Capítulo 29: mi niño

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Luego de despertar en la orilla del lago abrazando a Matt, fuimos a la cabaña para entrenar. Luego de entrenar por dos horas llegó Isaac. Todos se estaban preparando para irse.

—Cachorra, ¿crees que podremos ir a tomar un café o algo? —Pregunto un poco indeciso.

—Claro. —Le dije con una sonrisa. Después de que todos se fueran, Fuimos a un café en el centro. Nos sentamos en una mesa y ordenamos.

—Así que... —Suspiro. —Puede... puede que Matt me haya hablado un poco... de lo que pasó. —Baje mi mirada.

—¿Qué dijo?

—Él mencionó que piensas que nos decepcionaste. —Suspiré pasando mis manos por mi cara.

—Yo... lo siento. Siento decepcionarte, ser una drogadicta. —Entrecerró los ojos.

—Cachorra, —Suspiro. —¿piensas que estoy decepcionado de ti? —Mire mis manos mientras jugaba un un hilo de mi remera. —Hey. —Se estiró sobre la mesa para alcanzar mi mano. La sostuvo entre las suyas. —No estoy decepcionado. —Lo mire a los ojos. —Estoy orgulloso. —Eso me desestabilizo. Lo miré con curiosidad. —Estoy orgulloso de como pasaste la abstinencia. Como tú misma decidiste que ibas a cooperar y te mantuviste firme. Me pediste que me alejara y te controlaste. Actuaste... muy decidida con mucha fuerza de voluntad. Estoy orgulloso de como estas dirigiendo todo. De tu madurez. De tu preocupación. Te veo y me llenas de orgullo. —Dijo apretando mi mano. Una pequeña sonrisa se formo en mi rostro.

—Gracias. De verdad me alegra oírlo. Significa mucho para mi. —Dije devolviendole el apreton.

Hablamos un rato hasta que surgió el tema de Ginny.

—La verdad no sé qué hacer. —Dijo con un suspiro. —Ella está enojada por pasar tanto tiempo contigo. La verdad ya no lo entiendo.

—Entiendo si... —Me pare dudando de mis palabras. —Entiendo si ya no puedes verme.

—¿Que? —Pregunto confuso. —No. De ninguna manera. Quiero estar contigo. —Eres mi amiga y toda esa mierda. —Reímos. —No sé. Estamos junto hace un año. Mucho para dejar y perderlo. Poco para aguantar la mierda por tan poco. —Reí.

—Supongo que debe pasar. Hay gente que piensa que tres años es poco. Pero para mi, si te consumiste ya tres largos años, más vale que sea para siempre. —Reímos.

Seguimos hablando un rato más antes de irnos.

En el camino de vuelta a casa Matt me llamo. Lo conecte a la computadora de mi auto.

—Hola. —Se escuchó en el altavoz.

—Hola... —Suspire. —Siento... siento lo de ayer. Yo no debería quebrarme así.

—Claro que puedes. Puedes confiar lo suficiente para quebrarte conmigo.

—Gracias. Pero no... no debería ser yo... no puedo ser yo. —Dije suspirando.

—Como sea... me preguntaba si... —Dijo dudando unos segundos.

—¿Aja? —Pregunte incitandolo a seguir.

—¿Querrías hacer algo mañana? —Pregunto desde el otro lado de la línea con duda en su voz.

—Por supuesto, me encantaría. ¿Donde?

—No lo sé, ¿Parque de diversiones o al cine? —Sugirió.

—Parque de diversiones suena bien, ¿a las tres? —Pregunte.

—Seguro. Te paso a buscar. Te veo luego.

—Hasta luego. —Dije para luego cortar la llamada.

Seguí mi camino hacia mi casa.

—Hey. ¿Alguien? —Grite entrando en mi casa y dejando mis llaves en la mesa junto a la puerta.

—Yo. —Escuche gritar a Jesse desde su habitación. Ahi me dirigi. Cuando entre lo vi acostado en la cama leyendo. Traía una musculosa negra y un pantalón de pijama a cuadros. Me quede viéndolo. De verdad un chico lindo. A mis ojos seguia siendo mi niño. Pero no lo era. Había crecido tanto tan rápido. Con solo verlo, mi corazón palpitaba orgullo. —¿Porque me ves tanto? —Pregunto riendo.

—Es que creciste mucho. Solo... creces tan rápido. Pronto serás un adulto y tendrás pareja y te mudaras, o irás a la universidad y vas a dejarme. —Dije mirando el piso, extrañandolo sin que siquiera se hubiera ido.

—Hey. —Dijo levantándose. Me abrazo. —No voy a irme. No voy a abandonarte, nunca haría eso.

—Si lo harás. —Susurre contra su bello mientras lo abrazaba. Se había agachado para apoyar su oído en mi pecho. —Vas a crecer y vas a hacer un adulto. Te mudaras. Y vas a abandonarme. —Dije con voz de niña.

—No lo haré. —Dijo riendo. —Y aun si lo hiciera, no me iría lejos. Estaría contigo los fines de semana. Y me refiero completos, sábados y domingos, no solo un dia. Y al menos una cena entre semana. —Lo estreche más contra mi.

—Es poco. —Volví a decir con voz de niña. El rio.

—Trabajariamos juntos. Prácticamente sería lo mismo que ahora. O más.

—Quizás acepte. —Reí suavemente. Le di un último apretón para después dejarlo ir. Puse mis manos en los bolsillos de mis jeans. —¿Quieres hacer algo? —Pregunte.

—Claro. ¿Jugamos videojuegos?

—Me encantaria. —Dije. Se dirigió a su televisor y prendió la consola.

Ese era mi niño. Mi bebe. Por el que daría mi vida.

Jugamos todo lo que quedaba de tarde hasta la noche bien tarde. Jesse terminó recostado en mi hombro mientras veiamos una pelicula. Yo me dedicaba a jugar con sus suaves rulos. Sentí sus latidos ir más lento. Se estaba quedando dormido.

—Te amo, mami. —Susurro quedándose dormido. Lo mire sorprendida, pero sin moverme mucho como para despertarlo. Seguí acariciando su cabello mientras lo observaba, durante toda la noche. Hasta que salió el sol.

Intente descubrir que sentía sobre lo que dijo. Incluso me plantee que no iba dirigido a mi. Pero llegué a la conclusión, de que estaba bien con eso. El era mi niño. Mis sentimientos hacia él siempre fueron y serán los más intensos de la existencia. Y quien sabe y a quién le importaba si eran sanos o enfermos. El estaría conmigo por siempre. En vida y en muerte.

Union de manadas U.C.A#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora