36. Sorpresa

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La comida de San Esteban fue como la seda y cada vez veía más complicidad entre Pablo y mis padres. Eso era bueno y me encantaba, pero no podía dejar de pensar en que quizás no muy tardando debería conocer yo a sus padres y la sola idea de no llevarme bien con ellos me aterraba ¿y si pensaban que estaba con él por su fama? ¿y si no me veían lo suficiente adecuada para Pablo?:

- Nosotros iremos un rato a tomar café a casa de Tina- dijo mi madre al acabar de recoger refiriéndose a una vecina.

- Yo también he quedado- informó mi hermano.

- Si no os molesta, me gustaría poder dormir un poco- dijo Pablo- El avión ha salido muy temprano y estoy cansado.

- Claro.- dijo mi padre- Hemos preparado la habitación de invitados para ti- siguió insistiendo en qué habitación debía dormir.

Pablo y yo nos miramos con sonrisas cómplices y me alegré de que mi padre no se diera cuenta de las mismas o al menos no quisiese preguntar. Cuando Pablo estuvo en mi casa la semana anterior, dormimos todos los días juntos y era yo la que iba a su habitación, poniéndome el despertador antes de las seis de la mañana para despertarme antes que mi padre para volver a mi habitación. Mis padres se fueron en cuanto nos levantamos de la mesa y mi hermano subió al segundo piso junto a nosotros para cambiarse de ropa:

- No me importa si hacéis la siesta juntos- dijo él- Pero no quiero escuchar ni un ruido raro mientras yo esté en casa- siguió.

- ¡David!- grité sonrojada a más no poder.

- ¿Qué? No soy tonto. Pero tampoco lo seáis vosotros.

Pablo se rio sin cesar y el comportamiento de aquellos dos consiguió acelerarme el corazón y convertir mi cara en un auténtico tomate:

- Tu familia es estupenda- dijo Pablo mientras se quitaba los zapatos ya sentado en la cama.

- Te llevas demasiado bien con ellos- le dije.

- ¿No te gusta eso?

- Me encanta, pero me pones difícil el nivel con el que deberé hacerlo yo con la tuya.

- Deja de preocuparte por eso.- dijo él mientras nos tumbábamos, abrazados- Se enamorarían de ti tal y como lo hice yo en cuanto te viesen. Seguro que se te pondrían las mejillas bien rojas y eso les enternecería.

- ¡Oye!- le reñí sintiéndome avergonzada pegando un suave golpe en su pecho y haciéndole reír.

- ¿Sabes? La sorpresa tiene mucho que ver con eso. - dijo tras algunos minutos en silencio.

- ¿Con qué?- pregunté asustada.

Pablo se sentó en la cama pareciendo impaciente y emocionado:

- Tú sorpresa, ¿quieres que te la revele?

- Estás tardando- le ordené sentándome también.

- Esta noche no dormiremos aquí.

- ¿Qué? ¿Y dónde vamos a hacerlo?

- En un hotel.

- Genial- dije emocionada.

- Y eso no es todo, mañana tampoco estaremos aquí.

Me temí lo peor y comencé a atar cabos. No podía ser. No estaba preparada:

- No me digas que...- comencé notando un extraño frío por mi nuca.

- ¡Sí!- gritó él emocionado- Te vendrás a pasar estos últimos días del año conmigo a Málaga y estaremos allí en fin de año.

Justo al acabar de decir eso me cogió de la cintura y me tumbó en la cama rodeándome con sus brazos y aprisionándome con su cálido cuerpo:

Bajo el cielo de París [Pablo Alborán] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora