Union de manadas U.C.A#2

Capítulo 40: Tiempo para una boda

Nos dirigimos al tipo de seguridad. Un par de sonrisa con nuestros escotes y entramos.

Lo vimos en un sector vip. Lo mejor seria que se acercara a nosotras. Nadie sospecharía. Nos aseguramos de ponernos en su campo de visión y empezamos a bailar muy pegadas. Cuando llamamos su atención nos aseguramos de establecer contacto visual cada tanto.

—Sígueme. —Grito en mi oído para después bailar bajando sensualmente por mi cuerpo y después subir. Al subir acercó sus labios a mi, formando un apasionado beso. Se lo seguí poniendo mis manos detrás de su cuello. Al separarnos ambas miramos al tipo que nos miraba con una sonrisa. Kate tomó mi mano y nos sacó por una puerta de emergencia hacia un callejón. Entre el ruido logre escuchar al tipo seguirnos.

—Es nuestro. —Le dije. Solo sonrió. Al llegar al callejón nos aseguramos de que estuviera vacío antes de que el hombre nos alcanzara. Al verlo salir por la puerta le sonreí y con mis brazos rodee su cuello. El sonrió. Entonces saqué mis colmillos y cambie mis ojos. La cara se le descompuso y se alejó un poco. —Corre. —Dije muy  suavemente. —Todo tuyo. —Le dije a Kate. En menos de diez segundos había arrojado su primera flecha. Luego la segundo. Y le siguió la tercera. Esta última lo dejo en el piso. —Diviértete. —Le dije dándole un cuchillo.

—¿Siempre tienes eso?

—Obvio. —Me sonrió tomándolo. Le hizo tantos cortes que el olor era demasiado para mi. —Lamento interrumpir. Pero no aguanto. —Dije agachandome junto a él y haciendo mi primera mordida. Luego de la décima note que Kate me miraba atentamente. —No tienes que verme, debe ser desagradable.

—Creería que sí. Pero sorprendentemente, lo transformas en algo hermoso. Siento que estoy viendo una diosa reclamar lo que es suyo.

—Es un don. —Dije para despues reir. Ella hizo lo mismo. De verdad debíamos ser psicópatas para reir al lado de un cuerpo.

Cazamos hasta casi las 8 am. Luego me llevo a casa. Baje y le hable por la ventanilla.

—la pase muy bien. —Le sonreí. —Fue la mejor despedida de soltera de la historia.

—Me alegro. —Suspiró. —¿Estas segura de esto?

—Lo estoy. Al cien por ciento.

—Ok. —Dijo asintiendo.

—Mañana esa corona será tuya. La mereces. —Le dije seria.

—Gracias. —Le sonreí.

—Buenas noches. —Me di la vuelta y me dirigí a mi casa.

(...)

—Bree, ¿Tienes un segundo? —Preguntó Tristán.

—Claro, solo resolvía los últimos detalles. —Le sonreí. Nos metimos a una habitación vacía.

—Quería darte esto. —Dijo dándome un anillo.

—¿Que? —Pregunte confundida.

—Era de Ryan. Él me lo regaló… él y yo… salíamos. —Esto me tomó por sorpresa.

—¿Que? —Y entonces pasó por mi todo mi duelo. Y la idea de hacerlo sin nadie más. —Debiste decírmelo. —Dije tomando sus manos entre las mías. —No tenías que pasar eso solo.

—Tú tenías suficiente. No podías lidiar también conmigo.

—No sería lidiar contigo. ¿No se te ocurrió que podríamos comprender la perdida mejor, el uno del otro, acompañados? —Me miró a los ojos. —Además, aún si así fuera, es mi trabajo. Tú no te preocupas por mi, yo lo hago por ti. Quisiera que hubieras confiado en mí.