23. Palabras

548 39 26
                                    

            

Me giré instintivamente y, en efecto, Pablo estaba acercándose con su mirada puesta en mí. Una mirada entre triste, molesta y que me hacía ver que estaba celoso, muy celoso:

- Parece enfadado- comentó Gabriel- Algo me dice que necesitáis hablar.

Miré a Gabriel, sorprendida por ser capaz de deducir todo aquello solo con mirarnos:

- Me voy, pero como ese chico te deje ir, volveré a por ti- siguió él- Ha sido un placer conocerte, Henar.- se despidió antes de darme dos besos, dejándome con Pablo que ya estaba allí plantado a mi lado.

- ¿Le conoces?- me preguntó una vez Gabriel se alejó de nosotros.

- No, le acabo de conocer- le dije antes de darle un trago a mi copa.

- ¿He interrumpido algo?- preguntó desbordado por los celos.

Suspiré, mirándole confundida y sorprendida por sus repentinos celos. A pesar de ser una situación incómoda no pude evitar pensar lo guapo que estaba Pablo así, tan serio:

- ¿Has pasado de mí toda la noche y ahora te preocupa que hable con otro?- le pregunté, molesta.

Él bajó su mirada, cerrando los puños con fuerza, tanta que sus nudillos se volvieron de color blanco:

- No entiendo por qué te comportas así, Pablo- le dije yo.

Pablo me cogió de la mano y tiró de mí:

- Vamos fuera- casi ordenó. Me dio rabia que me tratara así y que tirara de mí estando tan torpe por la bebida y por los tacones, pero teníamos que hablar de todos modos.

Salimos a una especie de terraza cubierta y, pese a hacer seguramente bastante frío, mi piel estaba tan caliente que no notaba nada. Aún así, Pablo se quitó la americana azul marino que llevaba y la puso por encima de mis hombros. En otro momento me hubiese parecido un gesto precioso, pero no podía dejar de pensar en todo lo que estaba ocurriendo aquella noche.

Pablo se movía de lado a lado, inquieto, pareciendo dudar sobre qué decir o cómo empezar:

- Veo que andas un poco indeciso, así que voy a ayudarte- le dije en un tono algo desagradable- Sí, he visto la maldita foto publicada.

- ¿Y te enfada?- preguntó nervioso.

- No me ha enfadado la foto. Me enfada la actitud que has tenido conmigo esta noche, apartándome la mirada, pasando de mí. ¡Ni siquiera me has dirigido la palabra! ¿Y cómo crees que me siento después de que centenares de personas maldigan mi existencia y me odien sin conocerme? ¿Crees que es agradable para mí? ¿Crees que lo que necesitaba era que pasases de mí y me apartaras?- comencé a recriminarle con algunas lágrimas en los ojos.

A Pablo pareció rompérsele el corazón con aquellas palabras y su semblante serio cambió a uno de tristeza y arrepentimiento profundo. Se acercó a mí, con firmeza, y me dejé abrazar por él. Eso era lo que había necesitado toda la noche y odiaba que hubiese tenido que tardar tanto:

- Lo siento...- dijo él en lo alto de mi cabeza- No sabía cómo llevar esto, no sabía si te habías enfadado por esto, si me ibas a odiar por esto... No quiero que te sientas mal, perdóname.

Me separé un poco de él, limpiando mis lágrimas y mirándole a los ojos. Su mirada era tierna, triste y desprendía un cariño que me hizo estar hipnotizada durante segundos, quizás minutos. Pero aquella situación no podía seguir así, no podía vivir así. De nuevo tenía miedo de seguir, miedo de involucrarme en algo que podía amenazar la carrera de Pablo y sobretodo a mi privacidad y a mis sentimientos. Miedo de embarcarme en algo sin rumbo y sin destino, yendo a la deriva:

Bajo el cielo de París [Pablo Alborán] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora