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Se acercó a mí e intento abrazarme. Pero lo evadí.

—¿Por eso desapareciste como si nada? —cuestioné—. ¿Por eso me dejaste esa maldita carta en la que explicabas el "porqué" de tu ida?

—Tenía qué hacerlo, Jeriss. No sabía si volvería y no te quería dejar con esa ilusión.

—Y te lo agradezco muchísimo. Porque gracias a eso no volveré a confiar en gente como tú.

—El destino me trajo de vuelta, Jeriss.

—¿A qué te refieres?

—Me fui porque mi madre tenía problemas con su ex pareja que era un psicópata. —Recordé a ese hombre, lo de psicópata era cierto—.  Tuvimos que escondernos mientras la policía hacía su trabajo. Sé que dos años es mucho, pero ese fue el tiempo que tardaron en encontrarlo y apresarlo. Durante todo este tiempo estuvimos bajo resguardo policial. De repente, hace como seis meses, cuando lo encarcelaron y todo nos dejaron salir del escondite. Yo iba caminando por la vereda de la casa y vi hacia el jardín: allí había un globo de color rosa colgando de las ramas de un arbusto; el globo estaba reventado, pero tenía una cinta o banda blanca que también colgaba de él. Me dirigí hacia allí, lo cogí y en este había un pedazo de papel, que con suerte, estaba intacto.

»Era tu deseo Jeriss.

El deseo de JerissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora