PUPPET| Parte 53

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En horas de la tarde estuve dispuesta a volver a aquel cuarto de hospital, donde el hombre que decía amarme de repente me había olvidado. Una de las enfermeras me indicó con generosidad que el castaño se había marchado junto a un pelo negro ya hace algunos minutos, y supe de inmediato que se trataba de Jimin quien se lo había llevado seguramente a su casa.

Lo única que me quedó por hacer fue tomar mi auto y ponerlo en marcha hasta mi departamento, teniendo en cuenta que tal vez Vernon se encuentre ahí esperándome, y a juzgar por su actitud extrañamente agresiva, sabía que no era una buena idea pero necesitaba ir a por mis cosas y las de luz.

Las necesarias.

Luego de veinte minutos de recorrido estacione mi auto fuera, saludé al portero muy rápidamente y subí con prisa a mi departamento. Metí la llave en el cerrojo y me de tuve un minuto en mi lugar para tomar aire antes de entrar y encararle.

Porque sabía que se encontraba ahí.

Pasé muy lentamente hasta la sala de estar y efectivamente Vernon se encontraba en uno de los sofás individuales con los codos apoyados sobre las rodillas y la cabeza baja, lo miré unos segundos y decidí seguir mi rumbo.

Pero su voz apagada me detuvo.

—¿Vas a dejarme?— inquirió sin mirarme. —¿verdad? 

Lo pensé, no supe que responder a eso así que simplemente lo ignore y seguí hasta mi habitación.

El vino tras de mí.

—Es lo que pensé.— sonó decepcionado, respire hondo — ¿nuestro bebé, qué? 

Dejé de rellenar la pequeña maleta de ropa y lo tomé en cuenta por un segundo, respire hondo y trague duro. Tenia razón, no había pensado en mi estado antes, eso lo complicaba todo aún más, pero sabía que podía sola una vez más. Había podido con luz.

Podía con el bebé.

—No te preocupes — dije sin mirarle —puedo cuidar de él sin ti— Cerré la maleta con fuerza y crucé a la habitación de Luz esquivando su cuerpo, quien obstaculizaba el paso.

—¿Te vas con él? ¿Verdad?— Inquirió con su voz pendiendo en un hilillo de miedo.

—Realmente estás loco. — fue lo único que dije antes de tomar algunas cosas del armario de Luz.

— ¿¡Crees que no lo sé!?— vocifero abriendo sus ojos superior a su limite y revolviendo su melena dorada como un loco.

—  ¡No puedo volver con él!—gruñí frente a sus narices  —mucho menos estar junto a ti.—Le lance una última mirada con la intención de que comprendiera, pero sus ardientes ojos y apretada mandíbula me dieron la respuesta. Estuve dispuesta a marcharme, y de momento, su fuerte agarre me detuvo. 

 —No puedes dejarme—Sus palabras salieron de su boca con frenetismo —no después de todo lo que he hecho por nosotros.

Con sus frías manos tomo ambos lados de mi cara y me atrajo con fuerza a sus labios, uniéndolos en un seco y amargo beso.

 —Vernom, basta.—Intente conservar la calma y mantener la de él a flote. Sin embargo el pánico se apodero de mi cuando sus manos empezaron a arrancar mis prendas con fuerza.

—Para...—titubee, no se detuvo.  —¡Dije que pares!—grite y con ambas manos lo empuje, provocando que vernom tambaleara un poco y cayera al suelo lejos de mi.

Sin pensar y tomando en cuanta el tiempo de ventaja que había creado, corrí lejos, pero sus fuertes pisadas detrás de mi no se hicieron esperar. El golpeteo de mi corazón resonaba en mis oídos y parecía que estaba apunto de romperme las costillas, cuando estuve en el living tropecé y al golpear mi cuerpo contra el suelo gemí de dolor. Intente ponerme de pie rápidamente, pero todo intentando parecía no valer nada, y una de las manos de vernom me sostuvo del tobillo con fuerza.

 —¡No pienses en escapar !—Grito con furia detrás de mi. —¡No vas a dejarme!— con ambas manos tomó mi cabello y me arrastro hasta el sofá, donde me arrojo y empezó a asfixiarme mientras sus ojos llenos de furia penetraban los míos.

Era como si estuviera ebrio de furia, sus pupilas estaban extremadamente dilatados, sumidos en la oscuridad y sus venas, prueba de ello, le sobresalían en la frente brazos y cuello.

— Suel...suéltame.— Intente articular las palabras correctamente, pero la presion en mi cuello lo impedía.

El oxígeno en mis pulmones era cada vez más escaso, más denso, menos existente. Las fuerzas se me agotaron y lo único que podía hacer era arañar la piel de sus brazos e intentar patearlo lejos de mí, pero nada de eso parecía tener éxito. A un lado de mi se encontraba la mesita de centro y encima de ella un pequeño florero de porcelana que alcancé a divisar de reojo, sin más un intenté alcanzarlo estirando mi mano izquierda hacia él, y cuando no obtuve, de inmediato lo lancé contra su cabeza provocando que me liberara por un momento.

Cegado del dolor latente en su cabeza y tirado en el suelo, lo miré por unos segundos y puse notar la gran herida sangrante que recorría por su sien. Lo miré por unos segundos mientras intentaba recobrar el aliento y tosía hasta que mis propios pulmones sangraban. Sus brazos al igual que su cien estaban cubiertos de finas líneas rosáceas, lo que parecía ser la sangre brotando de la piel medio abierta.

Y lo entendí.

Vernon solo se había obsesionado conmigo desde el primer día en que se apareció en mi mesa, tenía sentido, era enemigo de Taehyung, su competidor número uno. Y ahí estaba yo.

Intenté levantarme con las pocas fuerzas que había recobrado y mientras lo hacía, el intentó atraparme. Me tomó del brazo y me levantó para estampar dolorosamente mi cuerpo contra la pared. Sus ojos furiosos se reflejaban en los míos llenos de miedo y suplicantes, pero nada de eso evitó que su grande mano me abofeteara hasta caer al suelo y luego me levantara de los cabellos y me estampara nuevamente contra la fría pared.

—¡Me perteneces!— tomó mi mandíbula y apretó fuerte guiándola de un tirón a su dirección. —Y aunque ese maldito tiro no acabó con la vida de ese bastardo...— gemí del dolor y del terror qué esas palabras me habían causado.

Había sido él ¡siempre fue él! Había sido el causante de todo y se que Taehyung se olvidara de mí.

—Me aseguré de acabar con la tuya.— Basó mi mejilla de manera tosca y deslizó su áspera mano desde mis pechos hatas  mi entre pierna y sin esperar más le di una fuerte patada en su parte sensible y corrí lo más rápido que pude hacía la salida.

Bajé las escaleras como pude y pensé pedirle ayuda al portero, pero para mi mala suerte, no se encontraba allí. Nuevamente escuché las fuertes pisadas de vernon y subí al auto cerrando la puerta del vehículo con seguro, intenté encender el auto en varias ocasiones pero no dejaba de dirigir mis ojos llenos de pánico hacía él a medida que se acercaba.

Y finalmente cuando estuvo a unos pasos de la ventanilla, el motor arrancó y lo puso en marcha, sin saber muy bien hacia donde me dirigía.

Sin saber que era un camino sin retorno...









PUPPET  [ T#1 TERMINADA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora