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Gabe hizo caso omiso a mi pregunta. No me respondió. Solo me llevó hacia una camilla y lo vi marcharse. Ni siquiera se despidió ni me permitió agradecerle.

Días después...

—¿Cómo es que no lo conoces si hasta te trajo un libro? —cuestionó papá mientras desayunábamos.

Yo tragué un nudo enorme que se me hizo en la garganta. Papá y mamá estaban por descubrir lo que había estado ocultando hace meses: los obsequios de un desconocido y el desconocido. Pero yo era más sagaz que ellos y me escabulliría de alguna buena manera.

—Ese libro me lo dio Sophie y el chico solo fue generoso en avisarles a ustedes que yo estaba en el centro médico.

Ellos asistieron y yo terminé de desayunar y me dirigí a mi habitación.

En mi celular tenía un nuevo mensaje. Me sorprendí mucho cuando vi que era de Gabe, es que él no me escribía desde el día de la fiesta. Lo abrí.

Gabe: Disculpa por desaparecer. Estoy avergonzado. Solo algo quiero saber... ¿Me reconociste?

El deseo de JerissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora