39

535 77 11
                                    

El domingo por la tarde salí con Hada y Sophie a tomarnos un helado cerca del centro comercial más llamativo de la ciudad. La estábamos pasando bien. El día era algo caluroso, cuando, de repente, un trio de chicos se nos cruzó por nuestra mesita en la cual nos encontrábamos sentadas alrededor y nos empujaron a mí y a Hada.

—¡Eh! —les grité yo—. ¿Acaso son ciegos que no escuchan?

—¿Ciegos que no escuchamos? —me repitieron ellos levantando las cejas cada uno. Caí en cuenta de que uno de ellos era Osi.

—Sí —les grité. Todos comenzaron a reírse, hasta mis propias amigas.

Fruncí el ceño algo enojada luego lo comprendí: había dicho una frase sin sentido. Y también me reí de esa frase.

—No pensaba que tenías tan buen sentido del humor, Jeriss —me dijo Osi—. Chicas, les presento a unos amigos. Él es Adrián —murmuró indicándonos a un chico alto de tez blanca, ojos marrones, cejas espesas y algo jovial—, y él es Benjamín —nos indicó a su otro amigo; un chico de buena estatura con cabello negro, tez blanca, ojos algo vampíricos y una sonrisa genial.

—Hola, chicas —nos saludó cada uno tendiéndonos la mano muy cordialmente.

Nosotras los saludamos y decidimos irnos. Eso de que Osi se hiciera el simpático con nosotras no era algo normal. Bueno, la otra vez me había regalado un caramelo, me había cedido un asiento y me había pedido una recomendación, pero eso no era como para que llegue hasta el punto de presentarnos a sus amigos que jamás habíamos visto. 

El deseo de JerissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora