PUPPET| Parte 25

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»—» Taehyung «—«

La brisa de la fría mañana se filtra a través de las transparentes telas de las persianas color blanco, me tallo los ojos con lasitud y me obligo a abrirlos con sigilo mientras trato de adaptarme a la luz del amanecer. Corroboro que me encuentro tirado en la cama y a mi lado diviso a  Ámbar, quien con sus brazos se aferra a mi cintura.

Por un momento no lo entiendo y luego de meditarlo me percato de lo sucedido la noche anterior: los vockas, yo en la silla giratoria del despacho y a ella acercándose.

y luego Lía frente a mí.

Me revuelvo el cabello y sulto un largo suspiro de fatiga, intento quitar las manos de Amber y al fin lo logro con éxito. Saco mis pies de las sábanas perfectamente blancas y por primera vez en la mañana tocan el frío piso, qué aunque tapizado, sigue estando frío.

Permanezco por unos minutos sentado al borde de la cama mientras mis ojos se miran fijos en la enorme ventana con las percianas siendo mecidas ligeramente por el viento, la gélido brisa que hace un momento me hacía temblar hasta los huesos ahora es totalmente imperceptible para mi.

El pitido del despertador empieza a hacer eco en mis oídos y me saca exageradamente de mis irraigados pensamiento, y en un acto de rapidez, extiendo mi mano para acatar el ruidoso sonido que éste proporciona. Miro de reojo a Amber y me aseguro de que siga dormida, no quisiera tener que pasar un día entero escuchándola hablar de un futuro rosa juntos ¡Ni hablar!.

Camino hasta el baño y lavo mi rostro queriendo quitar el cansancio que se hace notable en mis grandes ojeras, me observo un momento en el espejo y  mi reflejo se funde con el de Lía, casi invisible, el cual aparece tenuemente justamente en el espejo frente a mí. Una vez más la vuelvo a pensar y la impotencia me llena. 

La verdad me estoy ahogando al reprimir estos sentimientos pesandos que diariamente crecen en mi interior.  

—¡Cariño!.— escucho a Amber llamarme mientras echa un bostezo en la última sílaba de la palabra. Oigo sus paso acercándose y en un abrir y cerrar de ojos la tengo acariciando mi espalda de arriba a abajo, y dejando besos sobre mis desnudos hombros.

—ayer me hiciste la mujer más feliz del mundo.—me recuerda y al instante intento evadirlo, siento una vez más que he fallado, una vez mas he mentido y no pude hacer nada para que no ocurriese.

Los vockas hicieron estragos en mi cabezas la noche anterior, me llenaron de condiciones y por último la imagen de la mujer que amo apareció como un espejismo, probando la locura y poca cordura que quedaba en mi al hacer mía a Amber creyendo que es ella.

Doy media vuelta y sus manos se enroscan en mi cuello mientras deja besos en mis mejillas y la comisura de mis labios, intento apartarme pero se aferra a mi como si de eso dependiese su vida.

—Llegaré tarde con mi padre, Ámbar.— le recuerdo e intentando bajar sus brazos pero es imposible.

—Es tu padre, comprenderá que estamos recién casados. —anuncia con picardía mientras muerde la parte inferior de sus labios.

Sus ojos verdes esmeraldas se funden con los míos, pero solo queda en eso, en fundirse y nada más. No hay ese sentimiento de ansiedad eso que me hace necesitarla, es tan distinto y aveces agobiante. Tanto que me siento un idiota el haber aceptado casarme con ella, le hago daño sin querer y ella se aferra a mi de una manera casi inhumana.

—Ámber, por favor.— pido, pero en un segundo sus labios se precionan con los míos. Y a diferencia de ayer en la noche, sus besos son otros. Las vibraciones de mi móvil en la encimera del lavabo la obliga a dejarme, me hago a un lado y tomo la llamada.

—¿Llegaras tarde a tu primer día de trabajo, Taehyung?.— cuestiona mi padre con la dura de su voz y un  auténtico deje de fastidio en él.

—¿Es una opción?.— le cuestiono enfrentándolo. Por un momento en la línea lo único que se oye es un sórdido silencio, lo escucho repirar pesadamente y luego me digno a hablar.—Estaré ahí en cuanto antes.— cuelgo sin esperar su respuesta.

Vuelvo al dormitorio y lanzo el móvil sobre los edredones mientras sobo mi nuca con mi mano derecha. Es un hecho que mi padre y yo no tengamos una buena relación después de todo esto y el pasado, la influencia de mi madre sobre él ha hecho que su actitud cambie impresionantemente hasta llegar a convertirse en un hombre totalmente avaricioso igual que ella. Siempre ha sido así.

—Te espero abajo con el desayuno, cariño.— Canturrea Ámber en el pasillo bajando las escaleras con una de mis camisas puesta.

Mientras, me doy una ducha y minutos después me encuentro abotonando el último botón de mi blazer azul marino. Bajo las escaleras y me siento junto a Ámber en la mesa, quien por cierto no deja de gritarle a la muchacha de servicio por haber untado mantequilla a su pan por error.

—¡Deberías despedirla!.— espeta con su voz cargada de mal humor.

—No creo que sea necesario.— digo con calma tomando la taza de mi café por los laterales, y su mirada se impregna en mi con incredulidad y fastidio.

—¡¿viste lo que hizo?!, Es una inepta — replica señalando a la tostada de manera brusca.

—Es una estupidez lo que acaba de pasar. —musito levantándome sin más de la mesa, no estaría dispuesta a soportar sus berrinches en el primer día de convivencia.

—¿A donde vas?, No has provado bocado.— inquiere siguiendo mis pasos aun con una de mis camisas puesta, sin importar que la.mitad de su trasero sea visto por la servidumbre en el loving.

—Voy tarde. —Tomo las llaves del auto y salgo con la intención de desaparecer de ahí lo más rápido posible.

Y cuando finalmente me he liberado de sus escándalos, el tráfico me sorprende intenso en ésta ciudad, y las llamadas de mi padre me taladra lo oídos de manera repetitiva. Logro tomar un atajo y llego sin problema alguno a mi primer día de trabajo; no me emociona, de hecho, nada de esto la hace.

Al pasar la entrada la señorita de la recepción me saluda en su idioma que casi puedo entender por completo, me dirijo hacia el ascensor y pulso los botones mientras espero terminar en mi piso correcto.

—No contestabas mis llamadas.—recordó mi padre sentado en la silla de escritorio frente a mí en cuanto me abro paso en la oficina, su porte imponente y su cara arrugada hacían parte de la lúgubre decoración de la oficina, más su misma personalidad: dura y arrogante.

—Dije que estaría aquí.— mascullo con mis manos empuñadas dentro de los bolsillos de mis pantalones  mientras lo veo hablar con parsimonia.

—Eres tú quien se hará cargo de este negocio familiar, tienes esposa. Ya no estás para niñerías, Taehyung. —habla duramente mientras apoya sus codos sobre el escritorio. Pero las siguientes palabras que salen de su boca me dejan desalmado y en un agujero de incredulidad.

—Todo lo qqie hago siempre te ha parecido una niñería.—Inquiero de inmediato.— Crees que tener una vida propia es indigno de un hijo como yo, deseas manejarme a tu antojo como siempre lo has hecho.— concluyo lleno de ira.

—Es lo mejor para ti.—habla como So fuese lo mas normal en el mundo.— sabes que esto te beneficia, tanto a ti como a mí.— índica osadamente. — No necesito tus quejas, Taehyung.

—No necesito de tus beneficios.— mascullo queriendo dar media vuelta sobre mis talones y huir de ahí, pero me detengo, me fuerzo a permanecer firme.

—Y así mismo, concluido el proceso de casamiento y dado qie en pocos días podrás disfrutar de tu luna de miel aquí en Francia como debe de ser,— enunció sin permitirme hablar.—necesito que Amber y tu conciban un hijo.

—Necesito un heredero, Taehyung.

PUPPET  [ T#1 TERMINADA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora