Persecución

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-Seguidles.
Los soldados persiguieron a los rebeldes que huían más allá de mi vista.
Por lo menos he logrado neutralizar a Gwendolyn. Ya nada impedirá a Nixus arrasar con la Alianza Rebelde.
O al menos eso espero.
El objetivo era eliminar tanto a Gwen como a Wybel. Y no veo a Wybel por ninguna parte.
-¡BOOOOOOOMBAA!
Por esa voz juvenil y parecida a la del Nixus, deduzco que ese el el hermano mayor de Darel.
Una enorme explosión acabó con la fuerza de asalto que había enviado tras los rebeldes.
-¡Ahora vuelve!- dijo un joven clavado a Xanheff, pero más mayor y con manchas de pólvora en la cara: Wybel Xanheff, Artillero rebelde.
-¡Tragad plasma, cabrones!- exclamó un trandoshano enorme tras Wybel.
-Señor, hemos perdido el 95% de los efectivos desplegados.- informó un clon de élite.- Sugiero una retirada táctica.
-Oh, no...- respondí.- Mejor manda algunos droides que rastreen la zona en busca de explosivos y manda al resto.
-Sí, señor.- adujo el clon marchándose.
Wybel exhortaba a una tropa de soldados con lanzagranadas a reventar todo aquello que se moviese.
-¡Flanagan, informa y revienta!- gritaba.- ¡Tú, pon un par de minas por ahí! ¡Vamos, chicos, hay que cubrir al resto!
Veinte droides de seguridad empezaron a peinar la zona, poniendo banderillas donde detectaban minas y haciendo retroceder a los rebeldes a punta de bláster.
-Zapadores, limpiad y desactivad las minas.- ordené.- Las que podáis usar, guardadlas.
Mientras seguía a los droides de seguridad revisé el campo de batalla. El batallón de Gwen había escapado y la tropa de Wybel había logrado darles tiempo suficiente como para reagruparse, por lo que cabe esperar un ataque a gran escala.
Pero eso no pasaría.
-¡Retirada, señores!- ordenó Wybel con voz alegre. La verdad sea dicha, ese Wybel tiene madera, hace que una retirada sea honorable.- ¡Reunámonos con el resto!
Cuando los bombarderos rebeldes se hubieron retirado, los droides médicos se ocuparon de los supervivientes de la explosión para devolverlos a filas.
-Contamos con un 75% del total de desplegados, Emperador.- dijo el comandante.- En diez minutos estaremos listos para combatir.
-Que sean cinco minutos.- dije.- Si salimos en cinco minutos, no lo esperarán.
-Sí, señor.- dijo el comandante retirándose.
De pronto detecté una leve perturbación en la Fuerza. El Padawan que escapó de Darel.
No me da más que problemas.
Distinguí la luz verde de su sable entre las ruinas.
-Tú...- dijo. Respiraba con fuerza y estaba herido, evidencia de que había sido alcanzado por algún que otro disparo.
-Yo... el Emperador, el Lord Sith.- dije acercándome.- Y tienes el valor de presentarte así ante mí...
El joven Padawan movió el sable ante sí.
-Has hecho algo antes.- dijo.- Algo como teletransporte.
-Oh, vamos.- reí.- Hasta tú debes saber que eso es imposible.
El Padawan torció el gesto.
-Algo has hecho...- dijo.- Estoy seguro.
Pobrecito Padawan. Si tú supieras todo lo que Lord Void me ha enseñado...
-Tienes intención de averiguarlo, ¿verdad?
-Toda la del mundo.- respondió empuñando su sable.- Aunque sea por la fuerza.
-Eso no te conviene...- dije. A través del uso de la Fuerza, aumenté la fuerza gravitacional alrededor del Padawan.
-No me vengas con trucos...- dijo manteniendo la posición. Debido al esfuerzo de no caer al suelo y de levantar su propia gravedad rompió a sudar.
Parece que sabe más trucos de Fuerza de los que creía.
-Los trucos son mi vida.- respondí empujándole con la Fuerza.
No logró aguantar el empujón y salió despedido hacia atrás.
-¿Y bien?- inquirí.- ¿Sabes ya mis trucos?
El joven se levantó y se limpió la comisura de los labios con la manga.
-Puede...- dijo recogiendo su sable.- ...pero parece que me queda por aprender.
Es una lástima que Lord Void ya no acepte más estudiantes.
-Vas a hacer que desenvaine mi sable...- dije.- Y no va a ser bueno.
-Me arriesgaré.- respondió sonriendo.- Yo también tengo trucos bajo la manga.
Si no tuviese el triple de años que él, me ofendería.
Me vi obligado a desenvainar mi sable láser. El único sable láser cuyo cristal es de un color negro.
El Padawan quedó anonadado, pero no se amilanó. De hecho, se lanzó a por mí.
-Prueba.- dije.
Alcé el sable para bloquear el ataque, pero lo que bloqueé fue un doble ilusión de Fuerza. ¿Cómo es posible?
-¡Sorpresa!- oí exclamar al padawan desde detrás de mí. Pero yo también sé jugar a eso.
-¿Decías?- pregunté desde detrás del Padawan mientras le veía golpear un doble.
El Padawan se giró, atónito.
-Hum.- gruñó.- Esto no va a ningún lado.
¿Se está rindiendo?
-Si lo dices por que no puedes ganar, estás en lo cierto.- dije envainando mi sable.
El Padawan envainó el suyo también.
-Emperador Palpatine II...- dijo señalándome.- ...algún día volveremos a vernos. Y lucharemos. Y juro por lo más sagrado de mi vida que ganaré.
Asentí y el Padawan se dio la vuelta y emprendió la marcha.
-No me avergüenza admitir que me encanta el espíritu de este chico.- susurré.- Espero con impaciencia ese combate.

El joven almirante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora