás mío, quien no estába muy cómodo con toda esta situación, lo cual era​ completamente entendible.

Melissa golpeó la costilla de Joaquín y le hizo un gesto con su barbilla, éste la miró cabreado y suspiro pesadamente para luego mirarme aburrido y después a Justin.

—Lo siento, Justin —dijo irónico ganándose un manotazo de su melliza y una mala mirada mía. Éste dio un suspiro mirando al cielo y nuevamente lo miro— Perdón por comportarme así, y a ti Gabi no debí tratarte mal.

—Eres pésimo con las disculpas —se burló Meli.

Cállate tarada que tú eres fea y nadie te dice nada.

Me parezco a ti estúpido —le dió un manotazo haciéndome soltar una risa.

—Por qué no se pueden comportar una vez en su vida —me adentré más en la cocina y pasé por el lado de Joaquín agarrando su mejilla y dándole un sonoro beso— sabes que te quiero, pero para la otra que me hables así, amaneces con un pelón en tu lindo pelo.

Me miró de reojo con el ceño fruncido y asintió de mala gana mientras rascaba su cabello.

—Como ves Justin —Max dejó su mano en el hombro de él e hizo una mueca— nuestra familia está algo loca pero es lo que tocó.

Eso al menos lo hizo reír algo más relajado.

Al final mis hermanos se quedaron a cenar con nosotros, y como había algo de pizza que habiamos dejado de la tarde, ellos pidieron dos cajas más. Por suerte después de todo, la noche salió bastante bien. Max y Justin se llevaron de maravillas al tener algo en común, la música, y Justin quedó en pasarse a su estudio cuando tuviera tiempo libre. Pero toda la conversación se desvió cuando Joaquín comenzó a contarle a Justin lo loca que estaba por él cuando era mas pequeña. Que tenía mi habitación llena de pósters y que parecía un santuario dedicado a él mas que una habitación, lo que me dió demasiada vergüenza al recordar como era hace unos años atrás.

Así que corté todo y les ofrecí algo de helado para salir de ese tema.

Joaquín me las pagaría, de eso estaba segura.

—Así que tenías un santuario dedicado a mi —dijo mientras entraba a la cocina y yo me dedicaba a sacar el helado de la nevera

—No era así, sólo tenía un par de fotos tuyas —eso era una gran mentira—, pero Joaquín todo lo agranda.

—Me encanta saber que me amas desde hace años —se acercó a mi por detrás haciéndome sonreír.

—En serio que tú ego es más grande que tú cabeza, amigo —dije concentrada en sacar un trozo de helado cuando sentí sus manos abrazar mi cintura.

—¿Ahora somos amigos? —murmuró en mi cuello haciéndome soltar un suspiro involuntario.

—Pues que yo recuerde si —dije intentando sonar tranquila— no me han mandado ninguna notificación diciendo que somos algo más que eso.

Escuché su risa en mi nuca y eso me hizo mirar al cielo en busca de calma.

—Puede que pronto te llegue entonces —y eso hizo saltar mi corazón haciendo que de mil vueltas dentro de mi pecho — sacaré las cucharas.

Dijo haciéndose el tonto y yo quedándome con la respiración más que entrecortada con lo que me había soltado. Éste hombre definitivamente sería mi maldita perdición.

The Interview (Terminada - SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora