Extra (Dean)

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Termino de firmar los papeles que debía entregar a Blaz en unas horas, sonrío cuando se me ocurre un plan para fastidiarla.

— ¡Blaz! —grito por el intercomunicador.

En segundo ella entra tropezando con la alfombra, algo avergonzada me mira.

—S-si señor —murmura tartamuda.

Nunca pensé que venirme con las empresas a esta ciudad fuera tan bueno, he tenido muchos más inversores, todos quieren hacer negociosos con nosotros y tengo a una muy buena secretaria.

—Necesito tu ayuda.

— ¿Qué necesita?

Desde que pedí a Blaz como mi secretaria personal he notado que muchas de las otras chicas de la empresa la miran mal, y la tratan aun peor. La envidia de las mujeres es muy fea.

—Desde mañana se implementarán uniformes —informo.

Blaz Buch nunca ha venido a trabajar con falda o algo parecido, siempre son jeans oscuros y muero por verla verter otra cosa más formal.

— ¿¡Que?! —arrugo la frente ante tal grito—. D-digo lo si-siento, ¿Qué?

Escondo la sonrisa que quiere asomarse en mi rostro.

—Bien, desde el lunes se implementarán uniformes, para todos, obligatorio —sentencio—. Usted deberá tomar las medidas a los empleados, las quiero dentro de dos horas en mi escritorio.

—Pe-pero, ¿por qué yo? —me mira fastidiada, y amo que no pueda hacer nada.

—Porque yo lo digo —elevo la voz para imponer mi autoridad sobre ella—. Rápido.

—S-si señor —se coloca recta, me levanto y ella me mira algo asustada.

—Volveré en una hora, no haga nada inapropiado.

Tomando mi chaqueta espero que ella salga y la sigo, agacha la mirada para esconder sus sonrojadas mejillas, y solo para fastidiarla me acerco cuando ella se sienta en su escritorio fuera de mi oficina.

— ¿Su-sucede algo? —murmura.

—Si —la miro serio—. Deje de provocar a mis empleados.

Tal vez he sido un poco cruel con ella pero me enoja mucho que mis empleados la miren cuando pasan por su lado, es como si vinieran a mi oficina solo para mirarla a ella.

Desde que chocó conmigo esa chica puso mi mundo de cabeza, pero es tan torpe y orgullosa.

—Yo no hago eso —su tartamudeo y murmuros se cortan en seguida.

Está enfadada y sé que es mi culpa. Soy yo quien está celoso de que otros hombres la miren y ella no haga nada para alejarlos.

—Vaya hacer su trabajo, no le pago para estar sentada.

Ordeno apretando mi mandíbula, debo dejar de comportarme como un total imbécil con ella.

(...)

El lunes todos llegan con sus uniformes, para las chicas una falda gris, blusa blanca y la chaqueta a juego con la falda.

Asiento de camino a mi oficina, todo parece en orden, me desilusiono un poco al ver que Blaz aún no llega, ella siempre llega antes de mí aunque su horario no empieza hasta dentro de diez minutos.

En la mañana no molesto a mi secretaria personal, aun muriéndome por hacerlo para verla en ese uniforme, me dedico a terminar unos papeles para un nuevo inversor.

A eso de las doce del día la llamo, estoy listo para ir a comer y sé que ella también.

—Señorita Buch, la necesito —murmuro en el intercomunicador.

Me recargo en la silla y la espero de brazos cruzados. Ella toca y entra como siempre tropezándose con la alfombra que cubre mi oficina.

—Si señor —juega con sus manos parada delante de mi escritorio.

Mi mirada recorre su cuerpo, y me siento orgulloso al ver lo bien que se ajusta ese uniforme a ella, y lo sexy que se ve en él, solo para mí, aunque ella no lo sepa aun.

—Vendrá a comer conmigo.

— ¿Por qué? —me mira algo tímida.

—Debo conversar con usted sobre un inversor, y no acepto un no como respuesta.

Mi conciencia me felicita ante tan ingenioso plan, aunque en realidad si debo conversar con ella sobre eso.

—Sí señor.

Con solo mi camisa y rehusándome a usar mi chaqueta salgo de la oficina tras ella, antes de tomar su bolso ella se saca su chaqueta, me mira sonriendo lista para salir.

¡Mierda!

¿Puede ser más perfecta esta mujer?








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¡Wuuu! ¡ESTAMOS EN EL PUESTO 4 EN HUMOR!

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Fangirl: Solo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora