Capítulo 8: en mi cabeza

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—Claro. Pero, ¿Qué pasó?—Preguntó Isaac.

—Peleé con Jesse. Si es una molestia puedo llamar a Alex o Matt.

—¡No!—Se apresuró a decir.—Quédate. Me encantaría.—Me sonrió. Le devolví la sonrisa.

—Gracias.

(...)

—Esto está buenísimo.—Dije metiendo un trozo de frutilla a mi boca.

—Puedes ducharte si quieres.—Me ofreció.

—Claro.—Me guío al baño.—Ahí hay toallas.—Dijo señalando una puerta.

—Gracias.

Me duché. Dejé que el agua caliente relajara mis músculos. Estaba muy nerviosa. Aunque luego de hablar con Isaac, me había tranquilizado. Termine de ducharme. Había olvidado traer ropa, por lo que sólo envolví mi cuerpo en una toalla. Salí del baño y tocaron el timbre.

—¿Puedes abrir?—Preguntó con un grito Isaac.

—Claro.—Dije olvidando mi atuendo.

Miré por la perilla. Era ginny. Me acordé que estaba desnuda. Arderé en el infierno. Abrí.

—Oh, Hola.—La saludé. Isaac bajo.

—Oh. Ginny.—Dijo alegre. Luego me vio.—Tiene una explicación.

—Sí, seguro.—Dijo sarcástica para después irse. Isaac amago a buscarla pero no lo hizo. Se giró a mi.

—Lo siento. No fue mi intención.—Le dije fingiendo arrepentimiento.

—Lo sé. Eres muy buena para eso.—Me sonroje levemente.

—Eh… lo siento… pero salí apurada y no tomé…

—Seguro. Sígueme.

Hice lo que dijo y fuimos hasta su habitación. Rebusco en su armario. Me dio una camisa larga.

—Gracias.

—Esta bien.—Me dio una sonrisa amable.

Se fue y me cambié. También sequé mi cabello. Fui a la cocina donde estaba Isaac.

—Yo cocino, es lo menos que puedo hacer.

—No es necesario, aparte…—Se cayó.

—¿Que?

—Bueno… no te lo tomes a mal pero no pareces de las personas que cocinan.

—Vamos a ver, como no cocino.—Dije desafiante.

(...)

Metió un trozo de carne a su boca. Sus ojos se abrieron.

—¿Así que está rico?—Dije algo presumida.

—Lo está.—Dijo rendido. Le saqué la lengua. Estábamos a centímetros. Se relamió los labios. Y, maldición, queria besarlo. Me separé.

—Espero que lo disfrutes. Estoy cansada. Voy a dormir.

—Seguro. Que descanses.—Dijo con una hermosa sonrisa.

—Igualmente.—Me dirigí a la habitación de huéspedes. Entre y cerré la puerta. Me tiré a la cama.

¿Porque?Primero no quiero que me bese y ahora muero por probar sus labios. Tan dulces, lindos, formados… no. Y Matt, Dios. No quieria que él tampoco me besara, pero no puedo decir que me disgusto. ¿Y porque se siente tan mal? Hace un año, no lo hubiera hecho. O quizás con otras personas no lo hubiera hecho.

Union de manadas U.C.A#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora