Capítulo 33: Aún te amo

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Suspiré finalmente decidiendome.

—Rex. —Susurre. Lo vi materializarse frente a mi. —Hey.

—Hey. —Respondió mirando el piso.

—Yo... lo siento de verdad. No debí reaccionar así. Jesse tiene razón, no los veo hace tanto, no puedo solo concentrarme en eso. Y no puedo ser egoísta. No debería serlo. Estoy feliz por ti.

—Bebimos decirte antes. Yo tambien lo siento es solo que recién recuperamos y no queriamos que te enojaras y perderte de nuevo. Lo siento.

—No, está bien. Estoy feliz por ambos. Son geniales y se merecen el uno al otro. Los amo a ambos y quiero que sean felices. Yo aún te amo. Pero no estoy enamorada. Y tengo que dejarlo atrás y superarlo. Tengo que crecer. Siento haberte hecho pasar un mal rato por no hacerlo.

—Yo tambien te amo. Siempre lo hare. Solo que la vida paso. Más bien la muerte. Y no necesitas crecer si no estas lista.

—Bueno, ahí te equivocas. Tengo que. Una alpha... una reina no puede ser infantil y egoísta. No es correcto.

—Una reina. Muero por ver eso. Bueno, técnicamente... —Reímos del morboso chiste.

—Te extrañe. —Quise abrazarlo pero mis manos lo traspasaron. —Claro. —Susurre.

—¿No puedes tocarnos?

—Si. Despacio. —Acerque mi mano a la suya lentamente. Cuando finalmente lo pude tocar su piel se sentia fria en la mía. Mire su pecho intentando encontrar un pulso con mi audición.

—No late. —Dijo notando. —Ya lo intente. —Asenti. Lentamente acerco su mano a mi pecho y la puso sobre mi corazón. —Había olvidado que era tan rápido.

—¿Como es? Estar muerto. —Pregunte curiosa dejándome caer en mi cama. El se sento a mi lado.

—Es raro. Tantas cosas se van. No duele. Es bastante instantáneo. Y puedo verlos muy distintos. Los vivos brillan. Los muertos, no. Pero tu... tu brillas tanto que iluminas a los muertos. Como si tuvieras demasiada vida en ti.

—Gracioso, considerando que siento que voy a morir la mayoría del tiempo. —Se rió.

—Eres especial. No cualquiera trae gente del umbral de la muerte como tu lo hiciste con Alejandro o Jesse.

—Si, porque no. Si soy la primera alpha, reina, ¿porque no la primera en revivir gente?

—Tu no revives gente. Tu traes gente que está muriendo. Que se supone que muera. Pero si cruzan el umbral no puedes ayudar. Tú das luz, pero solo si no se han apagado por completo.

—Suena como una gran responsabilidad. Otra. —Se rio.

—Podrás con esto.

—Eso espero. —Susurre. —Ryan, ¿quieres unirte a la conversación?

—Me encantaria. —Dijo materializandose y sentándose a mi lado. —Por cierto, ahora que estamos tranquilos, quiero felicitar tu madurez con Kate.

—Oh, sí, fue inesperado. —Dijo Rex.

—Gracias. Fue lo correcto. —Acepté.

—¿Quién lo hubiera pensado? Ahora son amigas. —Habló Ryan.

—Bueno... es una buena aliada. Es muy buena en muchos aspectos.

—Oh, vamos. Tu la amas. —Me molesto Rex.

—No, yo solo la tolero, me parece necesaria como reina.

—Morirías por ella. —Dijo Ryan riendo.

—No, no lo haría. —Defendí mi punto.

—Si, claro. —Dijeron al mismo tiempo de forma sarcástica.

—Oh, cállense.

—¿Y qué hay de Matt? —Me molesto Rex.

—¿Y qué hay de Isaac? —Siguió Ryan.

—No hay nada. Con ninguno. Jesse tiene razón. Tengo demaciado en mi plato como para también lidiar con eso.

—Estoy seguro que no se refería a eso.

—Te extraña mucho, ¿sabes? —Le dije a Rex.

—Sí, lo sé. Pero no me cambies de tema. Habla. —Exigio.

—Bien, quizas me gustan. Pero no importa. Por que incluso si lo hacen, no para una relacion. Lo que tengo con Matt es perfecto.

—Deberías avisarle que no es una relación.

—Son los segundos en decir eso. ¿De verdad creen que él no lo sepa?

—Muy seguros. —Gemi de cansancio.

—No puedo con mis propios sentimientos, no quiero lidiar con los de alguien más.

—Vamos, Bree. No es tan dificil. Eres alguien directa.

—Odio todo. —Dije golpeando mi cabeza con la cama.

(...)

Debía buscar a Jesse. Tenía razón sobre muchas cosas. No queria llamarlo por miedo a que no contestara. Así que en contra de mis preferencias decidí entrar en su cabeza para saber dónde estaba.

Me ancle en esa pequeña parte de mi alma que se sentía familiar pero ajena. Que sabía que no me pertenecía. Sentí que estaba empujando una pared mental invisible. Me costó varios minutos e intentos, pero finalmente pude meterme. Supe donde estaba y supe porque estaba tan enojado con migo. Me sentí una estúpida por no saberlo antes.

Fui a buscarlo e hice la última parte en el bosque a pie. Estaba en el pozo. En la orilla, no dentro. Me senté a su lado. Me miró y luego volvió a ver el cielo.

—tenias razón. —Susurre. —Y yo estaba mal. Y ahora entiendo porque estas tan enojado. Y lo siento.

—No estoy... — Empezó pero lo interrumpi.

—Lo sé. El enojo está solo derivado. Te duele. No poder verlos como yo. Quisieras hacerlo. Quisieras el poder.

—Sí. Solo... Lo extraño tanto. —Dijo mientras pequeñas lágrimas rodaban por sus mejillas.

—Lo sé, bebé. —Dije pasando un brazo por sus hombros y apegándose a mi. Se apoyó en mi pecho y comenzó a llorar con fuerza. —Te prometo que encontraré alguna forma de que puedas verlo cada vez que quieras. Lo juro.

—lo sé. Confio en ti. —Suspiro y se enderezó.

—Lamento tener que haber entrado en tu cabeza para saberlo. —Pareció sorprendido un segundo. Luego sonrió.

—Me gustaría que lo hicieras más seguido.

—¿No prefieres privacidad?

—No, no en realidad. Preferiría que sepas que pasa por mi mente y me ayudes a arreglarlo. Me gusta que sepas que pasa. Y siempre pareces tener la respuesta correcta para todo.

—Ok. Podemos hacer eso. —Dije asintiendo. Me sonrió.

—Podemos hacer eso. —Susurro de nuevo.

Union de manadas U.C.A#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora