En mitad de uno de los puertos de Coruscant, la batalla arreciaba.
Las fuerzas de Gwen, apoyadas por Yuvin al frente con su flamante y nuevo sable láser azul, limpiaban la zona para asegurar un despliegue seguro a las fuerzas que venían detrás.
-¿Qué tal por ahí, Jedi?- preguntó Gwen sobreponiéndose al ruido.
Yuvin sonrió en respuesta. Le halagaba mucho ser llamado Jedi. Cierto que ningún Maestro le había concedido el cargo, pero si seguía todos los preceptos del Código y manejaba tanto la Fuerza como el sable láser de manera envidiable, podía considerarse Jedi de pleno derecho. Además, es más alentador para un soldado contar con un Jedi experimentado que con un aprendiz padawan a medio hacer.
Yuvin y el pelotón de Gwen continuaron su avance. La lucha ahora tomaba un rumbo callejero. Por las serpenteantes calles de Coruscant, miles de soldados de asalto se afanaban por detener a Yuvin y a los soldados que lo acompañaban.
Yuvin leyó sus mentes con la Fuerza. Tenían órdenes claras: disparar a matar, a poder ser a Gwendolyn, a Yuvin o a Wybel. Por fortuna,Wybel se encontraba en ese momento volando por los aires el Palacio Negro. y, si la Fuerza acompaña, también al Emperador.
Desde que aprendió a leer mentes, Yuvin se consideraba a sí mismo Jedi,y había entrenado aquello hasta la extenuación, leyendo las mentes de todo aquel que se le cruzase. Se enteró de varias privacidades y asuntos de alcoba de los cuales habría preferido no saber nada.
También vio en la mente de Gwen a aquel Sith que había asesinado a toda su escuela, pero con un aspecto más arreglado y menos siniestro. Y vestido, para variar. Ugh.
-¡Jedi!- gritó Gwen. La moral lo es todo.- ¡Vayamos al Palacio a apoyar a Wybel!
Yuvin asintió con rapidez y siguió al pelotón. Ciertamente el Palacio Negro tenía varios y enormes agujeros perfectamente redondos.
"Antimateria" pensó Yuvin. "Este Wybel es un peligro social de los serios."
Sin embargo, la mente de Wybel también giraba en torno al Sith. Yuvin vio en la mente de Wybel recuerdos del Sith (que respondía al nombre de Darel) en su infancia más tierna, jugando con Wybel a cualquier cosa.
A Yuvin le enternecían aquellas imágenes, pero eso no debía afectar a su juicio.
Una vez en el palacio, el pelotón se detuvo.
-Bien.- empezó Gwen, sudorosa y ligeramente cansada.- Si mis cálculos son correctos, Wybel está ahí dentro y tiene al Emperador. Voy a entrar a limpiar la zona y tomar más prisioneros. ¿Te las apañas solo, Jedi?
Yuvin asintió. Aquello, de momento, no era más que un paseo. Desviar disparos, limpiar mentes y avanzar, nada más.
Gwen sonrió y se giró hacia su pelotón.
-¡Bien, señores, vamos a entrar!- decía mientras avanzaba hacia el Palacio Negro.- ¡No disparéis a menos que el enemigo lo haga! ¡Si le veis intención y estáis cerca, quitadle el arma y noqueadlo, pero quiero los menos muertos posibles! No vaya a ser que Wybel nos haya dejado un par de regalitos.
Todo el pelotón marchó en pos de la capitana mientras Yuvin se quedó en la plataforma de entrada, mirando al enorme Palacio. Allí habían ocurrido acontecimientos de suma importancia, seguro.
De repente, Yuvin notó una gran perturbación en la Fuerza.
-Emperador...- dijo sin girarse.
-Oh, malditos rebeldes...- se lamentaba Palpatine. El crepitar de su sable láser acompañaba sus palabras.- Mira cómo habéis dejado mi espectacular y enormemente caro palacio.
-No haberlo construido.- terció el Jedi.
El emperador rió por lo bajo.
-Date la vuelta, Jedi.- dijo.- Terminemos con esto de una santa vez.
Yuvin se dio la vuelta a mirar al emperador a los ojos. Ya no le parecía tan temible como la primera vez que lo enfrentó.
-¿No temes nada?- preguntó Palpatine.- Yo de ti temería.
-Nada de nada.- respondió Yuvin blandiendo su sable láser.
-Precioso color.- dijo el emperador.- Pero soy más de negro.
Sin más palabra, Palpatine se lanzó hacia Yuvin, quien logró contener su asalto y saltar hacia atrás.
-Oh, los milagros de entrenar en hipergravedad.- dijo el emperador.
-Prácticamente vuelo.- respondió el Jedi.
Y el duelo continuó. Los sables chocaban y crepitaban sin parar en la plaza del Palacio Negro. Palpatine acometía con fuerza y soberbia, mientras que Yuvin se defendía para buscar un punto ciego. Y por más que probara, no lograba leer la mente del Emperador.
Cuando la Fuerza hizo su aparición, la balanza se inclinó levemente hacia Palpatine.
"Otra vez" pensó Yuvin sin desesperar "Como aquella vez, se teletransporta, o algo así..."
Sin embargo, Yuvin había pulido los clones de Fuerza hasta el punto de que serían capaces de sangrar como si fueran de carne. La lucha era un reñido uno contra tres. Un emperador que se movía de acá para allá al instante y tres Yuvin regidos por una sola mente.
-Tremendo, impresionante, fantástico.- dijo Palpatine entre teletransportes.- De verdad, es una lástima que Void no acepte alumnos.
-Y no lo haré jamás, Sidious.
El emperador se quedó congelado del estupor.
Wybel y Gwen salían del Palacio Negro con el Lord Sith apresado.
-Imposible...- musitó Palpatine.
-¡Arriba las manos, cenutrio!- bramó Wybel. La única respuesta del emperador fue mandar su arma a orbitar Coruscant.
-¡Haga algo, Maestro!- exclamó Palpatine.
-No.- respondió Void.- Esto ha sido culpa tuya, Sidious. Fuiste a lo fácil, y así termina...
Void no pudo acabar la frase.
En un parpadeo, el sable negro de Palpatine había fulminado sus entrañas.
-Entonces lo solucionaré yo solo.- dijo antes de desaparecer.
Yuvin deshizo los clones de Fuerza para asistir al lord Sith mientras Gwen y Wybel buscaban al emperador.
-Aguante, Lord, intentaré ayudarle.- decía Yuvin.
-Desiste, Jedi...- musitó Void.- Tu corazón es tan puro que te mueve a ayudar a tu más acérrimo enemigo... pero en este momento no puedes hacer nada.
Yuvin miró al Lord a los ojos. Los tenía completamente blancos. Todo el ser de aquel maestro Sith era un cúmulo de arrugas por el envejecimiento.
-Me he abandonado al destino y esto es lo que ha ocurrido...- susurraba.- Yo... yo tenía el poder de extender mi vida cuanto quisiera, consumiendo otras vidas... Pero eso acaba hoy.
-No tiene por qué, Lord.- respondió Yuvin intentando reparar los tejidos dañados con la Fuerza, sin éxito.
-No puedes reparar algo que lleva muerto 200 años, Jedi.- dijo Void.- Sin embago, gracias.
El maestro Sith puso una mano huesuda en el hombro de Yuvin.
-Como agradecimiento, desvelaré el truco del emperador... yo...
Sin embargo, antes de poder mediar palabra, Lord Void falleció.
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El joven almirante.
FanfictionEl Imperio Galáctico ha ganado y domina la galaxia. En tiempos de relativa paz, el joven Darel es un graduado de la Academia de Prefsbelt IV ascendido a Almirante de Flota por el mismísimo Thrawn con la prometedora edad de dieciséis años. Pero, ¿ser...