39. Agotada

599 41 15
                                    

Cuando desperté, el sol ya bañaba nuestros cuerpos desnudos y abrazados a través del balcón. Pablo seguía durmiendo con un semblante destensado por completo e incluso una ligera sonrisa en sus labios. No pude reprimir darle un suave beso en los labios, haciendo que se revolviese, perezoso, tensando los músculos de su pectoral deleitándome con su cuerpo. Jamás me cansaría de él:

- ¿Qué hora es?- preguntó con la voz ronca antes de carraspear.

Alargué mi mano hasta el teléfono de Pablo y apreté uno de los botones para que se encendiese, mostrándome la hora:

- Las nueve y media- le informé.

Pablo suspiró, relajándose de nuevo en la cama y atrayendo mi cuerpo a su pecho, abrazándome:

- Entonces podemos estar un poquito más en la cama...- dijo con inocencia apretando sus brazos contra mi espalda y dando un beso en lo alto de mi cabeza.

- Eres muy perezoso- reí.

- No sabes cuanto. ¿Pero cómo quieres que no lo sea cuando te tengo pegada a mi cuerpo, desnuda y en la cama?- preguntó cogiendo un aire juguetón mientras dejaba mi cuerpo caer sobre el colchón quedando él de lado algo encima de mí- Si fuese por mí me quedaba aquí todo lo que queda de vacaciones.- susurró haciéndome sentir su aliento en mis labios.

- No me parecería mal del todo- contesté acariciando su mejilla, sonriéndole.

Me dio un beso:

- Hasta con esos pelos y con legañas eres preciosa.- soltó.

Llevé rápidamente mis manos a mis ojos, comprobando que no tenía legañas y Pablo estalló en una suave y melódica carcajada que provocó en mi estómago un revoloteo de mariposas. Sin duda, uno de los sonidos más bellos para mí en el mundo desde hacía poco:

- Tonto...- me quejé- Voy a darme una ducha.

- Dirás vamos.- insinuó él.

- No, Pablo. Voy y luego si quieres vas tú. Deja algo de fuerzas para el viaje y guarda un poco de amor para esta semana.- contesté juguetona mientras me levantaba de la cama sintiendo aun como mi cuerpo estaba agotado después del extremado placer que sentí junto a él aquella noche.

- Tendré que ponerte en forma, entonces. Tengo fuerzas y amor para cada segundo del día, si hiciese falta- me provocó él sentándose en la cama, cogiéndome de las piernas y atrayéndome hacia él para dar cortos y sensuales besos en mi vientre.

- Pablo...- le advertí sintiendo una vez más fuego en mi interior.

- ¿Qué?- preguntó él sin dejar de besar mi piel.

Cogí fuerzas y me aparté un poco de él, lo suficiente para que parara de hacer lo que estaba intentando provocar pero haciendo aparecer en él una cara de deseo y una sonrisa pícara que acompañaron a su mirada mientras escrutaba cada rincón de mi cuerpo:

- ¡Deja de mirarme así!- me quejé acordándome de que ambos estábamos desnudos.

- ¿Por qué te da tanta vergüenza? Solo admiro lo preciosa que eres.

- Tu solo miras, pero tu compañera entrepierna se interesa demasiado- bromeé al ver como su miembro presumía excitado.

Parecí avergonzar sutilmente a Pablo, lo que me hizo sentirme orgullosa de haberle devuelto la jugada, aunque enseguida me di cuenta de que no era tan fácil ganarle la batalla a ese hombre:

- Te lo he dicho. Listo para cuando me necesites, preciosa- comenzó a decir arrastrando sus palabras mientras se levantaba y venía hacia a mí, cogiéndome de las caderas y acerándome a su cuerpo haciéndome sentir su excitación en mi vientre.

Bajo el cielo de París [Pablo Alborán] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora