42. Los amigos

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Pocos minutos después de subir al coche, estando ya ambos arreglados, llegamos a un local que parecía tener buen ambiente. Pablo aparcó muy cerca de allí y comenzamos a andar hacia la puerta, pero casi bruscamente me cogió del brazo y giramos por la calle anterior:

- Pensé que íbamos a ese local...- le dije algo decepcionada, ya que me había gustado bastante.

- Y vamos, pero entraremos por detrás.- me explicó.- ¿O quieres que todas las chicas que hay en la puerta me reconozcan y se abalancen sobre mí?- preguntó con picardía.

- No me importaría- mentí- No tienes ojos para otra que no sea yo.

- En eso tienes razón- rió.

Entramos por la puerta de atrás del local y después de que Pablo saludara a al menos una decena de personas, nos dirigimos a uno de los reservados de la estancia, en el cual ya había un grupo de gente entre los cuales distinguí a Lolo:

- ¡Hombre pareja!- gritó Lolo al entrar- Apostábamos a que no vendrías para quedaros en vuestro nidito de amor- bromeó alzando las cejas con gracias, lo que provocó mi risa.

- Tu siempre pensando en lo mismo...- le soltó Pablo saludándole.

A partir de ese momento una nube de brazos se acercaron a Pablo para abrazarle, saludarle y comentarle lo muy desaparecido que estaba, a lo que él no podía hacer más que disculparse:

- Bueno chicos- dijo al rato- Quiero que conozcáis a mi chica.

Me cogió de la mano, tirando hacia a él, y me puso justo delante suyo pasando sus brazos por mi vientre, abrazándome y dándome un sutil beso en lo bajo de mi mejilla, muy cerca del cuello, provocándome un escalofrío incluso en aquella situación:

- Ella es Henar- me presentó- Henar, de izquierda a derecha son Sandra, Juanma, Begoña, David, Celia, Sergio, Marcos y... Marta.

Noté que se ponía algo tenso  y me hubiese gustado haber podido mirar su rostro, pero no tuve tiempo de pensarlo mucho más, ya que todos se acercaron a mí para darme dos besos mientras decían a Pablo la mucha suerte que había tenido al encontrarme. Sentí enrojecer entre tanto alago y, aunque parecían muy majos todos, me sentía algo incómoda y es que seguía notando a Pablo algo raro:

- Hola, soy Marta- dijo la chica acercándose a mí mientras intentaba encontrar la mirada de Pablo, la cual encontré clavada en el suelo, pensativa.

- Ho...hola- la saludé dándole dos besos...- Aquella chica me estaba cogiendo demasiado fuerte de los hombros, clavando sus dedos en mi espalda y en cuanto me iba a separar de ella noté un dolor agudo y punzante en mi pie izquierdo.

Me había pisado con un tacón:

- Ah...- me quejé, intentando no gritar demasiado.

- Oh... lo siento, perdona.- dijo ella.- ¿Te duele?

- No... tranquila.- mentí- No pasa nada.

- Vamos Henar, iremos a pedir algo a la barra- dijo Pablo con voz grabe apareciendo detrás de mí y cogiéndome de la mano.

- Cl...claro- contesté algo descolocada por su actitud.

Nos dirigimos a la barra en silencio. Ni siquiera me miró y al llegar clavó sus ojos en el camarero, completamente distraído:

- Pablo- le llamé, poniendo mi mano en su hombro- ¿Te encuentras bien?

Él me miró por segundos con los ojos oscuros, llenos de frío y dureza, pero enseguida volvieron a ser los ojos cálidos y tiernos que tanto amaba que me mirasen:

- Sí... sí, perdona, amor. Hacía tiempo que no les veía y estaba algo melancólico, ¿Qué te apetece?

- Un gintonic.

En cuanto el camarero le reconoció se acercó a él y, tras saludarle amigablemente, enseguida se puso a preparar nuestras copas.

Cuando volvimos con los demás, me fui a sentar al lado de Lolo y Pablo hizo lo mismo. Necesitaba sentirme arropada y Lolo era al único que conocía bien allí y, temiéndome que Pablo se pondría a hablar con sus amigos de sus cosas (cosa que, todo sea dicho, veía totalmente comprensible), me aseguré de tener a alguien cerca con quien me fuese fácil entablar conversación. Efectivamente, Pablo se puso a hablar con sus amigos, convirtiéndose en una caja de risas, aunque no me quitó el ojo de encima casi en ningún momento, miradas a las que mi sonrisa no podía resistirse:

- Veo que os va muy bien a Pablo y a ti, ¿no?-oí que alguien preguntaba mientras se sentaba a mi lado, empujándome un poco. Era Marta.

- Eh... sí, nos va bien.- respondí algo incómoda.

Ciertamente aquella chica era guapa, delgada, rubia y bien vestida, pero había algo en su mirada que llegaba incluso a intimidarme:

- ¿Sabes?-continuó diciendo después de darle un buen trago a su copa- Conozco muy bien a Pablo, desde hace muchos, muchos años... Le he visto con muchas mujeres, no puedo apenas llegar a contarlas y te digo sinceramente que parece bastante interesado en ti.

Su tono de voz era algo sarcástico y el escuchar de su boca que conocía "mucho, mucho" a Pablo y que le había visto con muchas mujeres provocó en mí una punzada de celos:

- Ya...- respondí ante su fija mirada mientras le dí un trago a mi gintonic.

- Cuando a Pablo se le mete una mujer en la cabeza no cesa hasta conseguirla. Luego todo depende de si encuentra a otra o no.- siguió.- Y con lo famoso que es no le es muy difícil- rió falsamente.

Sus formas de hablar estaban comenzando a desagradarme. ¿Qué pretendía hablándome así de Pablo? ¿Cómo la que se suponía que era su amiga podía hablarme así de Pablo?

Marta, sin venir a cuento, se puso a reír como una loca y todos la miraron, algo contrariados, excepto Pablo, quien tenía su mandíbula apretada y me miraba preocupado:

- Esta chica es muy inocente, Pablito. –comenzó Marta a decir mientras se levantaba, bajando su vestido de forma sensual- No pilla mucho las bromas.

¿Acaso se estaba riendo de mí? ¿Intentaba dejarme como a una tonta?:

- No es que no las pille, es que simplemente no tienen ni pizca de gracia. Mi humor es algo más inteligente, al parecer- solté a penas sin pensar y mirando a aquella chica a los ojos, intentando no expresar la rabia que sin querer había comenzado a sentir.

Los demás amigos de Pablo se rieron por lo bajo y Marta, algo avergonzada, se disculpó diciendo que se iba a bailar y se fue. De repente, sentí que mi incomodidad allí se debía única y exclusivamente a ella:

- No le hagas caso- dijo Begoña- No sabe ser agradable.

- Ya me he dado cuenta...- respondí.

La noche continuó entre risas, copas e historias de Pablo de cuando era pequeño, las cuales me encantó escuchar. Al fin parecía que comenzaba a pasármelo bien y poco a poco y con la amabilidad y cercanía de los amigos de Pablo comencé a sentirme más que a gusto entre ellos.

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Buenas todas!! En primer lugar, mil y una no, millones de disculpas por haber estado más de dos meses inactiva, sin subir y sin contestar a vuestros comentarios. He estado muy agobiada con el máster y el trabajo y la verdad es que no he tenido tiempo de nada y el poco que tenía prefería descansar. Espero a partir de hoy poder volver a subir de nuevo un capítulo semanal mínimo.

Muchísimas gracias por vuestros comentarios de apoyo, de verdad, por pedir que volviese y continuase la historia. Si no hubiese sido así, quizás la hubiese dejado (lo pensé seriamente...). Pero he vuelto!! Se que no es un capítulo demasiado largo, pero espero escribir uno más largo entre mañana y el martes y subirlo en cuanto pueda. 

Qué os ha parecido?

Por qué creéis que Pablo puede estar raro?

Han hecho bien en ir a esa fiesta?

Dejad vuestros comentarios y de nuevo mil gracias por estar ahí.

Bajo el cielo de París [Pablo Alborán] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora