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Para el 14 de febrero, me encontraba en el colegio. Allí acostumbrábamos a obsequiar una tarjeta de amistad o amor a quien creían merecérsela. Yo recibí cinco, las primeras dos de Hada y Sophie; otras dos de compañeros del salón y la última... la última era de un anónimo y decía: "Feliz San Valentín, Jeriss Sulliver." Esta tarjeta tenía un diseño algo singular: en una esquina inferior estaba el diseño de tres libros hecho montón. Me sentí algo exasperada al ver ese anónimo como remitente porque, por lo general, las personas que enviaban las tarjetas siempre eran del mismo salón o de otros y jamás ponían un anónimo como remitente. 

El deseo de JerissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora