Treinta y tres

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Despertar entre sus brazos se podría llamar la cosa más maravillosa de la tierra, creo que ya lo había dicho, pero sólo era la verdad y había que recalcarlo. Mi mejilla estaba en su pecho y podía sentir su corazón latir bajo mi oreja, mientras sentía su respiración en mi cabello y sus brazos envolverme por completo y pegarme a él, sus piernas enredadas a las mías y su calor corporal que me hacia estar tan a gusto encima de él. Simplemente delicioso.

Solté un bostezo y me moví despacio entre sus brazos hasta que me liberé de su agarre y me senté en la cama, lo miré por encima de mí hombro y aún seguía durmiendo plácidamente. Me giré un poco para poder verlo mejor y mi corazón dio un salto doloroso en mi pecho. Verlo ahí tendido en la cama, con su rostro relajado, totalmente desentendido a lo que pasaba a su alrededor, me hacía querer verlo dormir por horas, velando por él. Era tan guapo y aún no me creía que él estaba conmigo, que era yo a quien quería. Verlo así me daban ganas de alejar todo lo malo a su alrededor, y que estuviera tan en paz como ahora.

Lo miré por un par de segundos más y me levanté con una sonrisa tonta en los labios, parecía loca viéndolo dormir. Me metí al baño para darme una ducha, pero antes de meterme dentro de la paredes de cristal que adornaban la regadera, me observé en el espejo y pude ver pequeñas marcas moradas en mi pecho,

—Justin.. —susurre frunciendo mi ceño y observé sorprendida acercándome más al espejo para ver las marcas.

Levanté mi mano y roce con mis dedos algunas de ellas, recordando como durante la noche había dejado mordidas en el, me alejé del espejo y apoye mis manos sobre el lavamanos, eso tardaría en desparecer así que tendría que cubrir mi escote lo más que pudiera hasta que esas pequeñas huellas desaparecieran.

Me metí al baño para darme por fin una ducha y luego de terminar lavé mis dientes, me puse mi ropa interior y me coloqué un short de jeans con una polera de tirantes blanca. Me cepille el cabello y aún podía ver a Justin dormir a través del espejo, así que mientras lo hacía aproveché de pedir el desayuno para que cuando por fin despertara el desayuno estuviera aquí.

No lo quise molestar ni despertar, quería que descansara lo más posible así que caminé hasta el sillón que daba al gran ventanal de la habitación y me senté ahí admirando de las hermosas vistas de Nueva York. Agradecía que estuviéramos en uno de los pisos más altos, ya que se podía ver gran parte de la ciudad desde aquí.

Me quedé por no sé cuánto tiempo ahí sentada, pero cuando me levanté justo tocaron la puerta, caminé hasta ella viendo que Justin seguía en su quinto sueño y al ver que era el chico con el carrito de la comida, le agradecí en voz baja y luego se fue. Pero me quedé ahí parada viendo hacia Justin debatiéndome entre despertarlo o no. Ya eran casi las once de la mañana y yo me había levantado a la diez, pero viendo que se había comenzado a mover en la cama, camine hasta él y me senté a su lado para dejar pequeños besos en su mejilla y cuello, ya que éste último estaba completamente a mi disposición.

Se volvió a mover en la cama y agarró mi mano que descansaba sobre su pecho, haciéndome sonreír al verlo despertar.

—Me gusta que me despiertes así —su voz ronca mañanera me hizo suspirar.

Éste hombre me podía hacer desfallecer hasta durmiendo.

—Te despertaré así cuantas veces quieras —le besé la frente y pude escuchar una leve risa— el desayuno está aquí —le avisé— podrías darte un baño y luego desayunar juntos.

Levantó su cabeza y se quedó mirando mi cabello, al ver que estaba algo húmedo frunció su ceño y me miró por unos segundos, hasta volver a enterrar su cara en mi cuello.

The Interview (Terminada - SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora