7. Pizza y película

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Me tomé todo lo que tenía que tomarme tal y como me dijo el médico y me tumbé de nuevo en el sofá, tapándome bien y poniéndome la televisión. Aproveché para hablar con mi familia y contarles, ahora sí, todo lo de la pensión y lo de la mano, pues necesitaba su apoyo. Obviamente se disgustaron al saber el alcance de la lesión de mi mano e incluso se ofrecieron a venir a París para acompañarme a los médicos que hiciese falta, pero no iba a dejar que hiciesen eso, así que les dije que mi profesora me acompañaría, que se estaba implicando mucho conmigo y que en cuanto a lo de la pensión era muy probable que ya hubiese encontrado un piso en el que estar. Estuve debatiéndome entre si debía llamar o no a Diego para hablar con él de lo del pasado día, pero decidí que lo mejor era dejar las cosas así, sin darnos opción a discutir. De todos modos, lo nuestro había acabado; no iba a seguir con él después de saber que había estado con otra y, aunque me dolía y las lágrimas volvieron a apoderarse de mi rostro, sabía que era lo mejor. Lolo pasó un rato a ver cómo estaba y me invitó a bajar a comer con los demás, pero preferí estar tranquila en la habitación y pedir que me subiesen la comida, pues el jaleo que había en el hotel a las horas de comer no pensé que le sentara muy bien a mi dolor de cabeza. Como era de esperar, después de comer me quedé dormida y no me desperté hasta casi las siete de la tarde. Volví a despertar bañada en sudor así que decidí volver a darme una ducha. Si seguía a ese ritmo debía buscarme una lavandería o acabaría por empapar de sudor toda mi ropa. Me puse otra de mis sudaderas y el pantalón de mi pijama, me sequé el pelo y me hice un moño para estar más cómoda. Justo antes de la hora de cenar alguien llamó a mi puerta así que la fui a abrir. Era Pablo y venía con dos cajas de pizza, refrescos y una bolsa con lo que parecían DVD's. No me acordaba de que habíamos quedado en que vendría por la tarde a hacerme compañía. Pensé que se le habría complicado el día o simplemente no se acordaría y no vendría:

- Hola.- dijo él al verme- Perdona que no haya venido antes pero hemos tenido problemas con las grabaciones de ayer y he tenido que pasarme por el estudio para arreglar algunas cosas. ¿Puedo pasar?

- Ah, claro. Pasa- le ofrecí abriéndole más la puerta.

- He traído unas pizzas y un par de películas por si te apetece que veamos alguna. Cuando yo estoy malo la pizza y una película lo arreglan todo.- sonrió después de dejar las cosas encima de la mesa que había delante del sofá.

- No es mala idea.- le dije.

- ¿Has podido descansar?- preguntó él.

- Sí, he estado durmiendo prácticamente todo el día, la verdad.

- Eso es bueno.

Me acerqué al sofá, cogí la bolsa de los DVD's y los saqué de la misma para ver qué había traído. Una de las películas era "El niño de Marte", con John Cusack y la otra "El protegido" con Bruce Willis:

- Son las dos que he visto más decentes en un videoclub de aquí cerca. ¿Cuál te apetece más? Yo no he visto ninguna de las dos, así que la que quieras.

- Me llama más la atención la de "El niño de Marte".- le dije.

- Pues decidido.

Se acercó a mí para cogerme la película y enseguida la puso en la ranura que había en la televisión para los DVD's. Al instante nos salió el menú de la película en francés:

- ¿Francés, inglés o castellano?- me preguntó girando su cabeza para mirarme.

- Versión original siempre- le respondí.

- Así me gusta- siguió.

Pablo cogió el mando, cambió el idioma y vino a sentarse a mi lado. Cuando lo hizo pude percatarme una vez más del buen olor que desprendía pese a encontrarnos a final del día:

Bajo el cielo de París [Pablo Alborán] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora