David estaba sorprendido, Jess no le había intentado matar, a pesar de tener las 5 balas en la pistola para hacerlo. No, ella no deseaba su muerte, sino su sufrimiento y posterior a eso muerte para que el no pudiera hacerle daño de nuevo.
Él se retiró de aquel lugar, dejando a Jess encadenada, sin que ella opusiera mayor resistencia, parecía como si su espíritu se hubiera roto, y es que David toco y destruyo el único hilo que separaba a Jess de la locura y la mantenía cuerda.
Luego de dejarla descansar él volvió a la celda, se acercó a Jess y cuando estaba a punto de tomar su cabello para posicionarla, ella se sacó la esposa de su mano y le ofreció a David un condón, él la miro, con sorpresa y a la vez con seriedad.
-Cada día eres más perra- ríe y se pone sobre ella tal cual como un animal salvaje, devorando su cuello, dejando marcas de chupetones a la vista de cualquiera y de dedos.
Jess permanecía callada, no gemía, no de quejaba, ninguna hormona la movía a lubricarse, ni siquiera cuando David preparo su miembro, repugnante para Jess, y lo alineo a esa cerrada entrada. Y es que ni siquiera le dolió cuando David la penetro y empezó las embestidas desenfrenadas, fuertes y profundas.
David estaba extasiado, marcando las nalgas de Jess a cada embestida pues le daba una nalgada por cada una. Embestía frenético, marcándola con furia, haciéndola sangrar, hasta que se corrió, bien adentro de Jess, y del condón, pues ninguno deseaba un bebe.
-Hace mucho no te tocaba así- ríe leve y sale de ella, toma el condón y se deshizo de él, mira a Jess y chasquea la lengua al ver su expresión.
Una vacía, sólida y completamente fría.
-Me gustaba más cuando me pataleabas- le pateo el estómago, sin ver reacción en su mirada, enojado se puso sobre él y comenzó a golpearle la cara.
-¡REACCIONA!- le gritaba enojado y fue entonces cuando Jess alzo su mano, puso su pulgar sobre el parpado de David y aplasto su glóbulo ocular sin siquiera dudarlo.
Los gritos de dolor se escucharon hasta en el avión que cruzaba sobre sus cabezas, y así llegaron algunos hombres más, tomaron a Jess y la sometieron, aunque ella no interpuso mayor resistencia, mientras otros se llevaban a David a un hospital, Jess logro ver a Crooks y a Nicolás entre sus agresores, sonrió con ironía.
Nicolás ordeno a todos salir de la celda, excluyendo a Crooks.
-creo que estas demasiado desobediente Jess... antes llamabas Amo a David, ¿Qué cambio?- le miraba Nicolás desde arriba
-Todo Nicolás... todo cambio...-
-Recuerdo... que mordías tú labio cuando algo no salía bien, que desviabas la mirada a tu derecha cuando estabas sonrojada...- le tomo la barbilla para que le mirase a los ojos -recuerdo que no podías evitar tararear una canción si la conocías, peor era si el autor era Arjona- nostálgico -ahora... nada de eso... no te muerdes tu labio... no te sonrojas... no tarareas... ni siquiera sonríes- estaba triste -no eres mi Jess- le dijo esta vez con odio -no le llegas ni a los talones a mi Jess-
Y entonces le encestó un golpe en la mejilla, luego otro, enojado, y otro y otro...
Crooks le tomo de los brazos y lo aparto de la muchacha, que permanecía inerte.
-déjala imbécil- dijo Crooks molesto, sujetando a Nicolás firme para que este no se abalanzara sobre Jess.
-¡ELLA NO ES JESS, NO ES MI JESS!- gritaba enojado
-... Nicolás, olvidas algo- le dijo Jess, aún arrodillada y sin el más mínimo decoro en su positura o preocupación por su desnudes -no soy tuya, no soy de David, no soy de nadie, y si lo hubiese sido, ese hombre ya está muerto- dijo ella con una voz que asustaría al más bravo, y a la vez calmaría a un loco, como lo hizo con Nicolás.
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La Venganza [Terminada]
Rastgele¿Cuánto duele un azote? ¿Un balazo, una violación, un asesinato? A mí eso me dolio mucho, tanto que creí que no lo soportaría, pero el odio hacía las persona que ocasionaron esa tortura me mantuvo viva, si es que a eso se le puede llamar vida. Esos...