8. Palabras heridas

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Sin poder evitarlo ni saber el por qué, tras aquella pregunta de Carla, Pablo vino a mi mente. Noté cómo empezaba a ponerme nerviosa sin poder controlarlo y cómo el rubor hacía acto de presencia en mis mejillas. Quise que aquella idea desapareciera, pero me estaba siendo imposible:

- ¡Te has puesto roja!- exclamó Carla divertida- Cuéntame.

- No hay nada que contar.- me excusé.

- Henar, te has puesto nerviosa y roja ¡Alguien habrá aparecido en esa cabecita!

Suspiré:

- Bueno... he conocido a alguien hace apenas unos días, de hecho el mismo día en el que Diego me llamó. Bueno, exactamente fue justo al colgar aquella llamada;  me topé con él en el hotel y resulta que es... bueno, es uno de los integrantes del equipo de trabajo de Lolo, el amigo español con el que me encontré y me ayudó con todo.

- Vaya... suena bien. ¿Es guapo?- preguntó interesada. Carla estaba sin duda en su salsa con aquel tema. Yo, en cambio, más incómoda y con más ganas de dejar el tema no podía estar.

- Sí, para qué mentir. Es muy guapo.- dije.

- Y te gusta.- afirmo arqueando una ceja.

- ¡No!- exclamé- No me gusta. No sé ni por qué he pensado ahora en él. Simplemente es eso, es guapo y se está portando muy bien conmigo. La fiebre me confunde.- dije para intentar quitarle importancia al asusto.

- Ya, ya... bueno hace poco que le conoces, entonces. Ya veremos qué pasa.

Carla pareció percatarse de lo mucho que me incomodaba aquel tema, así que me hizo el favor de desviar la atención hacia otros. No obstante y a pesar de que Carla volvió a empezar a hablar como si no hubiese un mañana saltando de un tema a otro cada dos por tres y volviendo al anterior en cualquier momento, no pude dejar de pensar y de preguntarme por qué Pablo había venido a mi mente en aquel momento. Era obvio que era un chico guapísimo y muy bueno conmigo, pero de ahí a poder afirmar que me gustaba había un gran salto, aunque era innegable que sí estaba interesada por él y por conocerle más.

La tarde con Carla fue muy divertida y acabamos paseando por los jardines de la Tour Eiffel, estando allí hasta que comencé a sentirme cansada. No podía olvidar que aquella mañana aún estuve con décimas de fiebre y haber pasado todo el día fuera había agotado todas mis energías. Fuimos al metro juntas y quedamos en que si no aparecía antes por el Conservatoire, el lunes nos veríamos para comer juntas para luego ir al piso que su madre iba a alquilarme. Llegué en menos de diez minutos al hotel, pues estaba muy cerca de aquella zona de la ciudad, y entré con la clara intención de dirigirme a mi habitación, ducharme e irme a dormir pero Lolo interrumpió mi marcha con una cara algo extraña:

- Henar...- dijo cuando se puso delante de mí- Menos mal que has venido.

- ¿Qué pasa?- le pregunté al ver aquella mirada casi culpable.

- Hay... hay un tío en el bar que dice que te conoce y que quiere hablar contigo. Diego ha dicho que se llama.

- Oh no... ¿qué?

- Ha insistido en que quiere verte como sea, que ha hecho un largo viaje para estar aquí y que no va a irse ni a calmarse hasta que aparezcas. ¡No sabíamos dónde estabas!

- Solo conozco a un Diego y no tengo nada que hablar con él. Ya se cansará de insistir- dije dando un paso hacia adelante al que Lolo no se apartó.

- Debes ir aunque sea a decirle que se marche, Henar. Está gritando mucho y Pablo está allí intentando hablar con él para que se calme.

- Joder...- me quejé- Es mi novio, bueno, mi ex desde el lunes- le expliqué para ponerlo en situación.

Bajo el cielo de París [Pablo Alborán] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora