-Oh, joder. ¡Oh, joder! ¡OH, JODER!
-¿Qué...?
Esto no tenía que pasar. No sólo me he tirado a una rebelde, sino que Leia no se la ha llevado y no habrá trato. ¡Joder!
Gwen se estiraba, ajena a mi lucha interior.
-Buenos días, Darel...- susurró con voz melosa. Se abrazó a mí y presionó sus pechos contra mi espalda. Están blanditos, no como algo que yo me sé.
-Hey...- respondí, absorto. ¡No hay tiempo para erecciones! Leí la nota de Leia, compungido.- "Debido al incumplimiento del trato establecido y dado que Gwendolyn Mass sigue con ustedes, me es imposible detener las operaciones en Tatooine. Si recapacita su decisión, será bienvenido. Si la Capitana de Infantería Gwendolyn Mass no aparece en la base rebelde cercana a la Cantina dentro de cuarenta y ocho horas, se le dará caza, Almirante de Flota Darel Xanheff. Firmado: Leia Organa, Líder de la Alianza Rebelde."
-Vaya.- dijo Gwen.- Eso no me lo esperaba.
-Vaya lío me espera.- susurré. Era verdad. Al menos por la parte rebelde.
Súbitamente, Gwen se levantó y se dispuso a vestirse.
-¿Y mi sujetador?- preguntó con el mismo tono con el que arengaría a sus tropas.
Miré en derredor. Ah, bien. Ahí, encima de mi uniforme, es donde debe estar el sujetador con el logo de la Rebelión de una chica rebelde. Señalé el lugar suspirando de ironía.
Gwen se vistió y me lanzó mi uniforme.
-Vístete.- me apremió abrochándose el chaleco.- Tenemos cosas que hacer.
A mi rollo y ventura, me puse el uniforme. Me sorprende que no esté rasgado, o algo.
-Vaya, Darel.- dijo Gwen buscando su rifle bláster.- Tengo que admitir que esa muestra de autoridad me pone bastante.
-Primero garanticemos mi supervivencia.- respondí recogiendo mi pistolita bláster Negociadora A180 del suelo.- Y luego te enseñaré cómo me gané estos cuadros.
Yo también sé jugar.
Gwen me llevó (más bien me arrastró) por toda la cantina hacia el exterior.
-Conociendo a Leia, no andará lejos.- dijo Gwen.- Pero esto va a ser duro.
-¿Por qué?- pregunté.
-Es temporada de caza tusken.- respondió cargando el rifle.- ¿No os enseñan nada en el sistema de academias?
Me encogí de hombros. Conozco toda la fauna del planeta, pero me importan una mierda los vándalos tusken.
-Así que por eso la calle está desierta...- razoné.
-Exacto.- afirmó Gwen sonriendo.- Igual no eres tan tonto después de todo...
Me dio un beso para corroborarlo. Uno cortito, no es el momento.
Esto es irónico. Un imperial y una rebelde, enamorados. Dos jóvenes de bandos enfrentados unidos por el amor. ¿De qué me suena a mí eso?
-¡Darel, ven!- dijo Gwen de repente.
Me agaché a su lado justo cuando tres tusken se llevaban a rastras a un pobre mercader de banthas.
-No te muevas.- susurró Gwen. A continuación se colocó, apuntó y disparó. Limpio disparo a la cabeza de uno de los tusken. Los dos restantes se lanzaron a por nosotros.
Gwen se afanaba en enfriar su arma, así que disparé yo.
Ah, la Negociadora. Herencia de mi padre, tiene el poder de fuego de un bláster de choque y el tamaño de una bláster corriente. Un fogonazo, y doble de tusken a la barbacoa.
Gwen se quedó boquiabierta.
-Vaya.- dijo terminando de acondicionar su rifle.
-Mola, ¿eh?- pregunté.
Un largo beso fue la respuesta.
-Gwen...- dije despegándola suavemente de mí.- Después.
Gwen asintió, aún con el rifle en la mano.
Proseguimos la marcha hacia la base rebelde.
-Darel...- dijo Gwen apesadumbrada.- ¿Cuánto tiempo tienes para... llevarme con Leia?
Suspiré.
-Dos días.- respondí. Quería decirle a Gwen que eran más de dos días. Quería decirle que no pasaría nada. Quería decirle que podría quedarme con ella... para siempre. Pero no podía.
-Bueno...- añadió ella con una media sonrisa.- Se puede hacer mucho en dos días...
Me paré en seco. Gwen se dio la vuelta, extrañada.
-¿Qué ocurre?- preguntó.
-¿Por qué haces esto?- pregunté a mi vez.- No creo que te guste... ya sabes... separarte de mí, además de que se supone que somos enemigos. Entonces, ¿por qué me ayudas?
Gwen sonrió y me acarició una mejilla.
-Porque te quiero.- respondió.- Y sé que si no vuelvo, te matarán. O si no lo hace Leia lo hará tu Emperador. Y no quiero que mueras, Darel.
Se ha puesto ñoña. Y yo también estoy ñoño ahora.
-Vamos. La base está cerca.- dijo Gwen.
El trayecto final estuvo tranquilo. Sólo un par de tusken dispersos, pero nada más.
Llegamos a la base rebelde, dado que optamos por no tirarla abajo. La hemos saqueado, por lo que es inoperante, pero sirve como residencia. La princesa Leia, ya mayor, esperaba en la puerta.
-Princesa Leia...- dijo Gwen saludando.
-Descanse, Mass.- respondió Leia.- Me alegra verla con vida. En cuanto a usted, Almirante Xanheff...
Chasqueó los dedos y un funcionario apareció con un papel. A la vieja usanza.
-Aquí está su parte del trato. Aquí se estipula la devolución de Mass y aquí el cese de las actividades. Ya he firmado, y usted debe firmar aquí y aquí... Bien, hecho. Capitana, su cuarto espera. El Capitán Naval Axell Soryn pregunta por usted...
Gwen avanzó hacia la base, indecisa. A mitad de camino, se giró y corrió hacia mí. Nos besamos durante un minuto, al menos.
-Adiós, almirante.- dijo entre lágrimas.
-Adiós, Gwen.- respondí.- Ya nos veremos. Se lo juro.
Gwen sonrió, se enjagó una lágrima y entró a la base. La puerta se cerró en mis narices.
-Almirante de Flota Xanheff a Comandante Gerruk, solicito un transporte de inmediato y adjunto coordenadas. Misión cumplida. Xanheff corta.- dije. Suspiré. Acababa de vender al amor de mi vida por un estúpido cacho de roca espacial.
Soy gilipollas.
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El joven almirante.
FanfictionEl Imperio Galáctico ha ganado y domina la galaxia. En tiempos de relativa paz, el joven Darel es un graduado de la Academia de Prefsbelt IV ascendido a Almirante de Flota por el mismísimo Thrawn con la prometedora edad de dieciséis años. Pero, ¿ser...