Tres días restantes.

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-¡Pásala, Gerruk!
-¡Intento leer, Maezo!- protestó el gamorreano.
Ah, las vacaciones. Una licencia de una semana es todo lo que le hizo falta a Rewel para alquilar un par de habitaciones (carísimas) en un hotel (carísimo) en el paraíso (carísimo).
Ahora el zabrak y Rewel jugaban al voleibol en las playas de un planeta turístico del Borde Exterior. Lo llaman Paradise, pero desconozco su nombre verdadero.
En fin, Gerruk lee, Maezo y Rewel juegan a voleibol, Cinnerman bucea y busca conchas, C9 carga sus baterías al sol y yo... pues tomando el solete. Ahhh... Qué bien...
La playa estaba ocupada, pero no a reventar. Me explico, había gente, sí, pero no demasiada. Es la consecuencia de los exorbitantes precios del lugar. ¿Que si merecen la pena? Por mi Invicto que merecen la pena.
-¡Chute, almirante!- me gritó Maezo. La pelota fue a parar a mis pies. Ya estaba bien morenito (churruscadito), así que opté por unirme al partido. Somos tres, pero soy almirante de flota y hago lo que quiero.
-¿Puedo unirme?- preguntó un trandoshano que pasaba por ahí.
¿Gamorreanos y trandoshanos civilizados? Macho, cómo nos funciona el sistema de academias.
-Claro.- dijo Maezo.- ¿Un humanos-humanoides?
-Cuando quieras.- respondió Rewel. No sé si Joe se ha ido a buscar conchas porque le gusta o por evitar a Rewel. Hay que admitir que en bikini tiene un figurón. ¿Cómo estaría Gwen en ropa de baño...?
-¡Va!- gritó Maezo, sacando. Si el zabrak tiene fuerza, la tiene concentrada en el brazo derecho. Por el tema del guante, no pensemos mal.
El caso es que el saque fue fulminante. Lo devolví a duras penas.
-¡Me toca!- dijo el trandoshano dando un salto y devolviendo el balón. Rewel lo devolvió rápidamente.
-Allá va, rojito.- dijo.
Maezo rió y devolvió el balón. Entre unas cosas y otras, se terminó formando una liguilla de voleibol.
-Ah... Rewel... Búscate un compañero... Que aguante... Fiuuu.- resollé. Dos horas dándole al balón, nada menos.
Rewel asintió.
-¡Joe!- gritó entonces.- ¡Sal de ahí y juega!
El interpelado acudió sacudiéndose un alga de la pierna.
-¡Aye!- respondió.
Me tumbe bajo la sombrilla y abrí un libro. A ver... "Cuidado de banthas: Cómo mantener tus bestias peluditas."... Me vale.
Rewel se tomó un descanso y un enorme mandaloriano le tomó el relevo. Se sentó junto a mí.
-Eh, almirante...- dijo.- ¿Qué lee?- ojeó un poco el libro y bufó.- Buah, qué coñazo...
Acto seguido, se agenció un zumo de una fruta de estas tropicales y empezó a beber, despreocupada.
-Oiga, Rewel...- dije cerrando el libro.- ¿Se ha enamorado usted alguna vez?
Rewel sonrió levemente y dejó el zumo a un lado.
-Sí, almirante.- dijo con un suspiro.- Si no le importa, se lo contaré.
Asentí. Me vendría bien una opinión más para el debate que me acucia; elegir entre mi vocación o Gwen.
-Sí... Era el mejor estudiante de la academia. Eso cuando Carida admitía visitas de los rangos de la Armada que estudiaban en Prefsbelt IV.- narró la oficial.- Era alto, guapo, rubio y con unos ojos azules claros casi blancos que te quitaban el hipo. Lo crea o no, almirante, no era la mejor de mi promoción en aquel momento, pero él... Él era un fuera de serie. Era como usted, almirante. Sólo que, y no se ofenda, más guapo.
Mi ego sufrió. Pero el resto de mí no.
-Siga, oficial.- le pedí, ignorando las súplicas de mi ego.
-Por supuesto...- caviló Lyna.- Como le dije, él era un fuera de serie, un máquina. Y yo, claro, pensé "¿Cómo una estudiante mediocre como yo le va a impresionar?" Además de que entrenaba para la Armada, y en aquella época esa gente se creía la mejor. En fin, que terminó nuestra estancia en la academia y aún le vi un par de veces.
-¿Y después?- inquirí. Ciertamente, siento curiosidad.
-Le perdí la pista.- dijo melancólica.- Dicen que su destructor Poderío voló por los aires en Alderaan, pero no me lo creo. Su especialidad siempre fue pelear en inferioridad numérica... Pero en fin... ¿Sabe? Aún recuerdo su nombre.
-¿Y cuál era?- pregunté. Esta mujer es una caja de sorpresas.
-Axell Soryn.- dijo con un suspiro.- Aún me estremezco al oír ese nombre...
Soryn, Soryn... ¿De qué me suena ese nombre?
-¿Satisface su curiosidad mi historia, almirante?- dijo Rewel.
-Sí, por supuesto...- dije. Rewel sonrió y se levantó, dispuesta a sustituir a un exhausto Joe.
Así que Rewel estuvo enamorada...
Eso es interesante, pero no me ayuda mucho con mi asunto. Bueno... Puedo deducir de la historia de Rewel que al perderle la pista a Soryn dejó de perseguirle. ¿Dejará Gwen de pensar en mí si no la elijo? No me gustaría nada.
¿Por qué coño debemos estar en guerra con la Alianza? ¿No se puede llegar a un acuerdo? ¡Noo! ¡Claro que no! ¡Es mejor liarla parda y dejarse miles de vidas por el camino!
Dejé mi libro sobre el cuidado de tu bestia peludita y subí a mi habitación.
-Nos vemos, almirante.- dijo Gerruk al verme marcharme.
Abrí mi habitación y me tiré sobre la cama.
-Joder.- susurré.- Joder, joder, joder, ¡Joder!
Empecé a dar vueltas en la cama doble, furioso. Mi vida es muy complicada. No sólo me pueden abrir un expediente que te cagas por amar a una rebelde, sino que la misma rebelde me obliga a elegir entre mi patria y ella. ¡¿POR QUÉ TODO ES TAN JODIDAMENTE DIFÍCIL?!
-¿Ocurre algo, señor?- preguntó una twi'lek ligera de ropa. En el hotel había ricos y había salidos, pero había más ricos salidos, y para ellos tenían a atractivas camareras que también hacían las veces de putas. Y de todas las razas que hay.
Y claro, mi habitación no es una excepción. Aun pudiendo ser mi madre, aquella twi'lek insistía en bambolear las caderas al andar y en restregar sus melones azules por la bandeja de mi desayuno.
-Noo.- dije con la cara sobre la almohada.- Márchese. Seguro que tiene algo que hacer.
Lo tuviera o no, la mujer se marchó.
Me di la vuelta y miré al techo. Según tengo entendido, en Paradise no hay facciones ni nada. Me explico, no pasa nada por ser del Imperio, de la Rebelión, separatista, republicano o un mercenario. Allí todos eran huéspedes de un sistema hotelero de los buenos. Incluso hay casos de gente que paga una exorbitante cantidad de dinero y se queda a vivir en Paradise. Pero claro, son hutts que quieren dejar la vida de contrabandista o mercenarios viejos que ya lo han hecho todo, no dos niñatos enamorados menores de edad. Aun así, sopesé aquella posibilidad. Vivir con Gwen el resto de mi vida en el mismísimo paraíso es una de las mejores ideas que he tenido en mi vida, superando incluso a la del libreto de tácticas navales que le di a mi profesor de Prefsbelt IV. Y ese libro era todo un pelotazo en materia de estrategia.
Entre esos pensamientos, me dormí. No sé cuánto, pero sí sé que el resto de la tripulación también volvió y que la twi'lek se lo estaba haciendo con un rico comerciante de armas ilegales de Mandalore.
Que follen mientras puedan. Si así son felices...

El joven almirante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora