Parte 40

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Ese jueves terminarían todas las actividades de la escuela donde trabajaba. Por eso estaba celebrando bebiendo un poco de vino con todo el plantel de profesores junto a la directora y la secretaria.

- Profesor Choi, no quería esperar a hablar de esto hasta hoy, pero usted sabe que el tiempo y las tantas cosas que hay que hacer... - decía la directora y Minho apenas y podía sentirse vivo, apenas y podía prestar algo de atención a su alrededor, sentía que estaba flotando y que pronto caería.

- ¡Oh! No se preocupe, ¿de qué se trata? – pregunta tomándose un sorbo de su copa.

- Quiero que se quede a trabajar en nuestra escuela – a duras penas podía escuchar a su yo maduro y profesional que estaría saltando de la felicidad por haber logrado su objetivo.

- No sé qué decir, estoy tan feliz... gracias... - se sentía feliz aunque no podía demostrarlo del todo.

- Gracias usted que llegó con todas las energías y se ganó el respeto de todos sus alumnos y de sus compañeros de trabajo también.

- Gracias – sonríe tímido.

- Lo mejor es que estamos hablando de ser parte de planillas no solamente de un contrato.

- Me sorprende, muchísimas gracias.

Al menos esa noticia, llegó como algo refrescante, algo por lo que podría sentirse realmente feliz en ese tiempo tan nublado.

Después de un último brindis, sale rumbo a buscar a su novio.

La ciudad se pintaba de negro, con algunas luces encendiéndose de a poco, mientras iba a toda velocidad a buscar a Taemin, a él que durante esas tres últimas semanas fingió tan bien el serle fiel, sin salir los fines de semana, sin irse a fiestas ni discotecas, y sobre todo parecía tan feliz en esa ficción que vivían, respondiendo 'yo también' cada que le decía: te amo.

Y él empezaba a creer que podía ser real, que realmente estaba sucediendo.

Aunque sinceramente cada que iba a recogerlo, siempre tenía miedo de que se fuera con alguien más, a pesar de que esas últimas semanas fue diferente, aun así sentía que en cualquier momento su burbuja terminaría por explotar.

Conocía el final de su historia de amor, sabía que sucedería en esos próximos días. Era la razón de ese sentimiento del que no se pudo deshacer y que cargaba todos los días.

Estaciona su moto como puede y sujetando su casco en su mano, entra corriendo a aquel edificio donde su novio trabajaba. Corría hacia el ascensor y en el camino sonreía a aquella muchacha que era la encargada, le sonreía aunque sabía que se reía de él, sabía qué hacía el ridículo como cada fin de semana, aun así, nada más importaba, nada ni nadie.

La puerta del ascensor se abre y ve a la representante de su novio, hace una reverencia para entrar y continuar su camino sin tener que dar explicación alguna. (Aunque a esas alturas no era necesario, todo el mundo parecía saber lo que ocurría).

- Llegas tarde Choi...

Ni saludos ni nada, tan sólo esas tres palabras que llegan como filosas cuchillas clavándose en su estúpida dignidad. Se recarga en las frías paredes del ascensor sintiéndose ridículo al ver la puerta cerrarse y en esos grandes espejos ver su reflejo, su rostro que demostraba lo patético que era y lo miserable que se sentía.

Había vuelto a suceder, justo como se temía.

Lo peor era que su corazón parecía poder soportar ese tipo de desplantes y un poco más.

Renuncio a TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora