El deseo de Jeriss

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Fuimos a la casa de Jeremy. Me dio igual si nos topábamos a la serpiente en el camino. Yo necesitaba respuestas y las obtendría sin importar qué.

Jeremy vivía en las afueras de la ciudad. Así que nos transportamos en el metro y luego de veinte minutos llegamos.

Yo toqué el timbre y me abrió una señora muy simpática. Supuse que era la madre de Jeremy.

—Buenas tardes —saludamos.

—Hola, nenas. ¿Ustedes son la visita que está esperando Jeremy?

Angie y yo nos miramos con complicidad.

—Eh, sí —respondió Angie antes de que yo lo hiciera.

—Está bien. Pasen. Mucho gusto, soy Malena, mamá de Jeremy —se presentó mientras caminábamos tras ella.

—Angie y Jeriss —dije yo, y me arrepentí de haber dado nuestros verdaderos nombres.

Malena nos invitó a sentarnos en los sofá de la sala y ella fue a llamar a Jeremy.

—Jer —gritó desde el comienzo de las gradas—, la visita está aquí.

—Ya vamos, ma —oímos exclamar a Jeremy.

Luego de cinco minutos tanto Angie como yo escuchamos los pasos de dos personas bajar por las gradas.

Uno..., Dos..., Tres..., Y estaban ya en la planta baja.

Aún no nos veíamos, pero algo me olía a gato encerrado y sentí nerviosismo.

—¡Aquí está la última encomienda, Sira, después de esto no te molestamos más! —soltó Jeremy sin percatarse de quién mismo éramos y luego se presentó en la sala en compañía de alguien más.