Tiempos de ocio.

71 16 0
                                    

-Almirante... ¿está usted bien?- preguntaba Gerruk. Llevaba desde la misión preguntándomelo.
Vaya semanita. Tras lo de Gwen, tanto mi Invicto como Thrawn y su Subyugador volvieron a Coruscant, donde a ambos se nos felicitó y condecoró con la Estrella al Mérito Imperial.
Pero eso a mí me importaba poco.
-Sí, Gerruk.- respondía yo.- Es... que estoy cansado.
Cansado. Sí, tampoco es que mintiera.
Por otro lado, Gwen ocupaba el 90 por ciento de mis pensamientos. Es normal, ¿no? Tiene cierta lógica, hemos hecho el amor...
-¡Nimiedades!- gritó de repente Maezo.- ¡Hoy me encargaré personalmente de que alegre esa cara, almirante!
-Sybell, no alegres a nadie...- repuso Cinnerman.- Nunca pasa nada bueno.
El zabrak bufó, molesto.
-Sabrás tú.- adujo.
El artillero jefe se recostó en su silla.
-Lo que sea.
-Bueno, almirante.- dijo entonces Rewel.- Hay cosas que hacer. La Batalla de Tatooine ha sido dura. Hay que reparar las naves dañadas y el casco del Invicto necesita una mano de pintura.
La miré, aturdido. Demasiado curro.
-Descuidad.- intervino C9.- Las naves dañadas han sido reparadas y están listas para ser botadas.
-¡Vaya pareado que se ha marcado sin haberlo preparado!- exclamó Maezo partiéndose él solo.
C9 procesó aquello durante un rato.
-Pareado: composición poética breve caracterizada por la rima entre dos versos independientes del resto de poema o canción especialmente utilizados en el rap o poesía urbana.- definió el droide.
-Gurugú.- soltó Joe.
-En fin, almirante. Le prometo que se lo pasará bien.- aseveró Maezo.
* * *
-¡Mátalo, Maezo, mátalo!
-¡Muere, cabrón asqueroso!
No le faltaba razón a Maezo al decir que me iba a duvertir. Sinceramente, no me esperaba que el zabrak supiera jugar al Battlefront. Y además bastante bien.
-¡Mierda, mierda!- gritaba Gerruk.- ¡Qué alguien me ayude, joder!
-Espera.- dijo Joe.- Cohete inteligente va.
¡KABUM! Miles de rebeldes virtuales volaron por los aires. Esto es genial. Y además un método de adoctrinamiento excelente.
-¡Ah! Morí.- suspiró Rewel.- Si es que me lío con los botones.
-Se acostumbra uno.- aduje disparando a un rebelde virtual a la cabeza. ¡Headshot!
-Gerruk, coge nave y ayuda por aire.- ordenó Maezo.
-Lo secundo.- añadí.
A mí sí me obedeció. A los mandos de un Interceptor TIE virtual, Gerruk disparaba a rebeldes virtuales para que no echasen abajo dos AT-AT virtuales. Todo virtualmente.
-¡Eeeeeeh!- gritó Maezo.- ¡C9, tú, para de hackear el sistema!
-Inocente.- afirmó el droide.- Esto es debido al fenómeno conocido como "lag"
-Oh, no hablemos de lag.- suspiré.- Es tabú.
Si lo sabré yo. Aquí sólo hay lag cuando una estrella cercana revienta en supernova, pero en Coruscant sólo disponía de Holonet fiable cuando a Wybel le daba la gana dejar de hablar con su chica, Mia Wymm, la hermana gemela de Ava. Aún no sé cómo acabó enamorándola.
En fin, Wybel tiene a Mia y yo tengo a Gwen. A mí me vale.
-Cuidado, almirante.- dijo Maezo. Me agaché a tiempo de evitar un cohete dirigido. Mi escondite voló, pero yo no.
-¡Por el Imperio, cojones!- gritó Maezo al tiempo en que se lanzaba a lo kamikaze hacia una horda de enemigos.-¡Volad, hijos de puta!
-Eh, eh, tranquilo, tío.- dijo Gerruk.
-¡Tú, cabrón, cuidado!- gritó Cinnerman.- ¡A poco me flasheas!
-Flashear: en términos de videojuego, aniquilar al propio equipo con un impacto de granada, voluntario o involuntario.- analizó C9.
Me partí un rato. Adultos condecorados hechos y derechos jugando a la consola como chavales.
-Oye, ¿es normal que vengan todos a por mí?- se quejaba Rewel.- ¡Mira! ¡Ya me han matado con una granada!
-En realidad he sido yo...- dijo Gerruk.- Perdona.
Rewel miró al gamorreano y rió, siguiendo a lo suyo.
-Bueno, chicos...- dije levantándome.- Sigan sin mí. Suerte.
-Sí, sí...- respondió Maezo con un gesto.
Suspiré y me largué a mi camarote, dispuesto a dormir.
Y casi lo consigo si no fuera porque la línea de Holonet empezó a sonar.
-Joder...- protesté.- ¿A estas horas...?
Medio a oscuras, me puse las gafas y contesté al Holonet.
-Hola, Darel.
Casi me cago del susto.
Es Gwen.
Una rebelde.
En mi línea de Holonet.
Eso no me lo esperaba.
Joder.
-¡Oye, Gwen!- la espeté.- ¡Me alegra mucho verte, pero vas a meterme en un lío!

-Ya.- respondió, indiferente a mi posible sesión de tribunal de guerra.- Sólo será un minutito.
-Dime.- suspiré.
-Te echo de menos, Darel.- dijo. Empezamos fuerte.- E imagino que tú a mí también.
Asentí. Tanto yo como mis asuntos masculinos la echaban de menos. Y mucho.
-Bien.- prosiguió.- Te propongo lo siguiente: abandonarlo todo. Yo haré lo mismo. Tú no serías imperial, yo no sería rebelde y podríamos estar juntos.
Quietos todos.
Terreno minado.
-Gwen... No... Yo te quiero, pero...- murmuré. Si argumento igual que follo, estoy jodido.
-Entiendo lo que dices, en serio.- respondió el holograma.- A mí tampoco me gustaría dejar la Rebelión. Pero lo haría POR TI. ¿Dejarías tú el Imperio... por mí?
Jodeeeer.
No quiero abandonar el Imperio, mi familia y el mismísimo Emperador confían en mí, por no hablar del enorme follaflotas que tengo por nave, pero tampoco quiero dejar a Gwen en la estacada.
-Gwen.- dije al fin.- Sabes que te quiero. Y mucho. Pero me cuesta decidir, compréndelo. Dame... tres días. Si en tres días no tienes ninguna respuesta, es que he muerto. O eso, o estoy sin señal de Holonet.
Gwen sonrió.
-Lo entiendo, Darel.- dijo.- Tres días. ¿Me lo prometes?
-Te lo prometo.- afirmé.
Gwen se dio por satisfecha, de momento.
-Estupendo entonces.- añadió.- Hasta pronto, Darel. Te quiero.
-Y yo a ti, Gwen.- dije apagando el sistema.
Me recosté en mi cama. Ahora tengo un pedazo de dilema entre manos. Podría fugarme, pero Rewel, por muy leal que me sea, me pegaría un tiro si me viera, por no hablar de lo que Maezo me haría. O podría quedarme y renunciar a Gwen. Renunciar a su cascada de pelo castaño ondulado, siempre despeinado y recogido en coleta por las vicisitudes de la guerra, a sus hermosos ojos de esmeralda, a su boca de fresa y a los dulces recovecos de su cuerpo.
Joder.

El joven almirante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora