El joven almirante.

Preámbulos.

-Oh, hijo. Nunca pensé que llegarías hasta aquí...
-Vamos, madre...
-Eh, hermanito, no estás tan mal.
Tampoco estaba tan mal. Con el uniforme gris impoluto, sí que tenía cierto porte.
Mi nombre es Darel Xanheff, natural de Coruscant, adiestrado y graduado en la Academia de Prefsbelt IV, hijo de un prestigioso piloto de la Armada y de una enfermera imperial. Hermano además de Wybel Xanheff, el mayor liante de Coruscant.
-Estás genial, hijo.- dijo mi padre acercándose.- Además, creo que el Emperador estará allí.
Eso espero. El Joven Emperador, Palpatine II, sobrino lejano del anterior Palpatine, es de lo más exigente. Apenas un cuarto de mis compañeros de Prefsbelt IV han llegado a graduarse, y sólo yo estoy donde estoy.
Siempre me han dicho que tenía algo especial para la estrategia, siempre ganaba al ajedrez espacial o a cualquier cosa que emulase un ejército. Incluso en una de las pruebas en Prefsbelt IV debía ganar a todo un regimiento de cruceros y cazas rebeldes con sólo un destructor, veinte bombarderos y cincuenta cazas. ¿Lo gracioso? Que lo conseguí, aunque perdiendo el 45% de las naves. No se puede tener todo.
He leído todos los tratados de estrategia de altos rangos imperiales de todas las áreas: Mohc, Tarkin, Krennic... Incluso un pequeño libreto de seguridad de Kallus.
La nave de transporte llegó a nuestro domicilio. Yo iría en aquella nave, mientras que mi familia y todo el que quisiera ver este evento tendría que ir a pie. Un oficial de las Tropas de Asalto me invitó a subir. Aún era un cadete de mierdecilla, así que le hice una reverencia.
-Guárdatelas para el Emperador, chaval.- me dijo tras tomar asiento.
No voy a negarlo, temblaba de puro nervio. Muchos altos mandos imperiales (aparte del Emperador, claro) estarían allí. Grandes almirantes, oficiales de las Tropas de Asalto, el moff del sector y el gran moff del macrosector...
Tenía que serenarme si no quería CAGARLA.
-¡Tranquilo, chico!- me dijo un soldado de asalto desde dentro de su casco blanco.- Si te desmayas, te ayudaremos a seguir.
-Qué remedio.- añadió otro.- Nos pagan por ello...
-¡Residencia Imperial a la vista, señores!- clamó el piloto.
-Bien.- dijo el oficial levantándose y recogiendo su E-11 del suelo.- Vosotros dos, a su lado. Sin tonterías.
-Sí, señor.- dijeron a la vez.
Bajamos del transporte. Aún estaban montando los estandartes y las banderas imperiales y distribuyendo a los soldados de asalto y antidisturbios.
Empecé a otear por la tarima y por la zona. Era la Residencia Imperial, o sea, todo perfecto. En la ciudad la llaman el Palacio Negro. Me agaché a por un crédito.
-Eh, chico.
Una potente pero tranquila voz sonó a mis espaldas.
No me creía quién era. Desde arriba, el Gran Almirante Thrawn me observaba con sus ojos rojos. A su lado, la gobernadora Pryce ayudaba a organizar el asunto.
-Ehm... ¿sí?- dije levantándome. Aun así era más alto que yo.
-¿Eres Darel Xanheff?- preguntó sacando una hololista.
-Am... Sí.- dije. ¡JODER! ¡QUE THRAWN PREGUNTA POR MÍ!
-Ah, sí...- dijo el gran almirante.- Aquí estás. Mm... Graduado en Prefsbelt IV... Buenas notas... Qué digo, buenísimas notas... Calidad en simulador de nueve y medio sobre diez... Oh, ¿qué hace una mente tan portentosa aún en esta roca?
-Yo... Graduarme del todo...- respondí. Oficialmente estaba graduado cuando me dieron el diploma y el uniforme de comandante, pero el Emperador en persona quiso esta celebración para maravillarse con una gran mente militar, aún joven y más virgen que un monje. Un empollón, para más señas.
-Entiendo...- dijo Thrawn.- ¡Pryce, por favor, trae un medidor para uniformes!
-Sí, señor.
-En fin. La ceremonia empezará en breve.- dijo el almirante mirando su reloj.- Será mejor que te prepares y hagas lo que tengas que hacer.
Cierto, en veinte minutos abrían al público, y en treinta comenzaría mi graduación a ojos del Emperador
-¡Mierda, mi crédito!- me dije. Recogí la moneda y fui lanzado al baño, preparado para que todo el Imperio Galáctico me viese como la siguiente gran mente estratégica.