Cuarenta y tres

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Toda persona tiene un límite, ¿No es así?, toda perdona sabe exactamente cuando decir “es suficiente”… pues ahora era mi turno de decirlo porque mi limite ya lo habían sobrepasado y con creces.

Estaba cansada, agotada y sobretodo muy dolida. Pero no me dolía el cuerpo, lo que dolía era mi pecho, o mas bien lo que había dentro de él.

Mi corazón estaba hecho polvo.

Antes podía decir que no me importaba lo que dijeran de mi un grupo de personas que no me conocían, que todo lo que pensaran me resbalaba completamente, pero ya no podía decir lo mismo. Porque ahora todo lo que ese grupo de personas decía de mi, me dolía como si me estuvieran clavando cuchillas sin parar en mi cuerpo, una y otra vez y cada una llegaba más profundo dentro de mi.

Intentaba dar una sonrisa durante el día para evitar cualquier pregunta sobre si estoy bien, pero llegaba la noche y cuando me veía sola, lloraba hasta que no salieran más lágrimas de mis ojos, lloraba hasta quedarme dormida y al otro día limpiaba mi rostro y fingía nuevamente una sonrisa de “estoy perfectamente”.

Algunas personas podían ser valientes y decir “si no me hace bien, me alejaré”, y realmente lo hacían. Se iban y se alejaban de todo lo que les hace mal, pero yo no era una de ellas. Yo no entraba en ese grupo porque por más que todo esto me hiciera daño, por más que aquellos mensajes me dejaran con el alma hecha trizas, no quería alejarme de él, porque lo que sentía era mucho más fuerte. Pero ese era el problema, lo que yo sentía era fuerte… ¿Él sentiría de la misma forma?.

Justin había estado tan ausente en este último tiempo, tan desentendido de todo lo que me estaba pasando, y es que él no tenía la culpa… o quizás sí, quién sabe.

Todo el mundo pensaba que yo era la tercera rueda en este vehículo llamado Jelena, todos decían que yo no era más que una aparecida, que no hacía nada bueno en la vida de Justin, que no lo merecía y que prácticamente era una puta por estar con él. Hablaban pestes de mi y lo peor de todo eso es que tenían los cojones para enviarme un mensaje cargados de odio hablando de lo perfectos que se veían Justin y Selena juntos mientras yo no era más que una piedra en el zapato en su “relación”.

Justin no sabía todo lo que me enviaban, él solo veía los comentarios infantiles y decía que no los diera importancia porque él estaba conmigo y con ella eran solo amigos, y yo le creía, pero eso no significaba que no me doliera.

Intenté hacer las cosas con madurez, aceptar una amistad entre ellos porque al final de cuentas yo no podía decidir en la vida de Justin, él era libre de hacer y no hacer y yo no debía por qué influir. Por eso todo esto era un caos para mi. Pero ya no podía seguir haciéndome la tonta y seguir fingiendo que nada pasaba cuando él venía, no podía seguir dándole una sonrisa cuando no sentía ánimos de dársela. Había llegado a mi límite, ya no podía más… ya era suficiente.

Había tomado una decisión y estaba segura de lo que haría. Acabaría con todo lo que tenía con Justin, sería el final de lo que nunca fuimos.

—Hey… ¿Por qué esa cara?, ¿Te sientes mal?

El cuerpo de Debra se dejo caer a mi lado en el sillón con una fuente de palomitas en su regazo. Como buen día sábado en la noche y sin nada que hacer, tendríamos una noche de películas y comida chatarra hasta que nos doliera el estómago. Pero por más que quería estar de buen ánimo simplemente no podía.

Negué ante su pregunta y me acomodé mejor en el sillón— Tomé una decisión. —el rostro de Debra demostraba que no estaba entendiendo a qué iba lonque decía— Se acabó todo, ya no voy a seguir… Voy a cortar con Justin… —solté un bufido— voy a terminar algo que ni siquiera a comenzado.

The Interview (Terminada - SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora