Capítulo 3: Matt

1.2K 98 1
                                    

Perdí mis fuerzas. Volvimos a la realidad.

—¿Estas bien? —Me pregunto preocupado Jesse.

—Sí. Lo estoy.

—No lo creo. —Dijo señalando mis brazos. Estaban cortados, sin necesidad de una navaja, debo agregar. Baje mis mangas.

—Estoy bien.

—¿Sabes que no sólo es en tus brazos? Lo veo en tu cuello. —Lleve las manos a mi cuello instintivamente, aún sabiendo que ya no servía de nada. —Y en tu cara más blanca que un papel.

—Estoy bien. Ya te lo he dicho.

—No lo estás. Pero no te importa, lo sé.

—Lamento no haberme podido quedar más. Puedo intentar volver.

—¿Estas loca? No. Descansa. Quizás, sólo quizás, mañana.

—Me hablas como si fueras mi padre.

—Si hace falta. —Mi mente no pudo evitar volar.

*Flashback*

—Que estoy bien dije.
—Bien. Pero olvidate de ir a clases hoy.
—¿Ahora eres mi padre?
—Si hace falta.

* Fin del Flashback*

—Bree. —Lo miré. Me abrazo. —Lo sé.

—¿Lo sentiste?

—Claro que sí. Siento todo lo que te pasa. ¿Tú me sientes?

—No. De hecho me cuesta hacerlo. Al principio simplemente no podía. Como lubuna es más facil. Pero no puedo lograrlo normalmente.

—Entonces, debes saber, que yo siento amor por ti porque eres como mi hermana mayor.

—Gracias, cariño. —Lo abracé más fuerte.

(...)

—Bree. —Dijo alguien sacudiendome. —¡Bree!

—Cinco minutos más.

—No. Hay que ir a la escuela.

—Ya termine la universidad. —Dije desentendida.

—A la mía, idiota. —Dijo Jesse. Abrí los ojos.

—¿Que hora es? —Dije levantándome de un salto y cambiandome.

—Estamos de vacaciones, genia.

—Oh, ¿entonces?

—Alguien quiere verte.

—¿Quien?

—Veelo por ti misma. —Lo miré extrañada. Baje.

En la sala había un chico de pelo negro. Bastante guapo en realidad.

—Eh… ho-Hola. —Dijo tartamudeando. Me tendió su mano. La estreche.

—Hola. ¿Necesitas algo?

—Eh… sí. Bueno… mi manada… yo… queremos controlarnos.

—Oh… lo siento. Pero sólo puedo lograrlo con mi manada.

—Sí. Nos habían dicho. Pero pensamos… ¿Podríamos unirnos a tu manada? —La pregunta me tomó por sorpresa.

—¿Su alpha… está de acuerdo con esto? —Pregunté dudosa.

—Yo soy el Alpha.

—¿Vas a renunciar a eso?

—Mi manada son niños. El más grande tiene 14. La más pequeña 9. No están listos. Y tú… Puedes ayudarlos. Es algo que yo no les puedo ofrecer. Sería egoísta no hacerlo.

Union de manadas U.C.A#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora