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Mis ojos no podían creer lo que estaban viendo. Me paré del mueble en seguida y fui en busca del teléfono para llamar a Angie, mi amiga del edificio más grande de San Sebastián.

—¡Guárdate los detalles que ya voy para tu casa! —me dijo. 

El deseo de JerissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora