Capitulo 4: No quieres saberlo

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—¿Que se supone que siento? —Le pregunté ya algo harta.

—Lo siento tan evidente. No sé cómo no lo sabes. —Me miró unos segundos. —O quizás no quieres saberlo.

—¿Saber que?

—¡Claro! —Exclamó como si hubiera descubierto América. —No es que no lo sabes porque sí. No quieres, y no tienes la mínima intención de saberlo.

—¿De qué mierda hablas?

—No vas a saberlo. No hasta que quieras saberlo.

—¿Sabes que? Me tienes harta.

—Que bueno. —Rodé mis ojos.

(...)

Estábamos saliendo del cine. Mi hermano y Jesse estaban un poco más atrás hablando. Yo y Isaac estábamos hablando trivialidades.

—Ya debo irme. —Dijo viendo su reloj.

—Oh, ok. Adiós. —Dije despidiéndome con un beso en la mejilla.

—¿Quieres ir a tomar un café mañana?

—Claro sería genial.

—Arreglamos por mensaje. Bye. —Se alejó, hacia donde creo, estaba su auto. Jesse se puso a mi lado.

—¡Te invito a una cita! —Dijo emocionado.

—No es una cita. Él tiene novia.

—No parece importarle a él.

—Esto se va a poner de compartidores de almas, así que me voy. —Dijo Brent para después desaparecer.

—¡Jesse! Aún si eso quisiera, no estoy lista para tener novio de nuevo.

—Lo estás.

—Tu me sientes. Deberías saber que no me siento lista.

—Falso. Estas lista. Pero tienes miedo. —Desvíe la mirada. —No te atrevas a esquivarme la mirada.¡Mirame a los ojos! —Exigió. Lo miré a los ojos. —Estás aterrada. Y no te deja ver lo que sientes. Quizás no te importe ahora. Pero puedes arrepentirte. Te arrepentiste de haber borrado tu recuerdos. Y con razón. Lo siento, sé que no les llegamos ni a los talones. Sé que Ryan siempre será mejor amigo. Sé que Rex siempre será mejor novio y compañero. Sé que nunca habrá un beta como él. No sé si es necesario. Sé que lo que ellos hicieron en meses nosotros no podríamos hacerlo ni en mil años. —No sé cuándo pero había empezado a llorar a mares. Cada palabra dolía. Dolía como un puñetazo en el estómago. Pero era como cuando te clavas una espina y tenían que rebuscar para poder quitarla. Dolía mucho, pero cuando salía, sentías el alivio. Y cómo podrías curarte ya que no estaba lo que te lo impedía. —Sé que estás aterrorizada de que tu corazón vuelva estrujarse por el dolor. Por la pérdida. Por todo lo que has sufrido, pero sí está en mis manos, no quiero que sufras más. Y te he sentido todos estos años. Y tus emociones nunca fueron tan fuertes. Sé que siempre estaba ahí el miedo. Y que por una vez esa chispa que casi se apagaba está tomando un poco de fuerza. Sé que encarcelaste tus sentimientos por miedo. No sólo a lo que pudiera pasar, sino lo que pudieras sentir. Miedo a ser feliz y que se acabe. Miedo que la historia se repita. Pero por una vez te lo suplico. Deja tus sentimientos salir y si se lastiman o hieren estaré ahí para curarlos, a cada minuto. Porque te amo. Eres la hermana que no puede tener. Y creo que literalmente eres mi alma alarma gemela. —Sólo pude abrazarlo.

—Jesse… yo… sólo… —Me tomé unos segundos para recuperararme. —No estoy lista. —Dije triste para después irme.

¿Dónde ir? Todo lo que pensaba. ¿Dónde ir y que no traiga recuerdos de cosas que perdí? ¿Dónde ir y no sentir un vacío en mi pecho? ¿Dónde ir sin que duela?

¿De veras había un lugar así en esa ciudad? ¿Eso existía? Un lugar que no haya guardado los momentos con las 6 personas que perdí.

Sólo podía ir a un lugar donde no haya ido antes. Di vueltas hasta ir a un bar.

Entre y me senté en la barra. Le pedí al chico una botella de agua. Un par de idiotas se me habían acercado pero los rechacé obviamente. Luego de un rato Matt se sentó al lado mío.

—Hey, Linda. —Me saludó. —No sabía que vinieras estos lugares.

—No lo hago. Pero necesito un lugar que no conociera dentro un pueblo que conozco como la palma de mi mano. Así que aquí estoy.

—Tiene sentido. —Dijo mirándome a los ojos. —¿Quieres algo de tomar?

—Seguro pero no es una buena idea.

—¿Porque?¿Te emborrachas fácil?

—Esa no es mi preocupación. Si así fuera lo hubiera hecho hace rato. Simplemente no tengo mucha influencia del alcohol y es que ni siquiera es mi estilo. Por lo que me iré a casa, si no te molesta.

—Claro, no hay problema. ¿Pero al menos puedo llevarte?

—Seguro. —Salimos del bar.

—Ese es mi auto. —Dijo señalando un camaro negro.

—Lindo. —Le dije.

—Gracias. Me fascinan los autos.

Wow. Algo en común con él. Genial. Pensé. Recibí una llamada de Jesse.

—Hola. —Contesté.

—¿Con quién estás?

—Sí. Gracias. Yo estoy bien. —Dije sarcástica  

—Sólo responde. —Exigio.

—Con Matt, ¿porque?

—Interesante. —Dijo para sí mismo —Bueno eso es todo.Adiós.

—Espera. — Jesse ya había cortado. Supuse que no escuchó mi pregunta.

—Estaba pensando... —Dijo Matt. —¿Hay algún lugar para ir? ¿Una parte del bosque, un río, algo?

—De hecho lo hay. Ven, vamos.

(...)

—Este lugar es hermoso. —Dijo sentándose al lado de mi.

—Ciertamente. Amo como la luna se refleja en el agua. —Dije viendo la laguna. —Es uno de mis lugares favoritos.

—Tiene sentido. También sería el mío. —Nos quedamos en silencio un rato.

—No te había preguntado, ¿Se mudaran aquí? —Hable aún mirando el agua tranquila.

—Eso pensaba. —Se giró hacia mi. —Si te parece claro.

—Es tu decisión. Esta bien por mi.

—Gracias. Nunca podré agradecerte lo suficiente.

—Ya lo hiciste. Tú me confiaste a tu manada. Eso es agradecimiento suficiente. —Dije, ahora, mirándolo a los ojos.

—No lo creo. Pero eres muy hermosa para seguir discutiendo contigo.

Me reí un poco. Él igual. Pero nuestras risas Se fueron apagando. Se acercó más a mi, el espacio entre nosotros ya casi era nulo. Nuestras respiraciones se entrelazaban.

Union de manadas U.C.A#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora