Veinticuatro

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Todos estamos serios, papá en la punta de la mesa, luego el puesto de mamá, Abby, Blaz, y en el frente de mamá, Jo, luego yo y por último Theo.

Solo a mamá se le ocurre sentarme entre dos chicos.

Cuando mamá coloca todos los platos en la mesa en un incómodo silencio comenzamos a comer, solo el sonido de tenedores y cuchillos se extiende en la habitación.

—Y Theo —el nombrado levanta la cabeza, yo tomo mi vaso con agua y me lo llevo a la boca—. ¿Cuándo seré abuela?

Juro que mataré a mi madre.

Toda el agua que segundo antes entro en mi boca salió disparada por la sorpresa.

Abby frente a mí me miraba entre divertida y enojada, su cara quedo llena de mi saliva.

¿Lo siento?

— ¡Mamá! —chillo limpiando mi boca con la servilleta que Theo me pasa.

— ¿Qué?

La señora que se hace llamar mi mamá me mira con inocencia.

—Él no es mi novio —señalo a Theo, que por la impresión solo mira a mi padre.

¿Tanto miedo le tendrá?

Papá comienza a regañar a mi mamá por ser tan irrespetuosa y siento a Theo inclinarse.

—Aun no —susurra, frunzo el ceño—. Aun no soy tu novio.

Mi boca se abre sin saber cómo o qué contestar.

¿Acaso hoy es el día de sorprender a Keila?

Leyna niega mirando seriamente a la familia, como una adulta responsable.

Blaz se carcajea de mi mala suerte, intento hacerla desaparecer al sostener su mirada pero solo logro que ella ría más fuerte.

¡Viví toda una vida engañada!

¡Las personas no desaparecer con rayos laser!

— ¿Theo? —llamo—. ¿No tengo rayos laser verdad?

Intento ser lo más discreta posible con mi pregunta pero oigo como Jo se atora con la comida y llama la atención de todos en la mesa.

Lentamente todas las miradas se posan en mí.

—Familia —me levanto.

Al hacerlo tiro sin querer el borde del mantel, ocasionando que este me siga y los platos y vasos terminen en el piso.

—Sigue el discurso —murmura Theo ignorando lo ocurrido.

Me aclaro la garganta pareciendo una adulta responsable y madura, sigo hablando.

—Familia, lamento mucho todo esto, pero yo debo irme.

Todos me miran serios, tomo mi teléfono y tirando del brazo de Theo lo saco rápidamente de la casa.

— ¡Un gusto comer con ustedes! —el grito de mi ídolo antes de cerrar la puerta me hace reír.

—Tenemos diez minutos antes de que mis hermanas salgas detrás de mí.

Murmuro para luego sentarme en los escalones.

— ¿Te gustaría hacer una locura conmigo?

— ¿Qué tipo de locura? —interesada me inclino un poco para escuchar su propuesta.

—Mañana es tu cumpleaños —se gira para quedar de frente a mí, y me mira sonriente.

— ¿Mañana es mi cumpleaños? —cuestiono.

Rápidamente saco el teléfono de mi bolsillo y veo el día, efectivamente mañana es mi cumpleaños.

—Sí, y quiero darte una sorpresa.

—No es necesario —me sonrojo y me inclino mirando mis zapatos par que le pelo tape mi cara y él no lo note.

—No es nada muy impresionante, ni costoso, es algo que especial.

—No lo sé —divago.

—Vendré por ti a la una.

— ¿De la tarde? —cuestiono sorprendida.

Por suerte mi cumpleaños es día sábado y pensaba levantarme a eso de las tres de la tarde.

—No, de la mañana —ríe ante mi expresión.

—Imposible.

—Iremos a un lugar que encontré cuando recién llegue a la ciudad.

— ¿Es alguna clase de ritual? —él me mira confundido— ¿Llevar a las chicas allí? —explico.

—Tú serías la primera.

— ¿A qué hora vienes por mí?

Mira su reloj.

—En cuatro horas más, saldrás por tu balcón.

Asiento.

—Nos vemos.

Beso su mejilla y colocándome de pie abro la puerta.

Al entrar subo sigilosamente hasta mi habitación y me tiro a la cama a soñar.

Theo Pierce

¿No podrías ser más perfecto?











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