Operación NeverMind (Desvío de Wybel)

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-¡Informes, ya!
-Tenemos muchos heridos, comandante.
Tsk, estos imperiales... Siempre me la andan liando.
Me acerqué a la enfermería de campaña dejando a los droides patrullar.
-¿Cómo está la capitana Mass?- inquirí  al enfermero de turno.
-Estable.- respondió.- Pero como nos ataquen la perdemos.
Puñeteros imperiales... Primero se llevan a mi hermano y ahora a mi compañera...
-Comandante De Artillería Wybel Xanheff, preséntese en el Cuartel general.- retransmitieron por megafonía.
-Bueno, jefe, creo que se la carga.- dijo Zamud, un enorme trandoshano que me sigue allá donde voy.- ¿le acompaño?
-Está bien, Zamud, pero me debes un trago.- respondí.
La reunión era con Leia, para definir los últimos planes para la gran operación militar que llevaríamos a cabo contra el Imperio: la Operación NeverMind.
La Operación NeverMind, el plan maestro que Gwendolyn se trajo consigo y que llevamos puliendo 15 largos años es el ataque definitivo, dedicando esfuerzo, sudor y lágrimas en recabar cada uno de los datos que nos permitirán ejecutar este plan con éxito.
-Gwen está bien, Wybel, tranquilo.- dijo Leia.- Está viva, sólo necesita descansar.
-Bien...- dije.- A ver, ¿qué tenemos?
R2D2 es acercó y desplegó un mapa de Coruscant, mi planeta natal. Y bastión imperial por antonomasia, cabe mencionar.
-Atacaremos con cruceros Mon Calamari aquí, aquí y aquí.- explicaba Leia con un puntero.- Para evitarnos problemas con la Armada, enviaremos al Pícaro al mando de Mass Mayor. Mass Menor estará bien para cuando despleguemos la infantería en estos dos puertos.
-¿Y la resistencia terrestre?- inquirió Zamud.- Debe haber al menos varias fuerzas de asalto, siendo un planeta de tal importancia.
-Ahí es donde entráis vosotros.- apuntó Leia.- Tenemos pensado asignaros una división de artilleros a cada uno a fin de peinar cada puerto y asegurar el paso a la infantería ligera. Además, si todo sale bien, las naves podrán apoyaros desde los cielos.
-¿Tan infravalorada tiene usted a la Armada Imperial?- pregunté. Pregunta estúpida, ahora que la digo.
-Por supuesto.- dijo Leia sonriendo.- El Emperador Niño es joven y tozudo, dudo que readmita a tu hermano así como así. Y ahora que sabemos que está fuera del mapa, la Armada ha dejado de ser un problema gracias a Soryn.
Ay, Darel, jodido niño... Dónde te habrás metido...
En fin, espero que al Emperador Niño no le haya dado por meterle en una zanja y dejarle morir.
-Mi hermano era un genio...- dije.- Lástima que le gustase tanto el camino de mi padre.
-Ciertamente es una lástima.- respondió la princesa.- Habría triunfado dirigiendo en Escuadrón Pícaro.
Suspiré. Ay, enano...
-Bueno, el caso es este.- cortó ella.- Desembarcaremos aquí, aquí y aquí y lanzaremos el asalto del milenio sobre el Palacio Negro. Tú te llevarás a los demoledores al norte y sur del Palacio y poned explosivos donde os dé la gana. ¿Cuántas veces te dije que no gastes explosivos? Muchas. Pues ahora puedes.
-Oh, sí...- dije sonriendo y pensando en la cantidad de toneladas de antimateria que haré explotar bajo el culo del Emperador.
-Me alegro.- continuó Leia.- Espero que Gwen esté suficientemente bien como para comandar a la infantería corriente durante el ataque.
-¿Quiere que se lo comunique?- pregunté.
-Claro.- respondió.- Váyase, Xanheff, que tengo reunión.
Cuando salí de la sala magna fui directo a las dependencias del hospital donde reposaban los heridos. Y entre ellos mi futura cuñada.
Que al gran Wybel no se le escapa ni una.
Encontré a Gwen en camisón de hospital sentada en la camilla, vendada entera y mirando por la ventana.
-Eh, señorita, tiene visita.
Gwen se giró. No llevaba vendas en la cara. Hay que tener suerte en la vida.
-Vaya, te han dado de lleno en la cara, la tienes desfigurada- bromeé.
-Qué gracioso, don Miserable.- rió.- ¿Qué haces aquí?
-Visitarte, perra resentida.- respondí.- Y revisar que tengas todo en su sitio.
-Como sea otro comentario sobre mis pechos te tiro el suero.- dijo seria.
-Por favor...- respondí acercándome.- Tus pechos son suelo soberano de mi hermano.
La cara que puso Gwen no tenía nombre. Me encanta.
-¿Cómo lo has sabido?- preguntó sudando.- ¡Y no lo digas tan alto, cenutrio!
-Tengo contactos en Tatooine.- dije. Ese contacto es una prostituta, pero un contacto es un contacto.
Gwen se tumbó y suspiró.
-¿Crees que soy estúpida por enamorarme de tu hermano?- preguntó.
-Nah, el estúpido es él, pero por otras razones.- respondí.- Es idiota por definición.
-Oh, Wybel...- susurró Gwen.- Eres tan parecido a tu hermano...
-Joder, sois iguales.- reí. Ella me fulminó con la mirada.
-Cállate.- me espetó.- El caso es que él es distinto. Él es... más puro.
Eso no puedo discutirlo. Cuando me lo llevé a un puticlub por su graduación se tiró mirando sus zapatos toda la noche.
-Y eso me gusta.- terminó sonriendo.
-Oh, gracias a la Fuerza, mi hermano ha encontrado a alguien como él.- dije.
Gwen sonrió.
-¿Y... qué te parece?- preguntó.
-Gwen, tenéis 16 años.- dije.- Yo tengo 21 y estoy casado y con un hijo en camino. El caso es que me la suda.
Gwen sonrió.
-Gracias, Wybel.

El joven almirante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora