Dos días restantes

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-¡ODIO este puto planeta!
-No se enfade, almirante. Y ayúdeme con este muñeco de nieve.
Hoth. Teníamos que acabar en Hoth. De TODOS los planetas de la galaxia, treníamos que ir al cacho de hielo espacial. ¿He mencionado que DETESTO el frío? Lo único bueno es que los bláster no se calientan ni queriendo.
-¡Qué frío!- decía Gerruk. Es de mi misma opinión. Eso es bueno.
-Jajaja, sí, sí.- dijo Rewel.- Venga, que estamos de invierno.
Rewel también odia el invierno, pero el hecho de que lleve cincuenta capas de ropa hace que Joe aparte su mirada de ella, cosa que agradece.
-Yo voy a quedarme al calorcito...- dije. Me duele la nariz, los dedos y el alma.- Si no os importa...
Una bola de nieve fue la única respuesta que obtuve.
Aparte del frío, la nieve y la ventisca que se avecina, se estaba bien. Gerruk estaba junto a mí, arrebujado en una piel de bantha. Me acordé de su matrimonio y supuse que me ayudaría en mi duda con Gwen.
-Oye, Gerruk, ¿tú estabas casado?
-Lo estoy, almirante.- respondió el gamorreano.
-Si no es indiscreción, me gustaría conocer los detalles.
-No lo es, almirante. Le contaré...
El gamorreano se arrebujó aún más en la piel y se arrimó al fuego.
-Era yo un chaval allá en mi planeta natal, cuando vieron en mí algo especial. Ya sabe que los gamorreanos suelen ser unos brutos. Pues bien, mientras mis hermanos se partían los dientes unos a otros, yo leía. En esto había una chica que trabajaba en una biblioteca cercana a la que me escapaba de vez en cuando, para evitar a mis violentos hermanos. El caso es que nos conocimos y nos enamoramos, almirante. Fue muy bonito. Cuando partí a Coruscant a formarme para la Armada, ella prometió que me esperaría. Me saqué un buen título, pero por razones de raza, nunca subí de comandante. El caso es que volví, vestido de uniforme y me casé con este mismo uniforme.
Sopesé la historia. La de Rewel me dio a entender que me abandonaría si la hacía esperar, pero la de Gerruk me convenció de lo contrario.
-Gracias, Gerruk.- dije levantándome.- Voy a hacer las maletas. En cuanto llegue el combustible y repostemos, nos vamos.
-Como ordene, almirante.- dijo el gamorreano apagando la fogata e inspeccionando la nave.
En teoría los almirantes de flota tenemos jurisdicción sobre mogollón de naves, pero Thrawn me ha enseñado que la victoria reside en la simplicidad. Eso no implica que en una batalla seria no deba desplegar todo mi arsenal. Estoy deseando que llegue el momento.
¡Espera! Si me voy con Gwen, perderé esa jurisdicción. Y esa jurisdicción es mi vida ahora mismo. Maldita sea esta situación.
En fin, que tras una semana en Hoth, partimos con los tanques de combustible hasta las trancas.
Puse (mandé poner) rumbo a Coruscant, dado que ahora no tenía misiones entre manos y quería ver a la familia.
-¡Gerruk, un Galaxy-Cao, por favor!- pedí, ocioso. Gwen esperaba mi decisión, pero aún había tiempo. No quiero tomar esta decisión. Es estúpida. Además, con el morbo que da eso de ser rivales...
Aún recuerdo su pelo castaño. Ah, maldición, me estoy poniendo pastelón.
Un holograma me interrumpió. Hostia puta, es el Emperador.
-Almirante de Flota Darel Xanheff, he de informarle que el Gran Almirante Thrawn ha sido asesinado por uno de sus guardaespaldas. Toda imposición que pusiera sobre ti queda removida. En su ausencia, asumiré yo mismo su tutela. Palpatine Segundo corta.
Me quedé helado. ¿Thrawn asesinado? ¿Por qué? ¿No habrán sido los rebeldes?
-¿Ocurre algo, Almirante?- preguntó Rewel.
-Sí, Rewel.- dije apesadumbrado.- Que Thrawn ha muerto.

El joven almirante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora